Creo que la situación de engarbullamiento mental y espiritual en la que se encuentra nuestro amigo Magdi es muy clara y a la vez -para él- muy compleja
(Guillermo Martín, director emérito de Radio Vaticano en español).- Este vocablo griego, metánoia, aunque es muy polisémico, aquí nos interesa especialmente en sentido religioso, ya que es muy usado en el Nuevo Testamento, dándole una dimensión de permanencia del individuo en la actitud conseguida, actitud de cambio de ruta, de mentalidad, de conducta, al que se refiere de manera más apropiada la conversión.
No obstante, no hay contradicción entre ellas pues la metánoia impulsa, en el proceso de consolidación del cambio existencial, a la aceptación interior y espiritual del nuevo camino que se propone a la propia existencia.
El neoconverso debe acoger plenamente, con convicción, la invitación al encuentro con Dios, condición indispensable para creer en la buena nueva de la llegada del Reino de Dios, para adherirse a él. En el N.T. aparece muy clara la positiva relación existente en el esfuerzo laborioso de la persona entre metánoia y conversión. Si, por una parte, la metánoia acentúa el sentimiento de culpa y pesar por haber llevado una vida de pecado y estimula a huir del camino errado, la conversión pone de relieve la dirección, nueva y positiva, que se da a la propia existencia. Este dinamismo de fuerzas unidas e inseparables promueven un nuevo estilo de vida. La persona se percata de que se dirige hacia Dios y hacia Cristo, el Señor.
Dicho esto, demos razón del título y del contenido al escrito. El Papa Benedicto XVI bautizó al italiano, hombre político y periodista, de origen egipcio, Magdi Allam. Lo hizo el 22 de marzo de 2008 en la Basílica de San Pedro la noche de la Vigilia Pascual. Desde este momento su nombre completo es Magdi Cristiano Allam. No era el único neófito. En este mismo acto litúrgico el catecúmeno recibió los sacramentos, además del Bautismo, el de la Confirmación y la Eucaristía. Pero dada la popularidad que había adquirido debido a la persecución de los musulmanes, ya que, en sus artículos periodísticos, hablaba con acritud y clara condena del Corán y de las mezquitas, así como de la asfixiante dictadura religiosa que supone para sus adeptos, el hecho de que fuera bautizado por el Sumo Pontífice provocó, en el mundo católico y musulmán, murmullos y comentarios de todo tipo.
Como periodista ha trabajado en Il Manifesto y en La Repubblica. En la actualidad es subdirector ad personam del famoso diario italiano Il Corriere della Sera. Cargo y título que se le asignó a él, «por ser quien es», diríamos en roman paladino. Escribe también con una cierta frecuencia en Il Giornale, perteneciente a la familia Berlusconi. Pero las cosas, económicamente, no le deben ir muy bien pues el director de este diario(29.07.2015, Alessandro Sallusti, ha lanzado un llamamiento para sostener a Magdi Allam, reducido a la miseria «por jueces y musulmanes». Por otro lado parece que la política le ha vuelto las espaldas, ya que terminó malamente su periplo de eurodiputado y no ha sido reelegido.
Los cinco años siguientes, hasta la dimisión de Benedicto XVI y la eleción de Papa Francisco, fueron años, dice él mismo, «… de pasión, tocando con mano las vicisitudes del vivir como católico, salvaguardando en la verdad y en la libertad lo que es substancia de mi ser persona como depositario de ‘valores no negociables’, de una identidad cierta, de una civilización de la que enorgullecerse, de una misión que da sentido a la vida».
En una entrevista concedida al director precisamente del diario italiano Corriere della Sera, Ferruccio de Bortoli, el Papa Francisco abordó diversos puntos de su ministerio al frente de la Iglesia Católica. La he visto publicada en Portal Uno-San Isidro, Buenos Aires 10. 02. 2016. Se trataba de una especie de balance de su primer año de Pontificado, según el periodista. Pero sólo la insinuación suscitó en el Papa esta respuesta: «Yo sólo hago balance cada 15 días, con mi confesor». Pues bien, en esta entrevista concedida al director del periódico del que Magdi Allam es subdirector ad personam, hablando de temas de bioética y de moral sexual, Francisco es tajante: «nunca entendí la expresión ‘valores no negociables’. Los valores son valores y basta. No puedo decir cuál de los dedos de la mano es más útil que el resto, así que no entiendo en qué sentido podría haber valores negociables». ¿Acaso recordaba la frase de Magdi Allam?
Llega el año 2013. Benedicto XVI dimite (28.02.2013) y se convoca el Cónclave. Es elegido el Cardenal de Buenos Aires, Jorge Mario Bergoglio, 13 de marzo de ese mismo año. De aquí en adelante será llamado Francisco, sin números romanos añadidos, como querían algunos medios que repetían, como una cantilena, Francisco I. Pasan no más de 12 días y la olla a presión que estaba a punto de estallar en las manos de Magdi, lo hace y con un estruendo bastante fuerte. La prensa se hizo eco de inmediato, pues se trataba de un colega, Magdi Cristiano Allam que ha decidido abandorar la Iglesia católica.
¿Qué ha sucedido? No cabe duda de que algo importante se venía fraguando en el alma de este neoconverso. Ya se sabe que un musulmán que abandona el islamismo es considerado apóstata y es condenado a muerte, ipso facto. No cabe duda de que este hombre es muy inteligente y es muy posible que sus pasos hayan sido dados con cálculo, porque las razones que aduce sobre su abandono de la Iglesia católica no convencen. Por otro lado, como político ha fundado un partido, ha sido elegido eurodiputado, ha abandonado su partido y se ha pasado a otros de manera casi inmediata. Siempre se le ha visto ir buscando a todo trance posiciones de protagonismo.
Pero veamos, a la luz de sus propias declaraciones, qué puede haber pasado en su psique, en su alma, en su mundo interior, que le ha llevado a tomar esta decisión tan radicalmente existencial. ¿Ha aflorado de forma inconsciente algún sentimiento de culpa por su ‘apostasía’ del Islam? ¿Le atenaza el miedo a algún atentado contra él, pues ha recibido muchas amenazas? ¿Sus planes sociopolíticos no han prosperado como pensaba? Son muchas las preguntas a las que debería dar una muy cumplida respuesta,
La prensa, en general, y algunos medios a los que no convenció la manera de gestionar su entrada en la Iglesia, le han criticado, incluso ásperamente. Los hay también que han alabado su decisión y las razones que ha dado para llevar a cabo tal gesto, pues lo creen representativo de actitudes y comportamientos que si no aparecen ni se ven en los medios de comunicación son dignos de que se realicen y salgan a la luz. Y todo lo que vitupere a la Iglesia es bienvenido, tanto en este como en otros países, como está ocurriendo en España. La conversión y la desconversión son dos situaciones que se dan a menudo. Se dan la espalda una a otra, pero suelen caminar juntas.
Marco Tosatti, un vaticanista de muchos años que sigue colaborando con en el diario La Stampa, a pesar de estar jubilado, reduce los motivos del gesto de Magdi a estos dos: ‘no a la legitimación del Islam y no a la papolatría por el Papa Francisco. No anda descaminado y estoy totalmente de acuerdo con las últimas palabras de su artículo en que afirma: «Después de su conversión tal vez esperaba una Iglesia que proclamase una cruzada; pero no lo ha hecho Benedicto y ciertamente no lo hará Francisco. Tal vez una Iglesia que intenta convencer con palabras y no con las armas no responde al proyecto humano y político de Magdi Allam. Esto, más que la fe, me parece el centro de su interés actual, a juzgar por las prolijas declaraciones de intenciones publicadas hoy. (en Il Giornal).
Hemos encontrado el artículo de Magdi Allam, citado por Tosatti y publicado por Il Giornale (25.03.2013) bajo el título: Perché me ne vado da questa Chiesa debole con l’Islam (Por qué me voy de esta Iglesia débil con el Islam). Comienza diciendo que cree en Jesús desde niño. Su madre le llevaba a una escuela de religiosas combonianas, en El Cairo. Estaba muy en contacto con católicos. «Mi conversión al catolicismo, sigue diciendo, y con esta frase empieza a dar razones de su alejamiento de la Iglesia católica, venida de la mano de Benedicto XVI en la noche de la Vigilia Pascual el 22 de marzo de 2008, la considero concluida ahora en coincidencia con el final de su papado».
¿Qué palabras habría usado, me pregunto, si su conversión le hubiera llegado, como él dice, de la mano de un simple cura de barrio? Da la impresión de haber trabajado poco en la preparación doctrinal de su bautismo, en la adquisición de conocimientos teológicos, morales, escriturísticos, de Derecho Canónico. Ha cultivado poco la espiritualidad y menos la liturgia. No cita, más que una vez, los otros dos Sacramentos de la Iniciación: Confirmación y Eucaristía, que también recibió aquella noche. Cita a Mons. Rino Fisichella como su catequista y preparador catecumenal, quien en la actualidad es Presidente del Consejo Pontificio para la Promoción de la Nueva Evangelización y oirganizador del Jubileo de la Misericordia. Fue también capellán de la Cámara de Diputados. ¿No se percató el prelado de la situación de presión y, tal vez, de depresión, en la que yacía Magdi?
«La Papolatría que ha inflamado a los fieles por Francisco -sigue diciendo Magdi- y que ha archivado rápidamente a Benedicto XVI, ha sido la gota que ha hecho desbordar el vaso de un complejo cuadro de incertidumbres y dudas». Esto quiere decir que la procesión venía por dentro y de muy lejos ya. Y añade: «Si precisamente Benedicto XVI, denunciando la ‘dictadura del relativismo’, me había atraído y fascinado, la verdad es que la Iglesia es fisiológicamente relativista».
Esto equivale a decir que, por naturaleza lo es, que Cristo fundó su Iglesia ya con esta característica decadente y repulsiva. Y continúa nuestro paladín, reformador de la institución eclesial, diciendo que la Iglesia, «siendo contemporáneamente Magisterio universal y Estado secular ha hecho que, desde siempre, acoja en su seno a una infinidad de comunidades, congregaciones, ideologías, intereses materiales que se traducen en el unir todo y lo contrario de todo». Dice también que «la Iglesia es fisiológicamente -de nuevo la palabreja- globalista, fundándose en la comunión de los católicos en todo el mundo, como emerge claramente del Cónclave».
Como las perlas que nos va descubriendo son muchas y muy variadas, baste, para terminar, dar un poco de espacio a estas que siguen, que lo son trambién, y «de mucho valor’. Dando lecciones de moral, dice el ‘Imán cristianizado’, Magdi Allam -no oso añadir el nombre Cristiano, pues no lo es ya-: «Esto hace que la Iglesia asuma posiciones ideológicamente contrarias (se ve que, para él, el cristianismo es pura ideología) a la Nación como identidad y civilización que hay que preservar, predicando de hecho la superación de las fronteras nacionales.
Por consiguiente la Iglesia es fisiológicamente ‘buenista’ colocando en el mismo plano, si no anteponiendo, el bien del prójimo al bien propio, comprometiendo desde la raíz el concepto de bien común. Por último tomo nota de que la Iglesia está tentada fisiológicamente por el mal, entendido como violación de la moral pública, dado que impone comportamientos que están en conflicto con la naturaleza humana, como el celibato sacerdotal, la abstención de relaciones sexuales fuera del matrimonio, la indisolubilidad del matrimonio, como añadidura a la tentación del dinero».
Creo que la situación de engarbullamiento mental y espiritual en la que se encuentra nuestro amigo Magdi es muy clara y a la vez -para él- muy compleja. La reflexión y la auténtica meditación unida a la oración del cristiano ha estado ausente por completo en esta persona, cuya base religiosa, si había alguna base algo estable, se ha derrumbado por completo, pues no es ni musulmán y menos aún cristiano, a pesar de su nombre de bautismo.
Termino, excusándome de la excesiva extensión de mi exposición, con las palabras con las que nuestro protagonista avala y remacha su determinación de abandonar la Iglesia: «Tomo esta decisión con sufrimiento interior y consciente de la desaprobación que provocará en la patria del catolicismo, porque siento como imperativo el deber moral de continuar siendo coherente conmigo mismo y con los demás en nombre del primado de la verdad y de la libertad. No me resigno a la mentira (para él la Iglesia vive en la mentira) y nunca me he sometido al miedo.Seguiré creyendo en el Jesús que he amado siempre, e identificándome orgullosamente con el cristianismo». (¿?)