Para los parados de larga duración, buscar trabajo se ha convertido en su trabajo
(Miguel Ángel García Encinas, párroco de Monesterio y Montemolín).- La problemática de la mina de Aguablanca situada en Monesterio, nos recuerda una vez más que en los pueblos pequeños de Extremadura tenemos muchos problemas y dificultades, pero la que más nos afecta a todos sin duda en la realidad del trabajo y su principal consecuencia como es el paro.
El problema de la mina de Aguablanca afecta a muchas familias y jóvenes en nuestros pueblos de Monesterio con una alta tasa de paro (538 parados en enero de este año en una población de 4800 habitantes), Santa Olalla y el Real de la Jara. Familias de trabajadores que ven peligrar ahora su futuro por la decisión que ha tomado la empresa Rio Nájera de cerrar la explotación minera de níquel y cobre en la que trabajan más de 200 personas.
Una realidad que nos recuerda que el trabajo es, para una gran mayoría, cada vez un bien más escaso, en peores condiciones y con menor retribución, frente a un grupo muy pequeño con salarios de escándalo. Para muchos buscar trabajo se ha convertido en su trabajo: echar currículo, usar Internet, patear las calles, buscar contactos, oficina del paro…Hay una realidad que no podemos olvidar: que más del 24% de la población española está en situación de desempleo. La tercera parte de estos son parados de larga duración, más de un año sin empleo y con una situación cada vez más difícil.
La situación actual de la carencia de trabajo, las formas de trabajo, la inseguridad laboral y la inestabilidad repercuten negativamente en las personas y en la sociedad. Esto se debe a varias causas:
La marginación del ser humano. La persona ha dejado de ser el centro, el motor y el eje a la hora de trabajar pasando su vida, necesidades, familia y problemas al margen. La persona es un elemento más del mercado donde se compran sus cualidades, su trabajo y su capacidad de producción. Cuando no producen lo suficiente o no existen los beneficios esperados, se despide al trabajador con facilidad.
La codicia de los mercados financieros. En el mundo laboral la palabra clave es el lucro; la ganancia sin ningún tipo de límites es considerada como motor de la vida laboral.
Las políticas neoliberales que se practican, la permisividad absoluta en el blanqueo de capitales se premisa incluso con la legalización gratuita, se traducen en millones de parados, recortes salariales, disminución de las prestaciones sociales…
El egoísmo de las personas. La situación actual es no solo fruto del sistema y de las leyes de los Estados, sino de la complicidad de los ciudadanos con la mentalidad capitalista: «mientras yo tenga trabajo, soy capaz de pasar por todo y de hacer cualquier cosa: varios trabajos, horas extra no remuneradas, admitir exigencias de la empresa, no preocuparme de la situación de los parados».
Los sindicatos. No tienen fuerza como motor de cambio que haga frente a la avaricia y explotación de las empresas. Pocos afiliados, subvencionados…no tienen fuerza para una lucha eficaz.
Las políticas económicas y la creación de empleo parten de un mal planteamiento. La economía como todo lo que es resultado de decisiones humanas puede ser moral o inmoral, humana o inhumana, según como se orienten sus acciones. Y esta es la clave de la cuestión:»La economía tiene necesidad de ética para su correcto funcionamiento, no de una ética cualquiera, sino de una ética amiga de la persona»(Benedicto XVI).
El pensamiento cristiano considera que la clave está en que la persona sea el sujeto y fin de la economía, que ésta se orienta al servicio de las necesidades de las personas, que esté sometida a fines sociales de justicia. El respeto a la dignidad del trabajo, vinculado a la dignidad de la persona es el criterio central de la ética en la economía. Por eso hay que tener en cuenta:
Reconocer que el trabajo no es una mercancía, sino una realidad unida al mismo ser de la persona.
Respetar la prioridad del trabajo sobre otros elementos de la economía. El trabajo es mucho más de que un valor económico, pero es también el primer y mayor valor económico.
Organizar el trabajo en función de la persona, porque es la economía la que tiene que adaptarse a la persona y no al revés.
Reconocer y hacer realidad en el funcionamiento de la economía los derechos de los trabajadores y sus familias. Desde estas claves confesamos y proclamamos, junto a los trabajadores, encerrados en Monesterio por la defensa de sus trabajos, que el trabajador es una persona y no una máquina para ser tratado como un objeto; que el capital no puede guiarse por la ley del máximo lucro; que los trabajadores y los empresarios se necesitan mutuamente.
En este orden de problemáticas defendemos el cuidado de los trabajadores y su dignidad para todas las empresas y de un modo especial en esta empresa minera que nos afecta tan directamente. Deseamos que los sindicatos recuperen su papel central en esta lucha de la defensa de la dignidad de los trabajadores y que todos sepamos unirnos y colaborar por la defensa de una economía que sea justa, digna, verdaderamente humana. Deseamos la solución a esta problemática que tanto afecta a nuestros pueblos.