No queremos una iglesia presa del miedo al cambio en ella misma y en la sociedad. No queremos, como el Sr. obispo, mantener con rigidez el pasado y no abrirnos a un futuro renovador
(EUTSI BERRITUZ, Grupo de cristianos de Gipuzkoa).- Hace ahora aproximadamente un año, al cumplirse cinco años del inicio del episcopado de D. José Ignacio Munilla en nuestra diócesis, el grupo de cristianos Eutsi Berrituz, publicó un documento en el que se manifestaban sus opiniones y valoración acerca de la actuación pastoral de D. José Ignacio. Ahora, un año después, aunque lo entonces manifestado siga vigente, no vamos a volver a repetirlo. Nos limitaremos en esta ocasión, principalmente a manifestar nuestra opinión y valoración sobre su actuación durante este sexto año de su episcopado en Donostia.
Queremos, en primer lugar, manifestar a todos los cristianos que forman la diócesis y a
los guipuzcoanos en general, que también nosotros y nosotras somos Iglesia; que en la Iglesia de Guipúzcoa hay voces diversas, y que la del Sr. Obispo no es la única ni la exclusiva. No queremos que nuestro silencio ante determinadas palabras y actuaciones pueda ser interpretado como aprobación o conformidad con las mismas; palabras y hechos que además no quedan circunscritos al ámbito intraeclesial, sino que tienen una repercusión pública en nuestra sociedad. Por ello queremos expresar, públicamente, nuestras opiniones, criterios y valoraciones.
No nos referiremos a todos los acontecimientos ocurridos este año en la diócesis, sino a
los que en nuestro criterio han sido los más importantes o han alcanzado un mayor eco
mediático.
1.Sobre algunas enseñanzas y criterios públicos del Sr. Obispo.
a) En su momento hicimos público lo que pensábamos sobre sus afirmaciones sobre la
ideología de género en la homilía del 15 de Agosto de 2015 en la Iglesia de Santa María
de Donostia, por tanto, no las repetiremos aquí.
b) Sínodo de la familia.
Consideramos que sus manifestaciones en Radio María en torno a los temas más
problemáticos del último Sínodo (paternidad responsable, acceso a la comunión
eucarística de los divorciados que hubieran contraído un segundo matrimonio civil,
homosexualidad) fueron apresuradas, fruto de una lectura subjetiva y de una apreciación errónea, que desembocaron en conclusiones equivocadas. En manera alguna dichas declaraciones contribuyeron a serenar las conciencias de tantos cristianos que viven acuciados por dichos problemas. No era este el objetivo pastoral del Sr. Obispo, el suyo correspondía a la urgencia de manifestar que nada había cambiado en estos problemas, y que la única vía posible, era la que él, y la de los que como él piensan: la doctrina «tradicional «, que no admite cambio ni modificación alguna. De esta manera, creemos, que también él mismo cayó en la manipulación que tan duramente achacó a los medios de comunicación. Creemos que actuó con una ligereza impropia de los graves problemas de los que se trata.
Pensamos que una mayor prudencia es necesaria en temas tan delicados y dolorosos.
Pertrechado en la Doctrina Tradicional y el Código de Derecho Canónico , parece el Sr.
Obispo, olvidar la prioridad de la misericordia que el Papa Francisco no cesa de repetir en este Año de la Misericordia. Recordamos: «no hay nada que tenga mayor prioridad que la Misericordia de Dios».
¿Por qué apresurarse a dictaminar que la comunión de las personas divorciadas vueltas a casar es imposible? Si todo fuera tan nítido no se ve que fuera necesaria la convocatoria de un Sínodo, precedido por dos consultas a todas la iglesias del mundo. Abundando en este mismo sentido, hay un grupo importante de obispos y teólogos de la Iglesia, poco sospechosos de heterodoxia, que han expresado actitudes más abiertas, especialmente en el caso del acceso a la comunión eucarística de los divorciados vueltos a casar.
¿Por qué cerrarse a esas actitudes ? Parece que el Sr. Obispo y sus seguidores no pueden soportar la menor apertura. De lo contrario, ¿a qué se debe la dura denuncia contra algunos obispos de Alemania, que hizo en Radio María?. ¿Acaso los que no piensan como él son enemigos de la Iglesia? ¿También el Papa?.
Parece que no se conoce el sufrimiento que viven muchas personas creyentes. Por
nuestra parte creemos que los que están sufriendo esas duras y dolorosas situaciones
merecen respeto y misericordia. Misericordia, que en manera alguna aparece en las
actitudes que comentamos.
A todos los cristianos , se nos debe, por parte de la jerarquía, un trato de adultos, responsables y capaces de reflexión y decisión en estos y otros temas, sin tratarnos como a niños a quienes se dicta hasta el último detalle de lo que deben creer y cómo deben actuar.
Como tales adultos preferimos esperar a la exhortación postsinodal, que el Papa Francisco, esperamos dirija a toda la Iglesia y respetarla y actuar en consecuencia.
c) Socio-política.
Después del atentado tremendo de París, salió otra vez precipitadamente, sin estar
aclarado todavía lo ocurrido. Entre otras cosas, defendió al Cardenal Cañizares, tan
criticado por poner bajo sospecha la llegada de personas refugiadas a Europa, defendió
sus argumentos y calificó de desproporcionadas las críticas que se le hicieron. En esta
misma intervención, entre otras cosas, si bien reconoció la necesidad y la obligación
humanitaria y moral que tiene Europa de acoger a las personas inmigrantes y refugiadas, resaltó las consecuencias negativas para el futuro de occidente; hizo un análisis sociológico de Europa muy personal y con diagnóstico muy pesimista, hasta catastrofista; llegó incluso a defender la necesidad de una intervención militar de Occidente contra el fundamentalismo islámico, enviando soldados al terreno, cosa que consideró absolutamente necesaria y que no se produce, en su opinión, por falta de valentía y de autoridad moral. Consideramos que es un error tratar de esta forma un problema tan complejo y delicado, más cuando se habla de la necesidad de una intervención armada con la experiencia que se tiene de este tipo de intervenciones y creemos que el suyo fue un discurso inconsistente y muy peligroso.
De nuevo, en Radio María, a la mañana siguiente de las elecciones generales de España, se precipitó al dar su opinión sobre el resultado de las mismas. Habló de una «sociedad enferma». Sin detalle, ni matiz, ni dar razón alguna. Ofendió a la sociedad, al menos las personas de nuestro grupo, como parte de la sociedad, nos sentimos ofendidas. Nadie tiene derecho a insultar a las personas que han participado en las elecciones en conciencia, menos todavía siendo Obispo. ¿Acaso ha enfermado tras estas elecciones una sociedad que anteriormente estaba sana? ¿Está enferma una sociedad que reivindica democráticamente el cambio de una situación, consecuencia, en buena medida, de un pasado desordenado e injusto?.
Hizo también mención de las ideologías de género y liberal como ideologías peligrosas.
¿No es acaso más reprobable, la que no mencionó y tiene más peso en la sociedad, la
ideología neocapitalista?.
Creemos que al no gustarle el resultado de las elecciones echó la culpa a los ciudadanos. Es lo fácil, para no llegar a conclusiones más veraces. Se atrevió incluso, en aportar soluciones a la sociedad enferma, proponiendo un acuerdo PP, PSOE y Ciudadanos y excluyendo al resto de las formaciones políticas.
Consideramos que los dos primeros tienen algo que ver con la situación actual, después
de haber gobernado durante décadas. Excluyó al tercer partido, -en número de votos- y no tuvo en cuenta al resto de los partidos. Al hacer esa elección creemos que no es el
«bien común» lo que está en la base del mismo, sino una ideología como otras.
También se puede ideologizar el llamado «bien común». Esta intromisión en la vida política muestra una ideologización clara, y por ello rechazable, por tantos cristianos guipuzcoanos que no participan de la misma.
Al inicio del folleto publicado por la diócesis con ocasión del Jubileo del Año de la
Misericordia, el Sr. Obispo se pregunta: «¿Cómo vamos a celebrar el Jubileo de la
Misericordia si nos juzgamos continuamente los unos a los otros?». ¿Acaso el Sr. Obispo no ha juzgado a la sociedad con sus palabras?. No sólo la ha juzgado si no que la ha sentenciado, en nuestra opinión de manera errónea y negativa.
En resumen, el juicio establecido por el Sr. Obispo, carece de fundamento y nos parece
además precipitado e insensato. Aunque sin relación directa con lo que venimos diciendo, el Sr. Obispo hizo una referencia a lo que el Papa Francisco afirma en la encíclica «Laudato si» como medio de llegar a acuerdos cuando la situación se hace especialmente tensa: «Invito a un debate honesto y transparente, para que las dificultades particulares a las ideologías no afecten al bien común». Nos atrevemos a pedirle que utilice este consejo del Papa para conducir las tensiones diocesanas. Creemos que el hacerlo está en sus manos y depende de él.
d) Jubileo de la Misericordia.
Tras la lectura y análisis del folleto publicado con esta ocasión, queremos hacer las
siguientes reflexiones:
El Sr. Obispo al inicio de su mensaje, como hemos dicho anteriormente, nos propone el
siguiente compromiso: «Arrancar de nosotros toda crítica, murmuración, cotilleo y
maledicencia. ¿Cómo vamos a celebrar el Jubileo de la Misericordia si nos juzgamos
continuamente los unos a los otros?».
Ciertamente en la diócesis abundan las críticas, rumores y cotilleos. Se habla demasiado y en consecuencia todos estamos necesitados de conversión. Nos gustaría conocer a qué críticas se refiere de uno y otro lado. Pero convendría analizar el por qué de dichas críticas. Pues cuando no se tiene en cuenta lo que se manifiesta en los foros adecuados, cuando se hace un uso autoritario del poder, se crea un ámbito que favorece no sólo la abundancia de críticas y cotilleos, sino un riesgo de llegar a la ruptura y la división entre los y las creyentes de la diócesis.
El Sr. Obispo en la homilía de apertura de la Puerta Santa en la diócesis (13-12-2015) ,
hablando de las obras de misericordia hizo una referencia a las palabras del entonces
todavía Arzobispo de Buenos Aires Jorge María Bergoglio: «Ser corregido una y otra vez
es signo de mayor misericordia» (Recordemos:»corregir al que yerra, dar buen consejo al que lo necesita…»). Este es el sentido que queremos dar a la manifestación de nuestras críticas y tomas de posición. En ningún caso es nuestra intención favorecer el cotilleo, y la división.
El Papa Francisco con la convocatoria del Jubileo de la Misericordia se ha propuesto que
todos los y las creyentes e incluso no creyentes nos tomemos en serio el tema de la
misericordia en este momento de la historia. Insistiendo una y otra vez que el centro de la evangelización es la Misericordia de Dios. Reconoce el Papa, que no siempre la Iglesia ha actuado con este criterio, que ha priorizado la justicia y no la misericordia.
El Papa pide a la Iglesia, a toda la Iglesia, de la que también nosotros y nosotras
formamos parte, un cambio de rumbo decisivo, en favor de la misericordia .
Analizando el programa de nuestra diócesis no observamos cambio alguno en esta
dirección. Se fortalecen las prioridades anteriores, y se pretende continuar por el mismo camino con mayor fuerza.
Observamos con sorpresa, la importancia que en el programa del Año de la Misericordia
se concede a la devoción de «La Divina Misericordia». No creemos que esta devoción
particular esté de acuerdo con las enseñanzas del concilio Vaticano II, ni corresponda a
las intenciones del Papa Francisco. Se nos hace muy difícil aceptar este tipo devocional
en la vivencia de la fe de las personas creyentes adultas.
Creemos que lo que el Papa anuncia en la bula de convocatoria del Jubileo «Misericordiae Vultus» tiene unos contenidos que van mucho más allá que los confesonarios y las indulgencias. Nos parece que no es suficiente citar al Papa una y otra vez para realmente estar de acuerdo con la línea que propone.
Para terminar con este tema nos vemos obligados a decir que en muchas parroquias de la diócesis el folleto citado, no ha tenido una buena aceptación, y en consecuencia tampoco repercusión. La propia edición lujosa del folleto manifiesta más una actitud de orgullo que de pobreza evangélica. ¿Por qué gasta el obispado tanto dinero en esta edición, mientras se ponen tantas normas y medidas para realizar en las parroquias las obras necesarias?.
2. Organización y estructuración de la diócesis.
Queremos expresar también nuestra opinión en este tema tan importante.
a). Economía:
A lo largo de estos años no ha mejorado la transparencia de la economía diocesana, ni
su comunicación. Se nos ha hecho saber por activa y pasiva que la situación de la
economía diocesana es precaria, y en algunas parcelas, insostenible, pero sin ser
acompañada de los datos económicos suficientes para conocer el alcance de la situación.
Esta situación produce poca credibilidad y consecuentemente la no-implicación de
muchos sacerdotes y seglares en esta cuestión.
b) Organización diocesana.
La falta de relevo en los sacerdotes, -pero no sólo no sólo en ellos, en los seglares
también se va dando este problema-, obliga, creemos, a una remodelación en
profundidad de la diócesis. No vemos, que el problema se plantee en los términos en que debería hacerse. Un análisis-programación del futuro inmediato, que marcara las
prioridades a las que debería dedicarse más personas, tiempo y energías. Al contrario, la forma de abordar el problema es abandonarlo a su suerte, o improvisar, con funciones dobladas o triplicadas a los sacerdotes que, de una u otra forma, aguantan las múltiples tareas que se les encomiendan. Esto ocurre tanto en las parroquias como en los departamentos pastorales de la curia, con las consecuencias que acarrea esta
multiplicación de tareas y responsabilidades: Cansancio creciente, que llega a afectar la
salud física y psíquica de los sacerdotes, tareas superficialmente desempeñadas,
indiferencia ante el futuro, comodidad en el mantenimiento del espacio que «me
corresponde» ; falta de respuesta en tareas más allá de los mínimos parroquiales , escasa o nula participación en las tareas y actividades diocesanas, desilusión y frustración.
c) Organización institucional.
La organización institucional de la diócesis, especialmente las vicarías y algunos
departamentos, se ven sustituidos clara, -vía nombramientos-, o subrepticiamente, vía
adhesión incondicional o familiar al Sr. Obispo, por un núcleo «duro» que es quien
gobierna la diócesis. Se mantienen las formas jurídicas e institucionales, pero en no
pocos espacios y campos el gobierno personal, real y efectivo del Sr. Obispo se ve
reforzado e influenciado por estos colaboradores más cercanos a su persona que, en
buena medida, -como decimos en otro lugar- impiden, de hecho, la colaboración y la
implicación de las personas e instituciones que deberían ser los colaboradores reales del Sr. Obispo, y no sus meros comparsas. Este doble funcionamiento no ayuda a la
implicación de la mayor parte de sacerdotes y los laicos con responsabilidades
pastorales, en el abordaje, el planteamiento y las posibles soluciones a los graves
problemas diocesanos.
d) Consejo de Arciprestes.
El Consejo de Arciprestes, tiene como función principal aconsejar al Sr. Obispo en los
temas que conciernen la actividad pastoral de la diócesis. El mismo Sr. Obispo ha
manifestado en repetidas ocasiones la importancia que le concede en orden a
aconsejarle en dicha tarea. También ha manifestado que el Consejo de Arciprestes está
de acuerdo con las decisiones tomadas por él, en la actividad pastoral. Pero hemos de
afirmar que dichas declaraciones no se corresponden con la realidad. Por una parte hay
un grupo de arciprestes que reiteradamente han manifestado su desacuerdo con
actividades y decisiones pastorales tomadas por el Sr. Obispo, y que consideran que la
importancia que el Sr. Obispo afirma conceder a los consejos de los Arciprestes, no pasa de la mera formalidad.
e) Consejo Presbiteral.
Formado por un conjunto de presbíteros, es un Consejo que debe constituirse
obligatoriamente, cuya misión es ayudar al Sr. Obispo en el gobierno de la diócesis (c.
495-CC). Es por tanto la institución a la que toca analizar los temas más importantes o
de mayor influencia en la vida de la diócesis en orden a aconsejar al Sr. Obispo en el
gobierno de la misma. Sin embargo, ha ocurrido en diversas ocasiones, que únicamente se ha informado al Consejo una vez tomadas las decisiones, sin que aquél haya sido consultado sobre la cuestión. Así ha sucedido en la decisión tomada de situar en Iruñea el Seminario de la Diócesis, en la de adelantar la edad de la confirmación, o en la recepción de algún sacerdote proveniente de fuera de la diócesis.
f) Consejo Pastoral Diocesano.
«…al Consejo pastoral corresponde, bajo la autoridad del Sr. Obispo, estudiar y valorar lo que se refiere a las actividades pastorales en la diócesis, y sugerir conclusiones practicas sobre ellas». (c.511-CC) , de ahí la importancia del mismo.
Para el actual Consejo Pastoral Diocesano, este es su último año. Lleva cuatro años de
trabajo con este Obispo y a finales del curso pastoral deberá constituirse uno nuevo.
Sabemos que dentro del propio Consejo existe la intención de hacer una evaluación de
su funcionamiento; no obstante, nosotros queremos expresar ahora, nuestra opinión
respecto del mismo.
No se ha hablado y menos debatido de los graves problemas que afectan a la diócesis. Se ha actuado como si dichos problemas no existiesen.
No se han impulsado ni favorecido el diálogo y la comunión, tan necesarias.
No se han aceptado como consejo los criterios personales de los consejeros. Se han considerado como meras opiniones subjetivas.
El Consejo no ha podido estudiar, valorar ni sugerir, menos aconsejar porque no se le ha pedido. Únicamente se le ha pedido participar en proponer iniciativas y recursos para la planificación.
Por tanto el Consejo no ha podido cumplir la función que tiene asignada. Como consecuencia de ello, en nuestra opinión, a algunos consejeros les ha
resultado incómoda su participación en el Consejo. Algunos han seguido
asistiendo con la esperanza de que podría sobrevenir algún cambio positivo, y otros, han dejado de asistir al Consejo, dada la frustración sentida.
En nuestra valoración de esos cuatro años del Consejo tenemos que decir que de muy poco ha servido, más allá de mantener la apariencia formal de su existencia.
A pesar de sus declaraciones el Sr. Obispo no percibe la necesidad de
funcionamiento real del Consejo Diocesano. Desea y persigue que sirva
únicamente para confirmar su voluntad.
g) Evaluación del programa de los años 2011-2016
El programa pastoral quinquenal diocesano ha sido de elaboración exclusiva del Sr.
Obispo. Presentado al Consejo después de ser elaborado. Dicho programa apenas ha tenido repercusión en las actividades pastorales de la diócesis. Prácticamente ninguna en las parroquias.
3) Reflexiones finales.
Tras seis años de gobierno de D. José Ignacio Munilla, la vida de la iglesia diocesana no sólo no ha mejorado, sino que se encuentra medio muerta. La iglesia de Gipuzkoa está dividida. Muchas personas se sienten abandonadas, sin protección, y bandeándose cada una como puede. Se ha perdido la sintonía que muchos sacerdotes sentían con los anteriores obispos, aun cuando no se identificasen siempre totalmente con ellos.
Existe un profundo disgusto por la situación actual de la diócesis, realmente grave y de
difícil solución, y una gran preocupación por el futuro de la misma. Esta misma valoración se puede hacer extensible a parte del laicado a pesar de seguir
trabajando en los distintos campos pastorales. También algunos laicos y laicas que
trabajan en las estructuras diocesanas participan de esta valoración.
Queremos añadir que a pesar de lo que aparezca la Iglesia de Gipuzkoa, no la ocupa
totalmente D. José Ignacio Munilla. La iglesia de Gipuzkoa no es sólo él, es mucho más
amplia y plural. El modelo de Iglesia que trata de imponer, no aceptando nada diferente a su interpretación subjetiva, no es el que muchos cristianos y cristianas de la diócesis deseamos, y por el que trabajamos. No queremos una iglesia presa del miedo al cambio en ella misma y en la sociedad. No queremos, como el Sr. obispo, mantener con rigidez el pasado y no abrirnos a un futuro renovador.
La ligereza e imprudencia de las actitudes del Sr. Obispo que hemos mencionado, han
hecho perder credibilidad y auténtica autoridad a la figura del Obispo, y han disminuido el prestigio que la misma había alcanzado en etapas anteriores.
No somos sólo las personas que pertenecemos a Eutsi Berrituz quienes hacemos estas
valoraciones. Son muchos los cristianos y cristianas guipuzcoanos que en algunos casos
públicamente, y en muchos más, privadamente han manifestado su desacuerdo con el Sr. Obispo y su actividad pastoral.
La situación de la diócesis de Gipuzkoa es muy preocupante. Preguntamos a quienes corresponda si la diócesis no tiene derecho a vivir una situación más normalizada. Las autoridades jerárquicas de la iglesia conocen esta situación, pero nada han hecho hasta ahora para modificarla. Transcurren los años y no llega la paz a esta diócesis. Alguien debería tomar las medidas oportunas. ¿Hasta cuándo tendremos que soportar esta situación?.
Gipuzkoa, febrero de 2016