Se le nombra el primero para que sea el último, se le hace el más grande para que sea el primer servidor. Se le conceden honores para demandarle servicios; se le rinde pleitesía para pedirle disponibilidad
(Vicente Luis García).- El XVIº obispo de la Diócesis de Vitoria, el cuarto de los nacidos en la vecina Navarra, y el primero en ser nombrado obispo teniendo como primer destino Vitoria. Estas son algunas de las singularidades del nombramiento de Juan Carlos Elizalde Espinal como obispo de Vitoria y que afectan directamente a la celebración que tendrá lugar este sábado a partir de las 12 del mediodía en la concatedral de María Inmaculada, Catedral Nueva.
La ceremonia puede durar, solo la ceremonia, unas dos horas largas. A ello se le sumaría el tiempo que, el ya monseñor, Elizalde quisiera dedicar para poder saludar a todo aquel que lo desee. (Esperemos que la caridad cristiana sea ejercida por cuantos sepan que más tarde o más temprano podrán estrechar su mano, y en un clima sin duda más relajado, reduciendo con ello la larga fila que sin duda esperará poder darle el primer saludo).
En el deseo de acompañar a cuantos quieran seguir la celebración, bien en directo o bien a través de la página web de la diócesis en streaming, ofrezco un pequeño guión comentado de la celebración.
A las 10:30 está prevista la apertura del templo para que los fieles puedan ir tomando asiento. La catedral es un templo frío de por sí por lo que buen calzado y ropa de abrigo pueden ser un buen consejo para pasarse unas horas en el templo neoclásico. Un templo que por cierto estrenó con éxito en la despedida de D. Miguel Asurmendi un nuevo sistema de megafonía que permite hacer llegar la palabra con un sonido más limpio.
A las 11:45 Juan Carlos Elizalde llegará a la Puerta principal de la catedral acompañado del nuncio apostólico de Su Santidad, monseñor Renzo Fratini. En el pórtico de entrada será recibido por su antecesor, el ya emérito obispo de Vitoria Monseñor Asurmendi acompañado del cabildo catedralicio, los sacerdotes vinculados como canónigos a la catedral. El canónigo que ostenta el cargo de deán, en este caso Félix Larrínaga, le hará entrega del Lignum Crucis, para que la bese, y le entregará también el aspersorio, un recipiente con agua bendita que usará para que el obispo electo se asperge a sí mismo y de forma simbólica a todos los presentes.
Ahora viene un momento muy emotivo y para el que se precisará un gran silencio que lo acompañe: la comitiva se encaminará hacia la capilla del Santísimo Sacramento (situada en el brazo derecho del crucero, junto a la puerta Norte. Allí se encuentra el retablo procedente de la parroquia de San Martín de Arbulo, una tabla barroca de mediados del s.XVII, y frente al Sagrario se postrarán a orar unos minutos en silencio.
A continuación se encaminarán hacia la sacristía para revestirse con los ornamentos litúrgicos y esperar a que las 12 marque el momento de salir en procesión hasta el altar desde el fondo de la nave central. El pectoral, o cruz que llevan los obispos, será el único elemento que traiga de casa. Además es una pieza que pertenece a la familia.
La ceremonia la preside el Nuncio y a su lado el obispo electo.
Las primeras palabras serán pronunciadas por D. Miguel Asurmendi, todavía en calidad de Administrador Apostólico. La Liturgia eucarística sigue con el guión normal: el acto penitencial, el canto del Gloria y todas las lecturas que el leccionario contempla para ese día.
Tras la lectura del Evangelio comienza el rito de la Ordenación episcopal.
El Elegido es acompañado por los vicarios de la diócesis, Fernando Gonzalo -Bilbao y Fernando Otaduy, hasta el Nuncio a quien hacen una reverencia. El Vicario General, Gonzalo – Bilbao, se dirigirá al Nuncio, como ordenante principal, para pedirle la ordenación del Elegido.
El Nuncio preguntará si tiene mandato apostólico, mero requisito formal, y pedirá que se lea.
El canciller del obispado de Vitoria, Juan Manuel Ochoa de Azpuru, mostrará el documento, la bula pontificia, y dará lectura de la misma a toda la asamblea. Y como gesto de aprobación unánime del pueblo fiel todos cantan el Gloria
A continuación el Nuncio pronunciará unas palabras a modo de homilía. Tras la misma el Nuncio someterá a un tradicional interrogatorio al Elegido para que dé muestras de su fe, de su disponibilidad, de su fidelidad a la Iglesia y de su vocación de servicio.
Ahora viene un momento solemne y habitualmente muy emotivo: el Elegido se postra en el suelo con los brazos extendidos mientras la Asamblea ruega por él invocando a los santos en una letanía que incluye a los santos de la Diócesis, a los doctores de la Iglesia, y aquellas figuras del santoral que para Juan Carlos Elizalde tienen una especial relevancia mística y espiritual.
Tras levantarse El Elegido pasará por el obispo ordenante principal y por el resto de sus ya hermanos en el episcopado para que le impongan sus manos. Este es el momento en el que Juan Carlos Elizalde, sacerdote de la Diócesis de Pamplona-Tudela se convierte en monseñor Elizalde Obispo. Es en este momento cuando se invoca al Espíritu Santo para que el Sacramento sea efectivo, y en este signo la tradición entronca con la sucesión apostólica desde que Matías se unió al grupo de los 12 ocupando el puesto de Judas Iscariote.
El siguiente gesto es la plegaria de ordenación que es recitada mientras dos diáconos sujetan el libro de la Palabra de Dios. El siguiente signo es la unción en la cabeza con el aceite del crisma, el óleo sagrado. A continuación se le entrega el Evangeliario, el libro de las lecturas de la Palabra de Dios de cada día. Seguidamente se le pone en la mano el anillo episcopal, un signo de fidelidad a la Iglesia. El siguiente elemento de la dignidad episcopal es la mitra que indica la función del obispo de presidir en la caridad a la comunidad cristianas que se le ha confiado y ser modelo de santidad para la misma; y por último el báculo, un regalo de la Diócesis de Pamplona-Tudela, el símbolo del pastor que ha de tener como modelo de referencia al Buen Pastor.
En ese momento el Nuncio cederá el puesto de presidencia en la celebración para que el nuevo obispo tome posesión efectiva de la sede, del asiento, que le corresponde.
Es muy probable que en ese momento se fundan la música y los aplausos mientras los obispos pasan a felicitar con un abrazo al nuevo prelado y una representación de la Diócesis de Vitoria, sacerdotes, religiosos y laicos de todas las edades ofrecerán, en nombre de todos, el primer abrazo al nuevo obispo de Vitoria.
Tosa la celebración contará en la parte musical, un elemento esencial en la liturgia, con el Coro Claustrum Armonicum, bajo la batuta del maestro Javier Sarasúa. Al órgano estará el maestro organista titular de la Catedral Floren Unzueta, Unai Ibañez será el canónigo cantor y el programa ha sido preparado con el asesoramiento del canónigo maestro de capilla Rafa Mendialdúa.
Ahora la celebración eucarística prosigue con sus partes ordinarias y antes de la bendición ofrecida por el nuevo obispo podremos escuchar sus primeras palabras.
Al finalizar la ceremonia monseñor Elizalde se prestará a saludar a todos los que lo deseen, aunque no habría que descartar que quienes le acompañen en ese momento decidan en algún momento poner un límite a tanta expresión de afecto para que el protagonista pueda seguir disfrutando de un día tan especial para él, para su familia y para la Iglesia.
Non solum sed etiam.
Si bien es cierto que la ceremonia guarda reminiscencias de tiempos pretéritos también es cierto que la traducción de cada gesto y de cada símbolo hoy se entiende más desde el servicio que desde el poder. Se le nombra el primero para que sea el último, se le hace el más grande para que sea el primer servidor. Se le conceden honores para demandarle servicios; se le rinde pleitesía para pedirle disponibilidad. Hoy se le dará mucho para mañana exigirle mucho más.
Eso es un obispo y lo demás son imitaciones.
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