El contraste entre las mesas de fiesta y las caras de los refugiados en las imágenes de las paredes
(Lucía López Alonso).- Como cada año por estas fechas, Mensajeros de la Paz Edad Dorada Andalucía celebró anoche una cena benéfica a favor de los proyectos de la Fundación Mensajeros de la Paz. El evento, al que acudieron unas 600 personas, fue un despliegue de sonrisas conocidas: autoridades como el alcalde de Jaén, Javier Márquez, y colaboradoras de Mensajeros como Irma Soriano, que condujo la gala desde el escenario, no faltaron a su cita con la solidaridad. Sin embargo, hubo dos personas que destacaron por encima del resto de invitados: la presidenta de la Junta de Andalucía, Susana Díaz, y el flamante obispo de Jaén, Don Amadeo Rodríguez.
«Habéis venido a cenar, no a escuchar los discursos de un cura», dijo el Padre Julio Millán, presidente de Mensajeros de la Paz Edad Dorada Andalucía, para iniciar la gala. Pero los invitados, contentos y como en familia, demostraron tener ganas de escuchar. Sobre todo las palabras, siempre emocionantes, del Padre Ángel García, fundador de Mensajeros de la Paz. «El Padre Ángel es un hombre lleno de Dios», opinó Millán.
Y una sentencia todavía más llamativa no tardó en oírse, de boca nada menos que del nuevo obispo de Jaén, Monseñor Rodríguez Magro: «El Padre Ángel siempre ha estado en la Biblia, porque ya el profeta Isaías se refiere a la misión de ser ‘el mensajeros que anuncia la paz'». Destacando la lucha solidaria por la paz del sacerdote que preside la ONG, Rodríguez agradeció de un modo vívido su trabajo «por un mundo mejor empezando por lo fundamental».
En la cena brillaron las sorpresas -rifa solidaria, actuación de Inés Robles «La Morenita»…-, pero también destacaron la humildad del cubierto solidario y la presencia silenciosa pero permanente de los refugiados, desde las paredes. El contraste entre las mesas de fiesta y las caras de los niños sosteniendo un bollo y un vaso de leche en una carpa de Mensajeros. Fotografías que anoche se convirtieron, en el pabellón del Ifeja jiennense, en ventanas a los campamentos de Malakasa o Moria, al puerto del Pireo o a otro de los puntos de la ruta de los refugiados de Oriente Medio por Europa que tan bien conocen los trabajadores y voluntarios de Mensajeros.
Invitando a los asistentes a esa reflexión, Soriano explicó la labor que la institución lleva desempeñada a favor de los refugiados tanto en Europa como en Jordania, y dio paso a la proyección de un vídeo de este mismo proyecto. Por su parte, los representantes de Quesada Solidaria, la ONG de médicos que colabora con Mensajeros en Centroamérica (atendiendo voluntariamente a personas sin recursos en expediciones frecuentes), recordó que lo recaudado también se destinará a continuar este trabajo en América Latina. Y el Padre Ángel, por último, no titubeó en lanzarle la pelota a la presidenta de la Junta: «Ojalá nuestros políticos den el paso y los refugiados no lleguen con cuentagotas».
Y entonces, tras las fotografías con todo aquel que le pidió posar, incluido los camareros del catering, uno por uno; tras los entrantes, los primeros, los segundos, de mesa en mesa con una naturalidad poco frecuente en los cargos públicos, llegó el momento de la seriedad. Díaz tomó el micrófono y confesó avergonzarse de la indiferencia europea ante el drama de los refugiados. «Nuestro viejo continente debería haber aprendido: si lo que más quieres en el mundo lo subes a una barca hinchable es porque tienes más posibilidades de perderlo si no lo intentas«, declaró, mencionando su maternidad. «No podemos cerrar la frontera y decir ‘¡que nos vaya bien a los que estamos dentro!’. Yo siento esa vergüenza como europea».