Una meditación preveraniega

Métodos para sobrevivir

"Hay que tratar de vivir bien sin tanto idealismo, realistamente"

Métodos para sobrevivir
Andrés Ortíz-Osés

(Andrés Ortiz-Osés).- En tiempos de vacas gordas o infladas el hombre se plantea la supervivencia, es decir, una vivencia súper o sobrada. Pero en tiempos de vacas flacas o locas como el presente el hombre se replantea la sobrevivencia, o sea, la sobria vivencia y convivencia. En realidad y propiamente, vivir nunca es supervivir sino sobrevivir, no es vivir idílicamente sino realmente, de modo que deberíamos conformarnos inteligentemente con sobrevivir o vivir bien, dejando religiosamente el supervivir o vivir de lujo para la otra vida.

Si la otra vida se caracteriza por la supervivencia, esta vida se caracteriza por la sobrevivencia, eso sí, la mejor posible. Pero lo posible no siempre es lo factible ni suele serlo, así que hay que tratar de vivir bien sin tanto idealismo, realistamente. Para lo cual necesitamos una mínima metodología existencial, algún método o camino que nos encamine hacia la sobrevivencia factible, abandonando la super-vivencia irrealizable al menos en este mundo. Pues bien, para sobrevivir o vivir bien, si bien no inmejorablemente, caben tres métodos diferenciados y adecuados para diferentes tipos humanos, aunque los tres pueden ayudar conjuntamente a todo el mundo.

El primer método para sobrevivir en este mundo y a este mundo es el método clásico típicamente occidental de coger al toro de la vida por los cuernos, enfrentándose a la realidad virilmente. Es el método de la razón patriarcal que, lejos de amedrentarse, busca solucionar los problemas vitales activamente, procurando el triunfo o éxito final a través de la confrontación. Esta es la tradición clásica que arriba a la modernidad europea y eclosiona en los Estados Unidos de América.

El segundo método para sobrevivir en este mundo y a este mundo es el método tradicional típicamente oriental, el cual intenta relativizar la problemática vital vaciándola de su negatividad y agresividad oblicuamente, disolviéndola en lugar de resolverla. Aquí ya no hay confrontación con la realidad turgente o rugosa, sino arrugamiento interior y soslayo exterior, pasividad o pasotismo, debilitamiento posmoderno narrado por G.Vattimo. Frente a la razón patriarcal, aquí se adivina un soterrado sentido matriarcal-femenino de la diferencia y la disidencia, de la línea curva u oblicua frente a la línea recta, del misticismo frente al ascetismo clásico.

Mas hay un tercer método para sobrevivir en este mundo y a este mundo: es nuestro método híbrido de la asunción androgínica o ambivalente de la problemática humana intentando suturarla a través de su coimplicación (intramoderna). Ahora tratamos de re-mediar la negatividad de lo real asumiéndolo críticamente e, in extremis, radicalmente, es decir, desesperadamente. No es ya la primera actitud de autoafirmación absoluta, ni tampoco la segunda actitud del relativismo, sino el talante relacional o fratriarcal, mediador y mediado, intermedio y transversal, cuya clave está en coafirmar la ambigüedad de nuestra realidad y tratar de encajarla convenientemente.

Si el primer método pretende afirmar y afirmarse en el ser (propio), el segundo método pretende negar y negarse en el no-ser, el vacío o la nada (impropia). En el primer caso se proyecta una construcción heroica de la propia identidad, en el segundo hay una deconstrucción dracontiana de la propia identidad. Frente a esta dualización, el tercer método planea reconstruir la correlación entre el hombre y la realidad, procurando encajar lo real pro y contra, positiva y negativamente, a vida y muerte.

Concluyamos. Mientras que la primera actitud intenta superar la negatividad extroversoramente, la segunda sólo trata de «supurar» la negatividad introversoramente. Por su parte el tercer punto de vista se inclina por cooperar con la negatividad positiva y negativamente, extroversora e introversoramente, medialmente. Hay personas que prefieren un método u otro porque les funciona mejor de acuerdo con su carácter, aunque el tercer método parece más sintético y adecuado.

Sin embargo, y en situaciones de riesgo real, no habría que descartar un cierto eclecticismo metodológico, reafirmando los tres métodos o pasos a modo de diapasón musical, precisamente para poder sobrevivir hoy. Pues sabido es que mañana no sobreviviremos, salvo simbólicamente: lo cual es también negativo y positivo.

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Autor

José Manuel Vidal

Periodista y teólogo, es conocido por su labor de información sobre la Iglesia Católica. Dirige Religión Digital.

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