Messi refleja la existencia del bien y del mal en el mundo y en el comportamiento humano
(Manuel Mandianes, antropólogo y escritor).- El mito es atemporal, refleja pasiones siempre humanas, como el sentimiento, la venganza, la avaricia, el heroísmo, el dolor, la resignación, la fortaleza, el bien, el mal. Porque son el reflejo de esto, tantos dramas construidos hace más de dos milenios siguen figurando entre los grandes mitos de la humanidad. Porque tienen una dimensión sagrada, no hay nada que pueda impedir que nos identifiquemos con los mitos de siempre aunque su manifestación sea actual.
El mito necesita, para nacer, grandiosidad real o imaginada, tal vez creada por los medios de comunicación. A pesar de la laicización de la sociedad, lo sagrado, manifestado y encarnado en el mito, sigue vigente e impresionando al genero humano.
Los mitos, además de explicar la realidad y la pertenencia del ser humano a ella, reflejan la configuración de la sociedad, la política y los valores del momento, de la moralidad del momento.
En el mundo de los dioses no hay lugar para la duda, salvo la excepción de Medea. San Antonio no es un santo bíblico sin embargo goza de un predicamento casi sacramental porque encarna real o virtualmente, mejor que ningún otro, una serie de sentimientos y pasiones humanas.
Messi no es español pero expresa y refleja la existencia del bien y del mal en el mundo y en el comportamiento humano, encarna, por encargo, las virtudes y los anhelos de la hinchada culé. Lo que le está pasando lo convierte en un ser trágico que se plantea sin éxito resistir a su destino cruel y terrible.
Messi es un mito moderno, humanizado. Aunque los anticulés y los antinacionalistas pidan que la justicia se igual para todos y pidan su condena, y aunque sesudas reflexiones demuestren que es un ciudadano que ha estafado la Hacienda Pública, para los hinchas culés y los nacionalistas, Messi es un mito y recibirá el tratamiento que se da a los mitos.
Los mitos, para quienes lo son, ni se cuestionan ni se critican. El soporte simbólico o material, la encarnación, del mito puede cambiar pero su significado permanece inalterable por los siglos.
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