Centro Humanización de la Salud

Un Máster que forma para intervenir en duelo por suicidio

Incluye prácticas supervisadas en el Centro de Escucha San Camilo que tiene más de quince años de experiencia

Un Máster que forma para intervenir en duelo por suicidio
2016 Máster en Duelo Centro de Escucha San Camilo

Una formación de duelo pionera en España y acreditada por 20 años de intervención en miles de casos de duelo complicado

(Marisa Magaña Loarte, Coordinadora del Máster en intervención en Duelo).- Son más de 4.000 las personas al año que mueren por suicidio. Muchas familias destrozadas pueden beneficiarse en estos momentos tan difíciles de relaciones de ayuda con profesionales competentes. El Centro de Humanización de la Salud imparte un máster de intervención en duelo que capacita para intervenir en los duelos de mayor complejidad.

Efectivamente, existen muchas maneras de morir que generan desasosiego en el doliente más allá del propio hecho de estar sin vida. Muertes súbitas, por causas desconocidas, por accidentes en los que no se ha podido estar presente, por negligencias médicas, etc. Pérdidas todas tremendamente dolorosas y difíciles de llevar. No obstante, si de todas ellas hubiésemos de reflejar las más «desconcertantes», las que más «descolocan» emocionalmente a los seres queridos, a la luz de la experiencia del acompañamiento, diríamos sin duda, las muertes por suicidio.

Un «feroz torbellino»

El suicidio de un ser querido provoca en los supervivientes, con mucha frecuencia, un «feroz torbellino» de sentimientos. La rabia por lo que sienten que les ha hecho el fallecido se mezcla con la culpa por no haber podido ayudarlo, por no haberse dado cuenta de que algo iba mal y a su vez incomprensión sobre el «porqué me dejó fuera de su malestar».

Con esta vorágine de sentimientos no resulta fácil para el doliente hacer el camino del duelo. Todos estos intensos sentimientos, le sumergen en una espiral de reproches, lamentos y preguntas sin respuesta que le mantienen en un estado de bloqueo, impidiéndole buscar las estrategias necesarias para su sana evolución.

En ocasiones estos pensamientos pueden manifestarse de manera difusa, indeterminada: «Una madre cuyo hija se había suicidado cinco meses atrás, en una sesión grupal, ante la pregunta de su marido sobre que más podría haber hecho ella para ayudarla, contestó: no lo sé pero seguro que si me pongo a repasar todo lo que pasó, me van a salir muchas cosas que pude hacer y no hice.»

Otras veces con hechos concretos como los que expresaba una madre cuyo hijo adolescente se había suicidado tirándose por la ventana del baño de la casa de unos amigos: «Sabiendo cómo se encontraba mí hijo y que el baño de aquella casa tenía ventana, debí entrar con él mientras se duchaba».

Hablamos, en cualquier caso, de una no asimilación, no solo de la muerte en sí, sino también de la forma en la que se llevó a cabo.

En muchas ocasiones se llega al suicidio por enfermedades, adicciones o trastornos mentales

Un porcentaje elevado de personas desembocan en el suicidio arrastrados por enfermedades, adicciones o trastornos mentales: trastornos esquizofrénicos especialmente de tipo paranoide, trastornos límites de la personalidad, trastornos depresivos no conocidos a veces por los propios familiares, trastornos de la alimentación, anorexias nerviosas, etc.

Dichos trastornos, en muchos casos, empujan a la persona enferma a realizar una serie de comportamientos y mantener determinadas actitudes difíciles de comprender por sus seres queridos. Salvo que exista una gran sensibilización y conocimiento de la enfermedad, en cuyo caso dichos comportamientos y actitudes serán entendidos a través del prisma del trastorno. 

Pero incluso con el mayor de los conocimientos, es difícil que el suicidio no despierte en los seres queridos, confusión y rechazo.

Muchos son los supervivientes que culpabilizan a sus seres queridos por no importarles los sentimientos de los que «dejaban aquí»: «¡Este chico no pensó que haciendo eso nos destrozaría la vida!»

Esta forma defensiva de entender el suicidio, se manifiesta en el doliente como un intento desesperado de poder amortiguar el inmenso dolor que está sintiendo.

Todos estos pensamientos tienen como denominador común una forma de enjuiciamiento del comportamiento del fallecido, como si éste estuviera mentalmente sano, con conciencia plena de actos y consecuencias, cuando en casos de enfermedad tanto la capacidad empática como muchas otras funciones están bastante comprometidas.

Tratar de entender lo que hizo el ser querido enfermo desde la lógica de una persona mentalmente sana es como querer comunicarse con dos códigos distintos, salvo que se conozcan ambos, difícilmente se llegará a la comprensión.

Ayudar a percibir lo sucedido de forma distinta

Saber acompañar a los dolientes en estas cavilaciones, poder ayudarles a percibir lo sucedido de distinta manera, ajustando el recuerdo a la percepción que realmente se ha tenido del ser querido entre otras muchas cosas será vital para ayudarles a salir adelante de una experiencia tan extrema.

Si deseas formarte en intervención en duelo complicado, en el Centro de Humanización de la Salud contamos con una formación de duelo pionera en España y acreditada por 20 años de intervención en miles de casos de duelo complicado.

Hospitales de referencia, Centros de Salud, Instituto Anatómico Forense, Samur, son varios de los organismos que confían a diarios en nosotros para atender dolientes en estado crítico.

Para leer más información sobre este Máster de Intervención en Duelo, pinche aquí:

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Autor

José Manuel Vidal

Periodista y teólogo, es conocido por su labor de información sobre la Iglesia Católica. Dirige Religión Digital.

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