Hay otras formas de trata que no se abordan como "la mendicidad, los matrimonios forzados, la explotación laboral o el tráfico de órganos"
Las organizaciones de la Iglesia católica piden al futuro gobierno de España una ley integral contra la trata de personas que incluya otras formas de este delito como la mendicidad o los matrimonios forzados y denuncian que las actuales políticas migratorias incrementan el riesgo de trata.
Así lo reclaman Cáritas, la Conferencia Española de Religiosos (CONFER), la Fundación Cruz Blanca y Justicia y Paz en un comunicado con motivo de la celebración el próximo sábado 30 de julio del Día Mundial contra la Trata, instituido en 2013 por la Asamblea General de las Naciones Unidas para concienciar sobre la situación de las víctimas del tráfico humano y para promocionar y proteger sus derechos.
Según la Organización Internacional de Trabajo hay 21 millones de personas víctimas del trabajo forzoso en el mundo, de las cuales casi 5 millones son víctimas de trata con fines de explotación sexual.
Las organizaciones de la Iglesia reconocen que «se ha avanzado mucho» en los últimos años para perseguir este delito pero recuerdan que hay otras formas de trata que no se abordan como «la mendicidad, los matrimonios forzados, la explotación laboral o el tráfico de órganos».
«En España todavía no existe una ley integral que aborde todas estas formas de trata, una condición que permitiría una coordinación de manera efectiva para luchar contra la trata, identificar y proteger las víctimas y asegurar sus derechos humanos», subrayan.
Además, denuncian que existen «políticas que aumentan la vulnerabilidad de las personas y el riesgo de ser sometidas a trata» como por ejemplo, las actuales políticas migratorias.
«Políticas que fracasan al poner en peligro a las personas, empujándolas a manos de redes de traficantes y tratantes por la falta de vías legales para conseguir un destino mejor. Cada persona tiene el derecho a buscarse una vida digna para sí misma, para sus hijos e hijas, para su familia», advierten.
Por ello, como entidades de Iglesia, respaldadas por la Sección de Trata de la Conferencia Episcopal Española (CEE), piden poner siempre el interés de las víctimas en el centro, «estén o no identificadas como tales», y «evitar la revictimización, habilitando mecanismos para que la investigación de los delitos no implique más sufrimiento para las personas».
Según recuerdan, todos los países están afectados por la trata, ya sea como país de origen, tránsito o destino de las víctimas. Por ello, llaman a tener los ojos abiertos ante la trata que puede haber detrás «de las personas que piden una limosna en el supermercado, de la prostitución, de la ropa o de la fruta y verdura que se consume». «Puede haber sufrimiento de personas que, víctimas de la cultura del descarte a la que alude el Papa Francisco, son explotadas», subrayan.
Por otra parte, desde Manos Unidas llevamos décadas luchando contra la pobreza y sus causas, que son también origen y consecuencia de las situaciones de trata y tráfico humano. Y es que, el delito de la trata es un problema global, con víctimas de hasta 152 nacionalidades localizadas en 124 países del mundo y que se mueven a través de hasta 510 corrientes intrarregionales y transnacionales que, en el 5% de los casos, atraviesan el mundo entero y que tienen por víctimas a las personas de las regiones más pobres de Asia Oriental y Meridional y del África subsahariana.
Por eso, en los últimos 6 años Manos Unidas ha financiado con 1.151.852 € la realización de 16 proyectos especializados en la prevención del tráfico humano y el rescate y reinserción social y familiar de sus víctimas en países como India, Laos, Vietnam, Kenia, BenÍn, Togo, Gabón y Perú.
El distrito de Kandhamal (Odisha), es uno de los más pobres de la India, y la mayoría de su población, con gran número de aborígenes y descastados, vive con menos de 1 € al día. Por eso, los índices de migración son muy elevados, y las persecuciones contra las minorías cristianas sufridas en 2008 aumentaron aún más la huida de la población. Las mafias han aprovechado la situación y captan a las víctimas ofreciéndoles falsos trabajos en otras ciudades. La pobreza y la ignorancia son los colaboradores necesarios en este drama. «Las personas acaban siendo explotadas laboralmente, prostituidas o incluso usadas para el tráfico de órganos. Pierden sus propiedades y sus viviendas al irse y si quieren regresar, ya no tienen nada», explica Father Manoj, director de la organización Jana Vikas, socia de Manos Unidas. «Y si las mujeres se quedan embarazadas, sufren, además, la estigmatización y rechazo de su entorno, lo que las obliga a abandonar sus hogares o no regresar más, y sin formación, caen en la prostitución», asegura Manoj.
Manos Unidas apoya desde 2011 con 65.249 € el «Programa de prevención y rehabilitación contra el tráfico de mujeres» que lleva a cabo la organización Jana Vikas perteneciente a los Servicios Sociales de la Diócesis de Cuttack y que acaba de ser renovado hasta finales de 2018 con otros 90.374 € de inversión. Su objetivo es realizar programas de sensibilización y prevención contra la trata centrados en unas 3.300 mujeres jóvenes y niñas, las más afectadas por la trata o tráfico humano con objetivos de explotación sexual y laboral. En coordinación con otras instituciones y con las autoridades locales, rescatan a las víctimas de la trata y les ofrecen oportunidades de reintegración social a través de centros de acogida, donde reciben apoyo psicológico y formación laboral.
Togo y Gabón son, respectivamente, países de origen y destino de menores víctimas de tráfico. Aquí, las personas que trabajan para los traficantes van a los pueblos y engañan a jóvenes y a sus padres ofreciendo una vida mejor si se van con ellos y que podrán estudiar y ganar mucho dinero para ayudar a sus familias. Los pequeños abandonan el pueblo y las fronteras de Togo hacia Benín y Nigeria, y allí son embarcados en una patera para viajar durante cuatro días por mar hasta llegar a Libreville (Gabón). Las chicas son colocadas para trabajar en casas donde no recibirán nada o en los puestos del mercado como vendedoras ambulantes, sin derecho a la escuela ni a un sueldo y con una salud y alimentación precarias, además de sufrir golpes de sus patronas, quienes les impiden el contacto con su familia.
Manos Unidas ha financiado con 57.653 euros a las Carmelitas de la Caridad «Vedrunas» para construir en Togo, país de origen del tráfico infantil, el Centro de Formación en Derechos de la Infancia-«Kekeli’ al que asisten desde diciembre de 2015 más de 700 niñas rescatadas del mercado de Hanoukope, a las afueras de Lomé, capital de Togo. Allí son acogidas tras la experiencia de trata y explotación que han vivido y reciben educación, formación y apoyo jurídico. Y en Gabón, país de destino del tráfico infantil, se ha apoyado con 38.878 € el proyecto «Formación y prevención comunitaria contra el maltrato infantil», que comenzó en 2013 y que se desarrolla a través de la asociación «Arc en Ciel» en el centro Espoir y en Moanda, zona rural a las afueras de la capital Libreville. Allí 970 niños en situación de vulnerabilidad están recibiendo formación y sensibilización sobre las posibles situaciones de trata y abusos a los que pueden verse sometidos, ya que, como asegura la misionera española Covadonga Orejas, responsable de estos proyectos: «la causa más profunda de la esclavitud infantil y del maltrato es la pobreza y la ignorancia».
(RD/Ep)