La mañana ha sido una mañana llena de destellos muy bonitos e interesantes, pero destellos al fin y al cabo, y yo lo que busco son fogonazos, para así poder transmitiroslos ahora
(Javier Garrido).- Hola de nuevo a todos. Cuando estéis leyendo estas líneas yo ya estaré o bien camino del Campus Misericordiae o bien allí ya, y no sé muy bien en condiciones.
Lo admito, ando un poco inquieto en saber como serán ambas cosas, tanto el camino hasta allí como la misma ‘estancia’ en aquella inmensidad. No sé, tengo quizás demasiados malos recuerdos de Cuatro Vientos en Madrid, y no quiero que pase lo mismo. Pero algo en el corazón me tranquiliza y transmite confianza en que mañana va a ser un grandísimo día. Es de esta tranquilidad y de esta confianza de la que os hablaré al final del diario de hoy, un día espectacular.
Aún así, ahora quiero tan solo pediros un favor antes de continuar leyendo: un ave maría. Rezadle a la Virgen para que interceda por todos los peregrinos que durante este día caminanos al encuentro del Santo Padre en el Campus, o bien ya están allí.
Que todo vaya bien y vivamos un auténtico encuentro con Cristo durante todo el fin de semana. Gracias por tu pequeña oración, la Virgen nos escucha a todos.
Bueno, y metiéndonos ya de lleno en el día de hoy, he de admitiros que ha sido un día en el que he vivido experiencias impresionantes, y todo después de hacerme una pregunta a mitad de día mientras comía.
La mañana ha sido una mañana llena de destellos muy bonitos e interesantes, pero destellos al fin y al cabo, y yo lo que busco son fogonazos, para así poder transmitiroslos ahora. Y claro, tras la mañana, comiendo con mis compañeros y hablando de cómo habíamos vivido las catequesis de la mañana, venía a mi cabeza humana la pregunta que os decía antes: ¿de qué voy a hablar yo esta noche?
Ha sido pensarlo, y el día se ha llenado de respuestas, de fogonazos e incluso de incendios del corazón que espero no alargarme mucho en narrarlos, en concreto tres de ellos.
He tenido tras las comida la inmensa suerte de poder ser uno de los que ha participado en la redacción del manifiesto del Movimiento Juvenil Salesiano sobre la misericordia, respondiendo a las preguntas que el mismo Papa nos hace. Prefiero no desvelar nada del documento aunque os adelanto que es realmente ilusionante, en cuanto lo tenga no dudaré en compartirlo con vosotros. Hoy prefiero hablaros algo más de lo vivido en esta reunión. Comenzábamos con una pequeña oración en la que nos poníamos en manos de Dios, y surgían de las voces de nosotros, los jóvenes la petición también de pedirle al Espíritu Santo su presencia, y también incluso el abandono en Dios durante la hora que íbamos a trabajar.
Pide y se te dará dijo Jesús, y así ha sido. Creedme cuando os digo que durante esa hora tan solo hemos sido unas herramientas en manos de Dios. Mejor dicho, hemos sido los instrumentos que Dios necesitaba en ese momento para el Movimiento Juvenil Salesiano. Éramos jóvenes de diferentes países, de cuatro en concreto, e imagináos nuestras caras cuando al empezar a compartir nuestras reflexiones a cerca del documento previamente trabajado hemos visto como el Espíritu suscitaba en nuestros corazones las mismas necesidades y las mismas oportunidades de trabajo. De verdad, ha sido alucinante, y una experiencia de las que solo se tienen muy de vez en cuando.
La reunión acababa tarde, por lo que no he podido ir al parque Blonia hoy a celebrar el Via Crucis con el resto de peregrinos, y la verdad, al salir hacia el centro iba un poco cabizbajo. Y he aquí de nuevo la intervención de Dios en mi caminar hacia el centro de Cracovia.
Al comenzar el camino veía de lejos un grupo de chavales cantando a viva voz. Iba en ese momento hablando con mi madre, y justo me preguntaba que quiénes eran esos que chillaban tanto. En fin, sí, eran españoles, quién sino. Es nuestra idiosincrasia.
Liderando aquel grupo de navarros iba una monja de hábito gris y velo y escapulario azul eléctrico. Era una hermana de la la Congregación del Verbo Encarnado (no sé si relamente es este su nombre oficial). El caso es que una de mis mejores amigas ingresó hace dos años en esta congregación, y llevo sin verla ya casi dos años. Sé que está en Cracovia, y no he parado de buscar ese hábito durante todos los días que llevo aquí. No he dudado en preguntarle a esta hermana por ella, y en fin, he conseguido hasta ponerme en contacto con ella y mañana si Dios quiere la veré en el Campus Misericordiae. Los tiempos de Dios son otros, y Dios ha querido ponerme en ese camino hacia el centro hoy, solo y a esa hora.
Al llegar al centro, me he encontrado que no podía acceder a él, que todo estaba cortado y acordonado, y sí, he aquí de nuevo los tiempos de Dios: el Papa Francisco ha pasado por delante de mis ojos y yo en primera fila. Ha sido un auténtico regalo.
Hoy me acuesto dando gracias a Dios por tanto que me ha regalado hoy, y al Espíritu por usarme para ser sus labios. Recemos los unos por los otros para que todos vivamos con confíanza plena y fe el abandono en Dios, porque dejando entrar a Dios en nuestras vidas de esta manera, todos seremos instrumentos de la herrmamienta más perfecta: DIOS.
Francisco Javier Garrido Hernández, peregrino de Cracovia 2016. @MJS_es