Ángel Manuel Sanchez

Crisis de liderazgo y populismos mesiánicos

"Las ideologías piensan por el pueblo pero no dejan pensar al pueblo"

Crisis de liderazgo y populismos mesiánicos
Ángel Manuel Sanchez

Este fanatismo no será nunca capaz de explicar cómo matar en nombre de Dios puede agradar a Dios que es clemente y misericordioso

(Ángel Manuel Sanchez).- Las ideologías piensan por el pueblo pero no dejan pensar al pueblo. No son tiempos fáciles para la Esperanza, lo son en cambio para el Miedo. Occidente vive una crisis cultural que ha terminado por agotar la Pos-modernidad, que es esa vacuidad existencial en la que vivimos hoy, donde se rinde culto idolátrico a la vanidad.

Esta crisis también es una crisis de creatividad y por ello no hay que extrañarse de la enorme superficialidad de las relaciones personales, y del resurgimiento por reacción de populismos que también son pos-modernos. Esa crisis de creatividad también ha ocasionado una crisis de liderazgo. Sin embargo es más necesaria la presencia de profetas que de líderes. Señalar la dirección es necesario pero en estos tiempos pobres en pausas, señalar la confusión lo es aún más.

En lenguaje moderno, faltan estadistas y analistas.

Los populismos pos-modernos se inspiran en ideologías que parecían haber muerto, pero que en realidad vivían su discreta metamorfosis adaptativa y han sido rescatadas por generaciones que no las sufrieron.

El Marxismo goza de un gran éxito pero no es triunfante. El marxismo basado en esencia en una dialéctica de confrontación y exculpación, con un mensaje sencillo y mesiánico, goza de buena salud. Llamo marxismo a esas corrientes que gestadas por la posmodernidad, han recibido una estructura de pensamiento marxista, y que satisfacen inicialmente a muchas personas hartas de la vacuidad de nuestra cultura, y viven en no pocos casos, frustradas en sus proyectos vitales.

El Feminismo y la ideología de género, basada en una interpretación de la Historia (nota común) centrada en una dialéctica del enfrentamiento (otra nota común) entre hombre y mujer y, en la lucha de la mujer por liberarse de su sometimiento al varón. Este neo-marxismo es algo paradójico para quienes hemos vivido el matriarcado.

El Ecologismo-Animalismo, con su dialéctica de enfrentamiento entre el ser humano y el resto de las especies, y la necesaria asunción por seres humanos redentores de la lucha de las demás especies frente al explotador y cruel ser vivo dominante, el ser humano. Este neo-marxismo es algo retorcido para quienes comemos jamón y no nos preguntamos de quién es.

El Socialismo Radical, que es un eufemismo para referirse al viejo marxismo político y económico, que renuncia a la toma del poder por medios violentos, pero que utiliza cualesquiera para asaltar el poder. Para ello, necesitan asaltar el lenguaje (dictadura del eufemismo), y los foros de opinión, utilizar la desacreditación personal de los adversarios, y la mentira como arma revolucionaria. Algo de esquizofrenia sí que tiene: comunista pero socialdemócrata, patriota pero partidario de la autodeterminación de los pueblos, explotado pero explotador…

Otro populismo es el Fascismo, que apoyado en un nacionalismo irracional niega las ventajas históricas de los proyectos de convergencia política y económica (Unión Europea y Acuerdos sobre la libre circulación de mercancías, personas y capitales) que enterraron rivalidades y resentimientos históricos entre Naciones, especialmente en Europa.

Este Neo-fascismo es más peligroso, porque se ajusta bien a la realidad (la globalización ha dañado a la clase media), es antiliberal y también exculpa a sus fieles (la culpa es de los extranjeros o distintos) y concreta su mesianismo, no en una estructura (el partido), sino en un líder. Este neo-fascismo no explica a sus fieles que sus vacaciones en el extranjero saldrán más caras y serán más burocráticas porque su economía pierde valor cuando se a-ísla del resto.

Es otro fascismo el Islamismo, que prescindiendo de la Nación (concepto evolutivo del de Pueblo o Comunidad, que es sujeto político y religioso), reacciona de forma violenta y paranoica frente a lo que contempla como una amenaza: Occidente, con su superioridad tecnológica, y especialmente, con su increencia, que se niega a reconocer porque su cosmovisión es medieval.

Este fascismo es el más peligroso porque se basa en certezas absolutas, religiosas. Este fanatismo no será nunca capaz de explicar cómo matar en nombre de Dios puede agradar a Dios que es clemente y misericordioso, salvo claro está se le haga callar en la conciencia, y se usen para ello las drogas (numerosas entre los islamistas), que siempre serán más accesibles que un paraíso repleto de vírgenes.

El ser humano necesita certezas en tiempos donde el Miedo, más que la Desesperanza, está instalado en el inconsciente colectivo.

Y todo este populismo surge porque la Posmodernidad ha impuesto unas reglas para que el ser humano se entienda y encuentre su sentido que han fracasado.

Ha fracasado en su mesiánica promesa de prosperidad infinita. Ha desencantado a quienes reflexionan y entienden que el emocionalismo es una herramienta de manipulación. Ha desenmascarado el individualismo (el éxito a toda costa y dejando incluso cadáveres por el camino) que no es más que otro eufemismo de egoísmo. Esta pseudo-ideología está obsesionada por disfrazar sus fracasos y para ello insiste en asaltar el lenguaje (los eufemismos), como si con ello ocultáramos toda suerte de felonías y vidas personales que se lleva por delante (mediante el aborto, el suicidio y la depresión).

Pero la Pos-modernidad no está del todo vencida, se transforma y ataca. Está convirtiendo en moda lo que es ideología. Gestiona el espectáculo, y domina otorgando o quitando protagonismos, para lo cual explota la vanidad de los candidatos a protagonista.

Lo que viene por delante es sencillamente el resultado de otra transformación más, en este caso de la Pos-modernidad, que ha aprendido que la imitación está caduca por exigencias del público de autenticidades y certezas en los protagonistas, y por puro hartazgo del público de comida rápida mediática.

Permanecen las culturas que se adaptan pero triunfan las que crean, y sólo se crea si se es auténtico.

La autenticidad se apoya en la certeza no en la seguridad. La seguridad se puede acabar convirtiendo en un eufemismo de certeza, que no es evitar el riesgo o el peligro sino en presentarse como una persona o cosa es, no en lo que parece.

La perversión del lenguaje es una sutil y eficaz herramienta para todo populismo o totalitarismo, y la Posmodernidad también lo es.

Necesitamos más profetas que líderes, pues la confusión la advierten los primeros, aunque la resuelvan los segundos. Hemos de advertir la confusión y detectar el error. Estamos en esta fase. La falta de liderazgo provoca una falta de dirección, y la sensación de inseguridad. No podemos confundir la seguridad con la certeza. No podemos seguir viviendo como hasta ahora, para vivir hay que arriesgar, para arriesgar hay que crear, y para crear hay que creer.

Actualmente no existen líderes mediáticos seculares puros porque abunda o el oportunismo (Trump) o la mediocridad (no son auténticos).

Jesucristo es Señor de certezas. El ser humano creado a imagen y semejanza de Dios, encuentra en su espiritualidad identidad, creatividad y liderazgo. En su relación con Dios, el ser humano es auténtico, toda vanidad está enterrada y toda careta arrancada. La búsqueda de plenitud es el motor de la civilización. Para ello necesitamos en la comunidad cristiana y humana, líderes y profetas, es decir, estadistas y analistas que miren las cosas trascendiendo las noticias, e incluso racionándolas.

Oremos a Dios que siempre nos atiende, y comprometámonos con Él en sus planes de redención para todos. Seamos auténticos, Cristianos de una pieza.

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Autor

José Manuel Vidal

Periodista y teólogo, es conocido por su labor de información sobre la Iglesia Católica. Dirige Religión Digital.

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