"No hay lazo alguno con el golpe"

¿Quién pretende desacreditar a Bartolomé I?

«De los amigos me guarde Dios, que de los enemigos me guardo yo»

¿Quién pretende desacreditar a Bartolomé I?
Bartolomé I

Triste resulta que donde la verdad ha de brillar, irrumpa, en cambio, torvo y corrosivo el infundio

(Pedro Langa).- El bueno de su santidad Bartolomé I no gana para sustos. Cuando lo conocí en Estambul, allá en 1981, era él todavía obispo auxiliar de Dimitrios I. Estaba por llegar, pues, lo de metropolita de Calcedonia y el Santo Trono. Mi condición de profesor en el Augustinianum y sus pasados estudios en Roma nos permitieron entablar una jugosa conversación en italiano de la que guardo muy grato recuerdo. Me ganó la voluntad su finura de trato, sobre todo. También su corazón sensible. El porte sereno, amable, sencillo, y las cosas que me contó de la estancia romana dejaron en mi recuerdo una impronta de veras imborrable.

Traigo esto a cuento de la declaración del arzobispo griego de América, Juan Chrysavghis, director de la oficina de prensa del Patriarcado Ecuménico para el Santo y Gran Concilio. A propósito del aguante patriarcal en las semanas previas a los debates de Kolymbari, monseñor Chrysavghis puntualizaba esto a Romfea: «Nunca he visto a nadie más paciente que Su Santidad [el Patriarca de Constantinopla] durante todo este proceso».

Por supuesto que desde entonces no ha cesado de pasar agua por debajo de los puentes. Bartolomé I tiene que hacerse ya chequeos médicos, uno de ellos no hace tanto en Ginebra. Quién sabe si lo de ahora con su hermano no ha sido el pretexto para otro. Lo de Creta ha tenido que afectar a su cuerpo y, sobre todo, a su espíritu. Los titulares, en cualquier caso, han fluido hasta con segundas intenciones: El del 16 de Julio, por ejemplo, decía que durante la sesión del 13 de julio de 2016, el Santo Sínodo había examinado «la demanda del Parlamento de Ucrania sometida al Patriarcado ecuménico de conceder el estatuto de autocefalia a la Iglesia de Ucrania».

En la noche del viernes 15 de julio el mundo todo pudo ver por la televisión el fallido golpe de estado en Turquía. Casi siete horas después el presidente Recep Tayyip Erdoğan aparecía ante los medios para dar por sofocado el golpe y advertía que «los involucrados pagarían un alto precio». Ya se está viendo que no iba de bromas.

Explicaba Orthodoxie el 18 que el patriarca Bartolomé y los otros dirigentes religiosos habían condenado el intento de golpe redactando una declaración común, en la que condenaban firmemente la osadía. Entre los signatarios figura Bartolomé. Los representantes de las comunidades cristianas, judías y musulmanas de Turquía expresaban su gran pesar «por los ataques terroristas que turban la paz de nuestra gran nación y del mundo».

Ya el 19, monseñor Arsenio (Kardamakis), del Patriarcado ecuménico y metropolita de Austria, entonces de vacaciones junto al Patriarca ecuménico en Eslovenia, declaraba a la agencia católica austriaca «Kathpress» que «el patriarca Bartolomé apoya el gobierno democráticamente elegido y nada tiene que ver con la rebelión militar de Turquía.

Antes al contrario, está de parte de todo régimen democráticamente elegido y las instituciones democráticas del Estado de derecho en el país». Rechazaba igualmente Arsenio las informaciones de los medios según las cuales la salida de Turquía del patriarca habría tenido cierta relación con el intento de rebelión militar. El hecho de que Bartolomé, solo unas horas antes del golpe, hubiera salido hacia Eslovenia, no era más que «pura coincidencia». La estancia en tierra eslovena estaba prevista desde dos meses antes.

Las informaciones mediáticas según las cuales el patriarca habría sido advertido poco antes de que una revuelta de la armada del aire turca y unidades de tierra contra el presidente Recep Tayyip Erdoğan era inminente, y que él, ante un hecho así, habría dejado el país, son simplemente falsas. Ello es fácil de probar por los billetes de avión sacados unas semanas antes. Bartolomé no habría tenido conocimiento del golpe sino exactamente dos horas después de su llegada a Eslovenia, desde donde quiso volver inmediatamente a Estambul, algo imposible por el cierre del aeropuerto de Atatürk. En vista de lo cual, decidió permanecer unos días donde estaba.

Corrigió Arsenio igualmente los despachos de prensa según los cuales el patriarca habría firmado el viernes por la tarde una declaración con el dirigente del Gabinete turco de asuntos religiosos, Mehmet Görmez, y el gran rabino de Turquía, Ishak Haleva, en la cual los líderes de las comunidades religiosas de Turquía condenan el intento de rebelión militar y expresan al mismo tiempo su dolor « por los ataques terroristas que turban la paz de nuestra gran nación y del mundo».

El texto común fue difundido por los medios turcos el sábado. Es decir, la declaración había sido firmada ya el jueves e iba dirigida contra el terrorismo en general, precisó el metropolita Arsenio tras referirse al patriarca Bartolomé. No hay lazo alguno, por tanto, con la rebelión militar, de la que nadie, en el momento de la firma, podía tener conocimiento.

Y en fin, el 29 de julio, este punto final: El patriarca ecuménico Bartolomé ha vuelto en la tarde del miércoles -o sea el 27 de julio- a Constantinopla por un vuelo de Turkish Airlines, después de diez días de descanso en Eslovenia y en Francia, donde ha permanecido con su hermano, en la zona fronteriza de Ginebra. El metropolita de Suiza Jeremías, con el obispo vicario Macario de Lampsaque, el arzobispo Job de Telmessos y los clérigos del patriarcado ecuménico han encontrado al patriarca Bartolomé.

En cuanto a los comentarios en los medios griegos conjeturando sobre la concomitancia de los acontecimientos de Turquía con la ausencia del patriarca, la agencia griega Romfea.gr precisa que el viaje patriarcal estaba previsto desde largo tiempo atrás y sus relaciones con el presidente turco Erdoğan jamás se han roto.

¿Quién desea entonces segar la hierba bajo los pies a su santidad Bartolomé I? Triste resulta que donde la verdad ha de brillar, irrumpa, en cambio, torvo y corrosivo el infundio. La proximidad de fechas -nótese bien- no se limita solo al fallido golpe de estado en Estambul y Ankara, sino que podría también extenderse a la suerte final del Concilio panortodoxo en Creta, cuyos avatares dejan entrever un pulso en toda regla de Moscú a Constantinopla y, más aún, ante la concesión o no de una eventual autocefalia de las diversas Iglesias ortodoxas de Ucrania.

Bartolomé I, de nombre secular Demetrio Archondonis, Patriarca de Constantinopla desde el 2 de noviembre de 1991, lleva en el oficio casi 25 años. Nació el 29 de febrero de 1940 en Gökçeada, Turquía. Tiene, pues, 76 años y es ciudadano turco. El tiempo irá esclareciendo este y otros enigmas. Por si acaso, y entretanto, bien haría el titular del Santo Trono en recordar el sabio refrán castellano: «De los amigos me guarde Dios, que de los enemigos me guardo yo».

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Autor

José Manuel Vidal

Periodista y teólogo, es conocido por su labor de información sobre la Iglesia Católica. Dirige Religión Digital.

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