¿Se puede cursar teología en la cárcel? ¿Se puede "hacer" teología desde la cárcel? ¿Debemos hacer teología de la cárcel?
(Xaquin Campo Freire, capellán de Teixeiro).- Los cursos pronto comienzan y esa fue la pregunta que hoy por la mañana en la cárcel de Teixeiro me hizo nuevamente el amigo. Llamémosle Rafael. Tiene una larga condena y lleva tiempo aquí. La conversación fue larga y animada. Pues así de entrada, amigo, no te lo sabría responder.
Sobre todo si por estudiar Teología te refieres a «cursar teología», on line o en una universidad tipo UNED. Pero trasladaré tu pregunta a los medios. Alguien habrá que nos pueda ofrecer esa respuesta, detallando incluso los apoyos precisos, así como las tutorías, libros de orientación, bibliografías y una mínima biblioteca integrada en la biblioteca general de toda prisión.
Esta última posibilidad es más factible ahora que antes, ya que cantidad de sacerdotes no saben a dónde enviar sus libros de especialidad al hacerse mayores. Cuando fallecen, sus deudos quizás se los ofrecen a quien gratuitamente se los retire del lugar donde ellos residían. La posibilidad está ahí. Sólo falta que haya gente interesada que apoyen la inquietud, la idea, y la trabajen.
Las editoriales tiran o destruyen los «restos» que ya no tienen salida. Estamos en la cultura del «no usar» y tirar. Tal vez los donen.
Hubo varias fórmulas de aproximarse al mundo de la teología en las diócesis españolas con muy distintos resultados. Estaban orientadas fundamentalmente a capacitar a laicos para la enseñanza de la religión en los diferentes grados del estudiantado en EGB y el bachillerato. También para preparar colaboradores en las distintas formas de atención pastoral en las comunidades parroquiales.
Actualmente creo que hay una cierta decadencia por falta de demanda. Bien sea ésta porque la fórmula necesita ser profundamente revisada o porque la respuesta ya no se ajusta debidamente a las inquietudes de búsqueda del mundo hodierno dentro del amplio campo de la espiritualidad.
Seguramente que las causas son múltiples. Al estar en una etapa de gran transición no es fácil acertar con las respuestas a las distintas demandas que no siempre están en función de las urgencias que plantean las organizaciones para consumo interno. Pero el mundo es más amplio y muy complejo.
Hasta aquí la conversación. Y vuelvo a la pregunta inicialmente planteada: ¿Es posible cursar teología, en serio, desde la cárcel en sus distintos niveles, incluyendo el universitario? También las cárceles están cambiando. Cada vez, aun siendo minoría, hay más personas con niveles más altos de formación académica. Y también hay quien quiere empezar desde abajo. El ansia de búsqueda del sentido de la vida se deja sentir en la prisión quizá con más fuerza. Pero es cuestión de oportunidades. ¿Se ofrecen hoy esas posibilidades? Y ahí está el desafío.
Si esto se escribe hoy es porque alguien, persona de carne y hueso, que sufre y busca, me plantea la pregunta desde ese mundo real de la cárcel y de su persona: ¿Podría yo estudiar teología? Pero es que además hay muchos más penales y gente trabajando en ese submundo en todo el mundo. Ellos también acogen esos deseos.
¿Son numerosos los demandantes? «No se irrite mi Señor. Voy a hablar por última vez. Quizá no sean más que diez. Pero por consideración a esos diez no destruiré la ciudad». (Gn 18, 32).
Prisioneros no son sólo los que están en las cárceles de cemento y barrotes de hierro. Hay más cárceles fuera, tal vez dentro de nosotros mismos, que caminan a diario en búsqueda de liberación y libertad. Incluidos los que mandan y gobierna los pueblos y las economías. También ellos precisan de reflexión seria y orientación.
¿Y si no hubiese más que cinco justos, o buscadores de respuestas a la vida, con Dios al fondo, valdrían tanto la pena como para ayudar a crear entre todos nuevas respuestas? «Preocupaos de los presos, como si vosotros estuvierais encadenados con ellos». (Heb 13,3).
Sueño con que de nuevo haya quien pueda hacer teología desde su propia carne de prisionero. Tal vez lo estamos necesitando. Pablo de Tarso lo hizo. Jesús de Nazaret no estuvo mucho tiempo preso, pero su estancia fue intensa y con final no halagüeño. La teología de la cruz, camino a la resurrección.
¿Y quién nos dice que entre los funcionarios de prisiones, jueces, fiscales, mundo de la abogacía, víctimas, voluntarios, jubilados, agentes de pastoral, sacerdotes, profesores de universidad, etc., no se despiertan ansias de responder personalmente a preguntas que se hacen a diario? Adolecemos de estar dando respuestas desde afuera. Por eso semejan estar muy distantes. Que frescura transpira el libro de Nelson Mandela: «El largo camino hacia la libertad». No está escrito de memoria. Veintisiete años preso. Esa palabra convence, cautiva e incluso arrastra. Otro tanto cabe decir de Gandhi y tantos mártires de toda época y lugar.
¿Se puede cursar teología en la cárcel? ¿Se puede «hacer» teología desde la cárcel? ¿Debemos hacer teología de la cárcel? ¿Cómo acompaña hoy la teología a todas las personas que giran en torno al Derecho Penal y Penitenciario? ¿Es posible que no tenga una palabra específica que decir? La cárcere es un lugar teolóxico del acontecer salvífico de Dios. Eso debe ser.
«Del dolor habla siempre y solo quien no está en el sufrimiento. Y, entonces, de que sirve». (P. Cinà).