Los cristianos están siendo asesinados en el mundo islámico a causa de su religión. Es un creciente genocidio que debería provocar la alarma global
(A. Aradillas).- Es honesto y justo reconocer que la información- formación que se recibió, y la se sigue recibiendo en la actualidad, como españoles y más como cristianos, en relación con los árabes y musulmanes, no siempre, ni mucho menos, fue y es la adecuada, por lo que se precisa su urgente revisión.
En lugar destacado del libro «Arrancados de la Tierra Prometida- Comunidades árabes y cristianas en Oriente Medio«, de la editorial San Pablo, se transcriben estas palabras denunciadoras de Aya Hirsi Alí, activista holandesa de origen somalí: «Los cristianos están siendo asesinados en el mundo islámico a causa de su religión. Es un creciente genocidio que debería provocar la alarma global. La conspiración del silencio que rodea esta violenta expresión de intolerancia religiosa debe detenerse. Nada menos que el destino de la cristiandad -y en ultima instancia, de todas las minorías religiosas en el mundo musulmán, está en juego…»
El problema es grave. Alarmantemente grave, con dramáticas consecuencias no solo religiosas, sino políticas, y, por supuesto, sociales, con peligros serios de que se extienda. Los medios de comunicación se entintan día a día, con ríos d e sangre martirial, enconando más aún los ánimos por parte de unos y otros, y además «en el nombre del Dios Justiciero», no s le ahorran a la humanidad las lamentables consecuencias de atentados y guerras crueles y devastadoras.
La aportación informativa contenida en el docto y documentado libro, de Oscar Guarrido Guijarro, profesor de Relaciones Internacionales del Centro Universitario Villanueva, es notable e ilustrativa, y ayudará a los lectores al mejor conocimiento de problema tan complejo y arriesgado: «El origen de nuestra fe se encuentra en Oriente Medio, lugar donde se ubica la «Tierra Prometida» que aparece en la Biblia. Precisamente en este territorio siguen existiendo numerosas comunidades cristianas, como los coptos, los caldeos, los melquitas, o los maronitas, en muchas ocasiones desconocidas».
La tarea que se impone y afronta el autor, es la de «analizar con claridad y sencillez estas comunidades y la complicada situación que sufren en medio de los conflictos que las asolan». Reconozco con gozo y sensibilidad bibliográfica cristiana y hagiográfica, que el citado doctor en «Paz y Seguridad Internacional» ha efectuado su trabajo con seriedad científica, experiencia personal y donosura periodística.
Ante tantas y tan preocupantes noticias relacionadas con el tema, la lectura del libro contribuirá a hacernos aún más Iglesia, en común unión con quienes exponen sus vidas en testimonio de su fe, y sin perder la esperanza de que «el Dios de la Paz y del Amor», al que al menos en teoría unos y otros -musulmanes y cristianos- ,le rendimos culto, y en el que confesamos creer, es el verdadero Dios, al margen y sobre los que más o menos oficialmente aseguran representarlo e interpretar inequívocamente sus mensajes.
Los capítulos 5 -«Egipto y los coptos»- , y el 8 -«Los melquitas y los siriacos en Siria y en Palestina»»-, resultan ciertamente ilustradores y de sangrante actualidad. En un hipotético y estable «plan de estudios», el estudio de estas comunidades y sus comportamientos y los de sus miembros, hasta podrían constituir una asignatura de gran relevancia.