Se necesita oído para los asuntos de Dios, requiere de interioridad y ese en un desafío enorme para la Iglesia y para la Orden hoy
(Dominicos).- Entre el 7 y el 9 de octubre, en la Virgen del Camino (León), ha tenido lugar el Congreso In-Ex «El Dios que viene», organizado por la Orden de Predicadores con motivo de su octavo centenario, y en el que se dieron cita cien personas de las distintas ramas de Familia Dominicana.
En un tiempo en el que parece que Dios no importa, que no interesa para la mayor parte de la sociedad, un grupo de hombres y mujeres de fe se han reunido en León para demostrar que Dios sigue siendo fuente de sentido para muchas personas, que sigue siendo posible la relación con Él, y que no guarda silencio, sino que habla a través de la justicia, la belleza, el conocimiento…
La música fue la encargada de abrir el Congreso, con la interpretación de la Sonata de la Anunciación de Biber y otras piezas de la mano de Juan Francisco Vicente, al órgano, y del dominico Jaime Calderón al violín, con el retablo de la Basílica de la Virgen del Camino de fondo.
En la primera intervención, fray José María Prada, hizo un repaso a las imágenes de Dios en tiempos pasados que deberían ser revisadas, como son la imagen de la omnipotencia, de la expiación y de la gracia, en ocasiones distorsionadas y oscurecidas en la manera que fueron presentadas en el pasado. «No se trata de desvestir las viejas imágenes, no se trata de poner en duda el contenido del Evangelio, sino de cuestionar la idoneidad de los continentes usados hasta el momento, buscando formas más actuales que nos provee nuestra cultura contemporánea».
El profesor Pedro Rodríguez-Panizo habló de la posibilidad de la relación con Dios insistiendo en la necesidad de superar una visión reduccionista de la razón: «La razón tiene que encontrar el logos interno de cada fenómeno -también del fenómeno religioso, que tiene entidad propia- pero no imponer a un fenómeno la lógica propia de otro, como pretende el cientifismo».
El teólogo Gonzalo González, alertó acerca del riesgo de las idolatrías, de las falsas imágenes de Dios: «Las idolatrías modernas se presentan de manera sutil, no parecen suplantar al Dios auténtico, pero sí lo oscurecen, lo imposibilitan. Incluso algunos se presentan como compatibles».
En la tarde, cinco ponentes presentaron, de manera breve, las huellas de Dios en la tradición dominicana: el conocimiento de Dios en Santo Tomás de Aquino, por Moisés Pérez; el todo y la nada de Dios en el Maestro Eckhart, por Inés Fuente; el deseo de Dios en Santa Catalina de Siena, por María Ferrández; La belleza de Dios en fra Angélico, por Iván Calvo; y la justicia de Dios en Bartolomé de las Casas, por Alfonso Esponera.
La tarde del sábado finalizó con la representación de la obra «El misterio del Cristo de los Gascones», de la mano de Nao d’Amores, en un marco incomparable como es la Catedral de León, a la que asistieron quinientas personas. La obra quiso ser un regalo, con motivo del Jubileo 800 años de la Orden de Predicadores a la ciudad de León.
El prior de la provincia de Hispania, fray Jesús Díaz Sariego, en la presentación, confirmó el compromiso de los dominicos por buscar nuevos caminos para hablar de Dios. El obispo, D. Julián López, agradeció a la Orden la presencia de los dominicos en la ciudad de León durante siglos. El teatro sacro sobrecogió por su belleza, con una combinación de música, canto, danza, poesía, ceremonia, liturgia… haciendo un repaso a la vida, pasión y resurrección de Jesucristo.
Fr. Felicísimo Martínez cerró el Congreso con una intervención sobre «El silencio de Dios y la palabra del predicador». Reivindicó la importancia del silencio en la vida del creyente: «Se necesita oído para los asuntos de Dios, hay que tener oído para la fe, requiere de interioridad y ese en un desafío enorme para la Iglesia y para la Orden hoy».
El Congreso finalizó con la Eucaristía en la Basílica, presidida por el Prior Provincial, en cuya homilía resaltó la inteligencia de la fe: «la fe es inteligente, porque tiene un modo concreto de comprender la realidad y de comprendernos a nosotros mismos».