Por desgracia ya tenemos en la política, la economía, y en otras manifestaciones terroristas, problemas de sobra para afrontar y emplear nuestras fuerzas
(Txenti García).- El 20 de octubre de 2011 la banda terrorista ETA anunciaba su decisión irrevocable de poner fin al uso de la violencia armada que durante toda su existencia había sido su seña de identidad y que había acabado con la vida de 829 personas.
Aquella noticia ocupó portadas y fue vista con escepticismo por una parte de la sociedad, pero también con un anhelo de creerla cierta y definitiva.
Han pasado cinco años.
Cinco años es uno de los límites que la ley contempla para la «prescripción», por ejemplo la reforma del Código Civil del 2015 fijó en 5 años el límite de prescripción de las acciones en ese ámbito judicial. Y ese mismo año la reforma del Código Penal contemplaba el plazo de cinco años entre sus varemos de prescripción para determinados delitos.
Por lo tanto un quinquenio es un plazo considerable para la legislación para dar por prescritos algunos asuntos de la vida y la convivencia humana.
Hace un quinquenio que ETA empezó a dejar de existir, no así las consecuencias de sus acciones, que en cada casa perdurarán lo que cada cual pueda aguantar. Pero como sociedad quizá podamos establecer este 20 de octubre como la fecha de prescripción del tema ETA.
Sin detrimento para que, de forma individualizada a cada caso particular, la justicia vaya dando respuesta justa. El desarme, tiene que hacerse, voluntaria o policialmente, son las dos opciones; las penas, han de cumplirse, con los beneficios penitenciarios que la ley general contemple; las reivindicaciones políticas, han de defenderse, en sus respectivos foros y con las reglas de juego que marca un sistema político aceptado llamado «democracia»; y las demandas de las víctimas de satisfacción moral y judicial habrán de encontrar su respuesta particular con el amparo social.
Por lo demás, 5 años después, ETA ha prescrito para la sociedad; ya no es un tema que haya de ocupar portadas. ¡Se acabó! Que se disuelvan cuando les dé la gana o cuando la justicia desde su mano policial lo de por hecho consumado. Vivamos por y para construir una sociedad de la que podamos sentirnos orgullosos; por desgracia ya tenemos en la política, la economía, y en otras manifestaciones terroristas, problemas de sobra para afrontar y emplear nuestras fuerzas.
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