Un hombre de discernimiento, de buen juicio, buen consejero. Y además, que sabe escuchar. Lo que me impresiona de Arturo es la atención con la que te escucha. Es un hombre que piensa y le echa cabeza a las cosas
(Jesús Bastante).- Nos acompaña Jesús Rodríguez Villarroel. Txuo para los amigos. Jesuita, venezolano, trabaja desde hace algunos años con Entreculturas. No es un título, pero puede llegar a serlo, es amigo del nuevo general de los jesuitas, Arturo Sosa Abascal.
¿Es así?
Soy amigo y fui compañero de su comunidad. Es decir, que tuve la oportunidad de que hace veinticuatro años me recibiera en la Compañía de Jesús. Era el provincial encargado en ese momento. Después, él era el coordinador del sector social, y director del centro «Gumilla». Yo siempre estuve en este sector y participaba en las reuniones que organizaba Arturo. Y después, cuando lo hicieron provincial, cada vez que tenía unirme con Arturo, porque los jesuitas nos entrevistamos una vez al año con él, le decía: «Arturo, yo quiero ir a África».
Y cuando fue a terminar su provincialato, me dijo: «Txuo, tu África ha llegado. Escribe al padre Cóbema para que vayas a África». Y me destinó allá. Lo que pasa es que nunca llegué.
¿Y eso?
Porque justo cuando Arturo terminaba su provincialato, e iba a la frontera colombo-venezolana, el nuevo provincial me dijo: «tu África está en la frontera colombo-venezolana». Y fue allí donde me tocó vivir con el padre Arturo Sosa ocho años.
Que no es una mala frontera.
Es una frontera complicada, la más caliente de América Latina. Una confrontera impactada por el conflicto armado colombiano, una frontera marcada por la ilegalidad, el contrabando y el sicariato. Es un lugar difícil, pero donde la compañía de Jesús tiene un bonito trabajo. Y donde estuvo el padre Arturo Sosa coordinando, animándonos. Fue mi superior en esa comunidad. Él vivía en la Universidad, yo vivía en El Barrio, en una parroquia campesina. Pero Arturo mantenía un contacto fluido, cercano, con esta comunidad. Con el pueblo donde nosotros vivíamos.
¿Quién es Arturo Sosa para ti?
Lo primero que tengo que decir es que Arturo Sosa es un amigo, es cercano, es alegre. Muy llano en el trato. Confía mucho en las personas. Pero, para mí, Arturo Sosa es un jesuita con una profunda experiencia de fe e interioridad personal. Lo ha manifestado en su homilía, además. Siempre ha querido entender en profundidad esa dimensión intelectual. El momento histórico en el que le toca vivir, o en el que nos ha tocado vivir a nosotros como jesuitas.
Ese es el Arturo que yo conozco. Un hombre de discernimiento, de buen juicio, buen consejero. Y además, que sabe escuchar. Lo que me impresiona de Arturo es la atención con la que te escucha. Es un hombre que piensa y le echa cabeza a las cosas.
Una cualidad muy importante para un gobernante. Una de las características del que tiene que coordinar una institución tan grande como la de los jesuitas, es saber rodearse y saber escuchar. No puede ser conocedor de primera mano de todo. Tiene que escuchar mucho, antes de tomar decisiones.
Yo creo que Arturo escucha mucho. Siempre está buscando para hallar, y hallar, para seguir buscando. Ése es el Arturo que yo conozco. Un Arturo que no se queda tranquilo. Es un jesuita inquieto. Un jesuita que se deja interpelar por Dios en la vida diaria y por el análisis riguroso que siempre hacía. Como buen analista político.
Es analista político, claro.
Se deja interpelar por la realidad. Por eso pienso que es un hombre con una visión a largo plazo, de largo alcance. Es un visionario y un estratega. Y también, es exigente. Tiene su carácter, y cuando cree en las cosas, va a por ellas.
Me estás definiendo un hombre, que a grandes rasgos se parece mucho al papa Francisco. Una persona con un profundo bagaje intelectual y social. Con mucha cercanía. Muy exigente, pero desde el testimonio. Es un hombre acostumbrado a estar metido en esos líos. Le preguntaban acerca de esto en la rueda de prensa. Es un hombre que no tiene miedo a involucrarse.
Sabe estar en los líos y sabe asumirlos con paz.
Para que podamos salir de ellos.
Sí. Para que podamos salir. Yo no le he visto desesperado ante una situación difícil. Sí, preocupado y ocupado. Pero no desesperado. Te transmite paz. Discierne y piensa cómo hay que salir. Nunca se queda sumergido en el problema, sino que está pensando en la mejor manera de solucionarlo, sin hacer daño ni afectar a otros.
En resumen: a tender puentes. Ése es Arturo. Un hombre que tiende puentes y cree en la reconciliación. Y que sabe que esto no lo podemos hacer solos, sino en colaboración. Por eso, cuando toma decisiones va en ese sentido y en esa dirección.
No es casualidad que el eje de la Iglesia esté virando hacia el lugar donde hay más católicos en el mundo, como es Latinoamérica. Que el general de los jesuitas, sea por primera vez un latinoamericano, y que el Papa también por primera vez, sea un latinoamericano. ¿Qué crees que supone esto? Además de estrechar más los lazos entre un papa y la Compañía Jesuita, ¿cómo crees tú que pueden marchar juntos en ese proceso de construcción y reparación de la Iglesia?
Primero, el hecho de que el Papa sea latinoamericano, y que el general de los jesuitas lo sea también, da muestra de la madurez de la Iglesia latinoamericana. Una Iglesia que ha crecido y ha madurado. Y que siente la necesidad de aportar a la Iglesia Universal. Es decir, que tiene madera para aportar.
Alejada de los clichés de que es una Iglesia receptora de misioneros, a la que hay que enseñar. O de que es de donde solo sale marxismo, Teología de la Liberación, etc. Estamos hablando de una Iglesia infinitamente más amplia.
Eso es para mí, lo grande de este momento. Es el momento de la Iglesia latinoamericana. No solamente el momento protagónico. Es el momento de hacer el aporte de una Iglesia madura que ha caminado con la comunidad y donde el centro son los más vulnerables. Y que cree profundamente en el pueblo de Dios. Lo que se manifiesta en el Concilio Vaticano II.
Esa es la Iglesia que hoy les toca dirigir, o gobernar y llevar adelante. La Iglesia Universal. Un papa latinoamericano y un jesuita latinoamericano, son dos líderes importantes en este momento de la Iglesia.
Es la oportunidad de América Latina de ofrecer esa experiencia eclesial que desde allí hemos venido viviendo. Una experiencia, como tú decías, donde muchas veces nos han caracterizado como la de la Teología de la Liberación.
La Teología de la Liberación, es mucho más de como muchas veces nos definen. Es la experiencia de vivir una Iglesia- pueblo de Dios. Donde los hijos e hijas de Dios, vivamos de manera fraterna.
Una Iglesia más participativa y más comprometida.
Donde los laicos son el centro. Son parte del sujeto apostólico, como lo definió Arturo en el Plan Apostólico de la provincia de Venezuela. Donde decía, cuando definíamos quién es el sujeto apostólico de la provincia, que no solo éramos los jesuitas, sino también los laicos, quienes nos acompañan en la misión. Quienes nos acompañan a hacer posible que en este mundo se viva de manera fraterna, reconciliada y en paz.
Entiendo que no una pastoral solo del mantenimiento, como a veces tendemos a pensar en Europa. Sino una pastoral mucho más hacia la frontera y a ir descubriendo también, como Iglesia, nuevos retos y nuevas formas de ser y de actuar. Eso implica mucho la escucha que tú comentabas antes.
Me atrevería a decir que el gobierno de Arturo será un gobierno que irá mucho más allá de los muros. Y cuando digo esto, digo mucho más allá de nuestras comunidades y nuestras obras. Y de hecho así lo ha dicho: que esta no es una misión exclusiva de la Compañía de Jesús ni de los jesuitas. Es una misión que compartimos con otros. Con otras congregaciones religiosas, con otras iglesias. Es decir, con el mundo. Porque esto no lo podemos hacer solos.
Da la sensación de que en este mundo globalizado, por fin, están apareciendo figuras también dentro de la Iglesia, que defienden que el mundo global no es solo una globalización de la economía, porque eso lleva al descarte, como denuncia el papa Francisco. Sino que vamos a globalizar también los esfuerzos y a entender el mundo como un lugar en el que todos podemos intervenir y lanzarnos a encontrarnos con el otro.
Sí. Y creo que eso también define mucho a nuestro general. Al Arturo que conozco y con quien viví. Es un hombre capaz de entender la cotidianidad, pero a la vez, ser capaz de estar en un proyecto de gran escala. Siempre unido a Jesús de Nazaret.
Pienso que es un hombre de fe con una profunda experiencia personal con Dios. Y de una profunda relación con las personas. Para él, el centro son las personas.
Un general de los jesuitas venezolano, analista político, al que se le preguntó mucho en la rueda de prensa sobre la actualidad política del país, donde parece que la Iglesia tiene un papel relevante.
La Iglesia tiene un papel relevante, casualidad de la historia, en este momento. Porque el Papa es latinoamericano, el secretario de Estado, Pietro Parolin, fue nuncio en Venezuela y conoce bien la realidad. Y el general, es venezolano. Pero también hay que recordar que Arturo no es general solo para Venezuela. Lo es para la Compañía universal. Será uno de los temas. Asesorará al Papa en la cuestión del diálogo. Ayudará a tender puentes y a buscar lazos de reconciliación. Pero esa no es su única misión.
Le puede tocar más en el corazón, por un tema de patria.
Por ser venezolano y también como general. Porque es una provincia donde estamos un grupo de jesuitas trabajando. Pero decir que eso va a ser la responsabilidad del general, no es acertado porque lleva la responsabilidad de la Compañía universal.
¿Cuáles son entonces esos cuatro o cinco ejes, que nos comentabas van a ser las líneas maestras del trabajo del nuevo general?
Cuando lo eligieron, me atreví a decir unos cuatro o cinco puntos fuertes de Arturo Sosa. Uno de los primeros es el tema fe-justicia. Ayer lo reafirmaba en su primera rueda de prensa. Para él es un tema muy importante que estará, lo renovará y recreará, actualizándolo a los nuevos tiempos que estamos viviendo en la Compañía de Jesús. Fue parte de la Congregación General XXXII.
Muy Arrupe.
Sí. Segundo, el tema fe y cultura. Ayer hablaba de la multiculturalidad de la Compañía, pero también de este mundo. Pienso que es un tema en el que Arturo hará insistencia.
Otro de los temas es, los laicos y la colaboración con nosotros. Expresamente en su homilía hablaba de que esto no lo podemos hacer nosotros solos. Y que queremos colaborar generosamente con otros. Dentro y fuera de la Iglesia.
Lo cuarto, sería el tema de las redes. Establecer redes. Y por eso, lo de la colaboración con otros. Esto tampoco puede ser un trabajo exclusivo de la Compañía de Jesús. Este trabajo, podemos hacerlo solo si somos corresponsables en la misión con otros. Fuera y dentro de la Iglesia.
Y el siguiente tema, será el del cuidado del cuerpo de la Compañía. Porque para Arturo, siendo jesuita y provincial en nuestra provincia de Venezuela, el cuidado de las personas era muy importante. Escuchar.
Tenía la capacidad de enamorarte de la misión y del trabajo. Desde mi experiencia personal, tengo que decir que fue un momento muy difícil vivir en la frontera colombo-venezolana. Viví situaciones de crisis, en una frontera marcada por la violencia. De mucha presión. Estuve amenazado de muerte muchas veces. Y sin embargo, tuve ahí a un Arturo que me acompañó, y que me lanzó a la aventura de ser creativo en lo que parece imposible.
Esas fueron sus palabras de otro día: atrevernos a buscar los imposible.
Por eso cuando dijo: queremos contribuir a lo que parece imposible hoy en día. Pensé: «ese es el Arturo que me habló en el año 2007 en su oficina y me dijo: tenemos que apostar por ahí, tenemos que hacerlo. En esta zona, donde parece que no hay esperanza y que la violencia es la que manda, tenemos que intentar ser creativos. En este mundo imposible.»
Por eso seguimos soñando la frontera. Y por eso, construimos unas escuelas de paz y convivencia en la zona. Un proyecto que se llamaba «RAIZ» que significa Región Apostólica Interprovincial Fronteriza. Decidimos trabajar en la frontera, en la franja, los jesuitas de Venezuela y de Colombia conjuntamente, porque era un problema que nos afectaba a los dos. Y Arturo era el coordinador.
Sé cómo trabaja y creo que conozco bien a nuestro padre general. Me ha tocado vivir con él y recibir su «señaladita» de dedo, que cuando lo levanta piensas: «tengo que obedecer. Eso es así, porque Arturo levantó el dedo». Pero detrás de ese dedo, hay humanidad. Hay una persona cálida. Que es capaz de entenderte.
No sé si has tenido ocasión de hablar con él. ¿Crees que le ha cambiado o le cambiará, esta designación?
No he tenido oportunidad de hablar con él. Pero sí de whatsapear. Le envié un whatsapp inmediatamente cuando supe la noticia. Y aunque un general está en muchas cosas, tuvo el detalle de respondérmelo. Ese es el Arturo que yo conozco. Que en medio de lo extraordinario, está pendiente de las pequeñas cosas.
Y creo que seguirá siendo así. Un Arturo cercano, que seguirá entrándole a la gente con cercanía y que sonreirá y se reirá de los asuntos, porque creo que es un hombre que tiene una humanidad que le permite enamorar y que le permite encantar.
Suena ilusionante, la verdad. Txuo, ha sido un placer, creo que vamos a tener más ocasiones de hablar, no solo de Arturo, también de esos retos que has señalado. Porque como bien dices, esto además de la Compañía, es una cosa de todos los que estemos dispuestos a trabajar por construir un mundo más cercano a lo que quiso anunciarnos Jesús.
Sí. Y que no siendo retos nuevos, conociendo a Arturo, los recreará. Hará de los temas importantes y ordinarios, temas extraordinarios. Seguramente será creativo y capaz de animar a la Compañía, y de enamorarnos de la misión de esta mínima Compañía de Jesús.
Txuo, muchas gracias por acercarnos a la figura del, aunque no quiere que le llamemos así, «papa negro». Del general de la Compañía de Jesús, vamos a acostumbrarnos a llamarle así. De Arturo Sosa Abascal.
Le gustará que le llamen Arturo. Arturo Sosa.
Como al Papa le gusta que le llamen padre Jorge.
Exactamente.