Hemos presenciado un nivel de vandalismo en esta campaña electoral que sorprende en una sociedad que se precia de ser educada, tolerante y que defiende la libertad de expresión
(Lucio Nontol, TOR, corresponsal en Nueva York).- A casi ocho días de las elecciones a la presidencia de los Estados Unidos se observa en los ciudadanos y por lo que se ve en las noticias nacionales una gran inseguridad a la hora que se les pregunta por quién van a votar.
Se comprende su inseguridad si se tiene en cuenta que las campañas electorales y los debates políticos que suscitan tanto demócratas y republicanos despiertan ansiedad, miedo y odio en muchos sectores de la sociedad. Intentan desacreditarse el uno al otro y tratan de convencer a sus seguidores, no con propuestas o argumentaciones sino a base de falacias, que ellos personifican la solución a sus problemas.
Se sabe que la ansiedad cambia a la gente. Hemos presenciado un nivel de vandalismo en esta campaña electoral que sorprende en una sociedad que se precia de ser educada, tolerante y que defiende la libertad de expresión. Muchos que se manifiestan a favor o en contra de un candidato parecen más interesados en la violencia que en la política. Como consecuencia de esta situación parece que una ola de ansiedad ha inundado la ciudad que hace que la gente esté cada vez más molesta y pesimista cuando se habla de la posibilidad de cambio, de mejora y de un futuro de paz y estable para la sociedad.
Gracias a Dios que estos «debates» y campañas electorales se acabarán pronto. Sin embargo, el daño psicológico que han causado/ahondado en la sociedad va a tardar en restituirse. Muchas personas que se han sentido afectadas y otras muchas que se han dado cuenta que se ha agudizado ciertos sentimientos como el pesimismo, el desagrado, el miedo, la tristeza, etc., han buscado ayuda profesional.
No obstante, eso no es suficiente. Las personas que se enfrentan a dichas situaciones necesitan una conceptualidad suficientemente profunda y amplia para exponer sus inquietudes y preocupaciones. Tal vez, una buena terapia sea buscar más que un diagnóstico un estilo de diálogo donde la escucha, la comprensión y el intercambio de ideas ocupen un lugar privilegiado. De hecho, algunas parroquias vienen ofreciendo un estilo de counseling (consejería) que se basa en el evangelio y que se orienta en esta dirección. Muchos creyentes acuden a sus parroquias desilusionados de los cambios sociales que se proclaman y también cansados de tantas terapias que buscan «atrapar» al cliente.
Si como creyentes, asumimos que el ser humano es creado a imagen y semejanza de Dios, entonces, entenderemos que la mejor terapia es mantener la amistad con su Creador. Aunque para muchos «ilustrados» les parezca pérdida de tiempo, el potencial curativo que tiene el acercarse a Dios a través de la lectura orante de la Biblia es efectivo. Requiere perseverancia y oración. Muchas personas que son víctimas de la ansiedad necesitan desesperadamente tener sentido y comprensión. El ayudarles a acercarse a Cristo les ayuda a manejar sus carencias y fragilidades. Se convencen que Cristo es completamente suficiente para satisfacer totalmente sus dolencias y necesidades. Con Él se puede cuidar mucho mejor la salud mental.
Por lo tanto, nos toca a todos, como creyentes, afrontar esta situación de ansiedad, que muchas veces desemboca en angustia, ofreciendo todos los recursos que nuestra amplia tradición cristiana posee.