Se desvirtúa la religión cuando se la usa como adormidera de la conciencia
(Ramón Baltar).- La muchachada tridentina no entiende el compromiso de la comunidad católica de Tánger con los fugitivos de las guerras en curso ni su denuncia pública de lo que está pasando en las fronteras de Ceuta y Melilla. Pese a que su pastor ha sabido explicarlo en escritos y declaraciones, la última el otro día en RD.
En vez de enorgullecerse de la respuesta de la iglesia tingitana a una tragedia que clama al cielo y acompañarla en este singular servicio, arremeten contra quien la preside buscando la descalificación total de su persona. Inútilmente por la zafiedad con que exponen sus desconcertadas razones y la evidencia de que ignoran lo esencial del mensaje de Jesús, el toque espiritual que distingue la caridad cristiana de la mera filantropía. Se trata de creyentes de fe poco ilustrada y desavezados a los ejercicios de la revisión crítica.
En efecto, su desconocimiento de la religión que dicen profesar queda patente en la reserva con que quisieran desacreditar la acción de los correligionarios que toman partido por los pobres y oprimidos: los tales hacen el bien pero a costa de no hablar de Dios. Pero el refranero avisa de la inutilidad de predicar sin dar trigo, por no mentar los lugares evangélicos donde se asegura que todo cuanto hagamos por los pobres es obra que Dios apunta en nuestro haber para el día de la llamada a cuentas.
Ellos a lo mejor no aciertan ni a sospecharlo, pero lo que les mueve a despellejar a los suyos que se guían por el horizonte que señala el Sermón del Monte es fácil explicación: que les puede más la ideología política de lo que su religión. Dicho con todo cariño: a ésta la necesitan como instancia de sanción ética del orden establecido, no como fuerza renovadora. Se desvirtúa la religión cuando se la usa como adormidera de la conciencia.
Como seguidores de Jesús se producen los que dan pan a los hambrientos y se oponen a todas las formas de opresión. Hay que tener la sensibilidad moral embotada para no aplaudirles su determinación y humanidad.