Estamos ante una realidad geográfica compleja con intereses políticos y económicos importantes
(Arzobispado de Tarragona).- Por primera vez, después de ser nombrado por el papa Francisco obispo titular de Cárcabo y exarca apostólico para los católicos de tradición bizantina en Grecia, en febrero de este año, Mons. Manuel Nin Güell (El Vendrell, 1956), ha estado en Tarragona para pronunciar una conferencia sobre la situación y la persecución de los cristianos en Oriente Próximo.
El acto, en el Centro Tarraconense El Seminario, fue organizado conjuntamente por la Biblioteca del Seminario y la Cátedra Unesco de la Universidad Rovira i Virgili (URV) y contó con la presencia del vicario general de la archidiócesis, Mn. Joaquim Fortuny; el director de la Biblioteca del Seminario Pontificio, Mn. Albert Viciano y el director de la Cátedra Unesco de la URV, Dr. Enric Olivé.
El obispo Manuel Nin subrayó que el clima de persecución en Oriente Próximo -en países como Líbano, Irán, Egipto o Israel- continúa, pero se empieza a respirar un clima de cierta «liberación». «Estamos ante una realidad geográfica compleja con intereses políticos y económicos importantes», afirmó. Y es en este contexto, de guerra y sufrimiento, donde han nacido las comunidades cristianas. «Son iglesias que ya en el siglo II estaban bien organizadas y empezábamos a traducir la Biblia a sus lenguas.»
Mons. Nin puso como ejemplo varias realidades actuales en Oriente Próximo que han vivido en primera persona la barbarie del terrorismo. Es el caso de la ciudad siria de Alepo donde hace seis años la presencia cristiana era numerosa y ahora se ha convertido en una ciudad «troceada» con más de tres millones de niños sin asistencia escolar. Casos similares han vivido en Mosul, en la llanura de Nínive y Karakosch, en Irak.
En estos lugares las ciudades han pasado a manos del autodenominado Estado islámico y muchas iglesias se han convertido en prisiones o campos de tiro. «Junto al drama y la muerte de tantas personas, la destrucción de la documentación milenaria y del rico patrimonio cultural es una de las grandes pérdidas que han experimentado las poblaciones», dijo. Esta persecución ha hecho también que las iglesias orientales superen sus diferencias y alcancen la plena comunión.
Mons. Nin, en su intervención, también planteó cuáles son los caminos de futuro para los cristianos orientales. «Por un lado, se vislumbran posibilidades de un cierto retorno a sus tierras que deberán ser previamente reconstruidas mientras que las iglesias cristianas que llegan a nuestro país, en un occidente que ya no es cristiano, esperan acogida y un ecumenismo práctico que respete su propia eclesiología y los ayude a superar la persecución que han sufrido», concluyó.