En una reunión con Fidel, hace unos años

Cuatro horas sin fumar

Recuerdos de un diálogo sorprendente con Fidel Castro

Cuatro horas sin fumar
Fidel Castro

Sr. Obispo: Es como si a usted le hubieran dicho que el Espíritu Santo es un pecado. Así ha sido el golpe.

(Anastasio Gallego).- Hace unos años en el Concilio nacional de Iglesias de Cristo en los Estados Unidos (NCCC-USA) más la Iglesia unida del Canadá, más el Consejo latinoamericano de Iglesias (CLAI), se organizó una reunión en La Habana – Cuba, con un proyecto denominado «Acompañamiento pastoral a la Iglesia y al pueblo cubano».

Se trataba de cómo canalizar ayuda humanitaria y acompañamiento pastoral a la iglesia, básicamente evangélica, de Cuba. Ya había experiencias muy concretas. El NCCC-USA, a través de su departamento del CWS: Servicio Mundial de Iglesias, había conseguido de la oficina del Tesoro del Gobierno de los EE.UU. la autorización para enviar ayuda humanitaria a las iglesias de Cuba. De esta manera, todos los años, desde los inicios del bloqueo, llegaba (y llega) esta ayuda. Es algo que casi ha pasado desapercibido. Este organismo de iglesias norteamericanas nunca ha admitido el bloqueo y embargo de Cuba y ha mantenido permanentemente el apoyo a las iglesias.

La reunión se dio y las sesiones se realizaban en las instalaciones de la iglesia metodista de EL VEDADO, la misma iglesia que visitó Fidel cuando estuvo en Cuba, por primera vez el Pastor Metodista norteamericano y candidato del partido demócrata JESSIE JACKSON. En aquella ocasión, FIDEL habló desde el púlpito de la iglesia y algún avispado periodista tomó una foto que se hizo famosa: FIDEL hablando en una iglesia con una enorme cruz a sus espaldas.

En la reunión participaron obispos y líderes de casi toda América, Norte, del Centro y del Sur. Ya no estaba el Dr. Carneado, miembro del Comité Central del partido Comunista, encargado de los diálogos y relaciones con las Iglesias, hombre de diálogo, serenidad y comprensión. Mucho le deben las Iglesias cubana a esta persona.

Una tarde se nos anuncia a los asistentes que hay la «posibilidad de ser recibidos por FIDEL», pero que no es seguro. Que de darse el encuentro sería en la noche, después de la cena. No se sabía dónde ni el tiempo, máximo media hora para un saludo.

Todo el mundo estaba impaciente y mirando el reloj y esperando la tan ansiada noticia. Finalmente, nos dijeron que un autobús nos esperaba para llevarnos al Palacio de la Revolución. Efectivamente, llegamos al palacio, pasamos a un auditorio pequeño y esperamos la aparición del Presidente-Comandante.

La media hora anunciada se convirtió en cuatro horas de un diálogo sorprendente, ahí sí, «de lo humano y lo divino». Del motivo de nuestra reunión, Fidel daba muestras de estar al tanto. De la solidaridad dijo que era más importante el signo que las ayudas. Conocía a fondo los temas de la iglesia latinoamericana, de la teología. Se refirió a sus amigos creyentes de Brasil, de Nicaragua, de otros países.

Del bloqueo les dijo a los obispos norteamericanos que el problema cubano era que no tenían dólares, que hasta los rusos le pedían dólares como moneda de pago de su comercio. Que Cuba tenía que producir dólares. Que la ayuda de las iglesias no era sino un signo sumamente valioso

Recuerdo que un obispo canadiense de la Iglesia Anglicana, le preguntó a boca de jarro:

«Sr. Presidente: ¿qué ha supuesto para usted y para Cuba el derrumbe del bloque socialista de la Unión Soviética?«. Recuerdo que Fidel se cogió la barba, levantó la cabeza como buscando la respuesta que expresara lo que quería decir y que el obispo lo entendiera en su lenguaje y finalmente le dijo: Sr. Obispo: «Es como si a usted le hubieran dicho que el Espíritu Santo es un pecado. Así ha sido el golpe.»

Se instaló un profundo silencio en la sala.

Luego vinieron los saludos, las fotos.

En Ecuador estaba trabajando un cura madrileño joven con el que tenía muy buena amistad. Cuando se enteró de que yo iba a viajar a Cuba me pidió que le llevara. Hice las averiguaciones ante el CWS y me dijeron que si él se costeaba el viaje que no había problema. Dicho y hecho. Iniciamos el viaje desde Quito y a penas despegamos nos indicaron que debíamos regresar. Una amenaza de bomba en el avión de Iberia que nos llevaría a Santo Domingo y de ahí a Cuba.

Esperamos cuatro horas, revisaron el avión, el equipaje y salimos. Temíamos que con el retraso llegaríamos tarde a todo, menos a la cita en La Habana. Mi amigo no creía en nadie porque, con suerte, iba a conocer a Fidel. No le dio miedo ni el aviso de bomba ni la salida del avión y carrera por la pista del aeropuerto.

Así fue. Estuvimos cuatro horas en el auditorio absortos. Cuando terminó la entrevista, le dije a mi amigo: ¿Qué te pareció? El me respondió: «Tú sabes cómo fumo yo. El mismo día de mi ordenación en Toledo, en un momento me salí de la catedral a fumar un cigarrillo. Hoy he estado cuatro horas sin fumar, pendiente de este hombre, sorprendido por su visión mundial y su capacidad de diálogo»

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Autor

José Manuel Vidal

Periodista y teólogo, es conocido por su labor de información sobre la Iglesia Católica. Dirige Religión Digital.

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