A lo largo de su década al frente de la Casa de la Iglesia, Camino se granjeó fuertes enemistades
(Jesús Bastante).- Su nombre ha estado presente en todas y cada una de las ternas de los últimos meses. En todas, sin embargo, acababa por ser descabalgado. En Madrid, ni está a gusto ni encuentra su sitio. Pero la realidad es que hoy, tres años después de abandonar la Secretaría General de la Conferencia Episcopal, Juan Antonio Martínez Camino sigue siendo obispo auxiliar de Madrid. Y, por lo que aseguran fuentes romanas, por mucho tiempo.
Y es que, tal y como afirman fuentes episcopales, a lo largo de la década al frente de la Casa de la Iglesia, Camino se granjeó fuertes enemistades, por su estilo duro y el modo en que trataba a muchos obispos, especialmente durante los años en los que ni siquiera había accedido al episcopado. «Una vez conseguida la mitra, fue incluso peor», señalan varios prelados.
En Madrid, tras la marcha del cardenal Rouco (cuyas relaciones con su sucesor han comenzado a relajarse tras la concesión del capelo a éste último), y las progresivas salidas de César Franco (Segovia) y Fidel Herráez (Burgos), la marcha de Camino parecía un hecho. Sabido es que el neocardenal Osoro no es muy amigo de auxiliares (prefiere contar con un amplio colegio de consultores), lo cual, unido a las relaciones casi inexistentes entre ambos, debía facilitar las cosas. Porque no es Osoro el que está frenando las legítimas aspiraciones del «jesuita»… sino la propia Santa Sede.
«Hasta nueva orden», reza el mandato de Roma a la Nunciatura. Muchos trenes están pasando, y aunque el Nuncio Fratini ha tratado de ubicar en casi todos ellos al otrora portavoz, no ha logrado dejar la cuestión encaminada. Y es que Martínez Camino, de momento, no se mueve de Madrid. Para desesperación del protagonista, y hastío de sus superiores.
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