"Navidad, tiempo de silencio"

La fortaleza de una voz débil

"A la escucha de los débiles, de los tristes, de los deprimidos, de los agobiados"

La fortaleza de una voz débil
Verbo encarnado

esa voz débil que cada año lo recordamos por estas fechas nos recuerda que la misión de todos los creyentes consiste en cargar con los dolores de la gente para aliviarlos, para socorrer a los pobres y a los débiles

(Lucio Nontol, TOR.).- Se podría decir que esta temporada de Navidad «se sitúa» como un tiempo intermedio, entre el final de una batalla política que ha terminado con la elección del nuevo presidente y el comienzo de su mandato una vez que asume el cargo.

Este es un tiempo como una especie de respiro, un tiempo para distanciarse del conflicto de ideas, intereses y especulaciones que acaban por alterar la tranquilidad y la paz de la sociedad. Este es un tiempo sagrado y un tiempo de silencio que son muy necesarios. Un silencio que no es aislamiento, sino capacidad de escucha, algo así como desconectar el auricular en el que permanentemente suenan las músicas de nuestras historias, para escuchar las músicas ambientales; un silencio que no es sólo ausencia de palabras, sino dar la posibilidad a palabras distintas y nuevas.

Un silencio que, es superación de la palabra. A través de ello renovaremos una actitud tan escasa y tan necesaria en nuestra cultura: la escucha de las voces débiles: de los tristes, los deprimidos, los agobiados y tantas otras voces que se encuentran en los márgenes sociales, políticos o incluso religiosos. Esa escucha nos lleva a la voz débil de Aquel niño Dios que siempre quiere nacer donde hay necesidad de cambio, de búsqueda, de mejora, de un empezar nuevamente. Es una voz débil, sin poder, una voz humilde como signo de misión. Comprendemos así algo de la debilidad del Verbo encarnado y de la debilidad de la Iglesia siempre perseguida pero fiel a su Señor.

En este tiempo intermedio nos viene bien acoger esa voz débil que nos anima a fortalecer nuestra fe. La que nos dice que la tolerancia, el perdón, la paciencia y la caridad, no son rasgos propios de la política. En una sociedad cada vez más secular, en la que muchos consideran la religión como irrelevante, todavía necesitamos la paz de Cristo, una paz que no puede dar ni crear la política ni tampoco puede destruirla.

Como bien dice el profeta Jeremías: «El señor todopoderoso me lo hizo saber y comprendí. Entonces me hiciste descubrir sus maquinaciones. Yo era como un cordero manso llevado al matadero; no sabía lo que tramaban contra mí». Jer 11, 18ss. Jeremías se encuentra en una situación de persecución, de aturdimiento, que se le mira con malos ojos, que es objeto de tramas turbias.

También nosotros tenemos que sufrir sorpresas amargas cuando descubrimos que precisamente donde esperábamos ser bien aceptados, donde creíamos tener amigos, hemos sido mal interpretados y tenemos que sufrir. Se sabe de sobra que es así, sin embargo, esa voz débil que cada año lo recordamos por estas fechas nos recuerda que la misión de todos los creyentes consiste en cargar con los dolores de la gente para aliviarlos, para socorrer a los pobres y a los débiles.

Seguro que en esta misión como creyentes el Señor nos dará satisfacciones humanas, pero debemos saber que la Iglesia es fundamentalmente ella misma cuando se parece más al Cristo de Belén, al Cristo de la cruz, al Cristo de la Eucaristía, es decir, a la voz débil y fiel de nuestro Señor. Por tanto, el creyente no es un timorato que se esconde cuando las cosas van mal, o cuando se encuentra a merced del desaliento y el desconsuelo debido a que los contextos políticos son adversos.

La fortaleza de esa voz débil nos hace abrir los ojos para darnos cuenta de que precisamente en esas condiciones está presente el Señor. Que lo que acontece en la realidad, lejos de ser un obstáculo para el encuentro con Dios, se convierten en una mediación obligada, o como una exigencia necesaria de una fe verdadera.

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Autor

José Manuel Vidal

Periodista y teólogo, es conocido por su labor de información sobre la Iglesia Católica. Dirige Religión Digital.

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