Los mismos cristianos hemos de reconocer el error de la inquisición y de tantas formas de intolerancia que, a lo largo de la historia, hemos apoyado o tolerado
(Josep Miquel Bausset).- «Como cultura de mi país y de nuestra cultura cristiana, me entusiasma la Navidad». Estas palabras no son de ningún obispo ni de ningún cristiano comprometido. Es una frase del Sr. Pablo Iglesias, dirigente de Podemos, de una entrevista del diario El Mundo del pasado día 17 de este mes.
Y es que la Navidad, aunque alguien quiera negarlo, forma parte de la cultura de Occidente. Y no es una realidad presente entre nosotros de hace cuatro días, sino que tiene una trayectoria de más de 700 años de historia.
En esta entrevista, el Sr. Pablo Iglesias reconocía que la Nochebuena la pasa con su padre «escuchando villancicos y cantando». Y por eso decía también el Sr. Pablo Iglesias, que siempre le ha gustado la Navidad y los villancicos: «De verdad, me gusta mucho». Y decía todavía que para él, «la Navidad es algo cultural, independientemente que uno sea creyente o no». Y hasta decía en esta entrevista que él pone «árbol de Navidad y Belén».
La laicidad -y es preciso recordar que el Estado Español es un estado aconfesional (no laico)- se ha entendido a veces como si se tratara de borrar o arrinconar cualquier manifestación relacionada con el cristianismo. Afortunadamente hemos dejado atrás el nacional-catolicismo, que tanto daño hizo a la Iglesia, con obispos íntimamente unidos al Régimen franquista. Pero la laicidad no puede negar las raíces cristianas de España. Y por eso ha de defender la pluralidad y la diversidad cultural y social del hecho religioso. De todas las religiones.
De aquí que un estado aconfesional, no laicista, ha de defender el derecho a participar de la vida pública de todas las confesiones religiosas, sin que tengan que quedar reducidas al ámbito privado y personal.
Así lo ha entendido muy bien la alcaldesa de Madrid, la Sra. Manuela Carmena, por el respeto que manifiesta hacia las religiones. También, evidentemente por la católica. Y por eso a la alcaldesa de Madrid no le ha parecida nada mal, sino todo lo contrario, hacer el voto de la villa de Madrid a la Virgen de la Almudena. Sin ningún tipo de manías, en los dos años de alcaldesa, la Sra. Carmena, el 9 de noviembre de 2015 y de 2016, ha hecho este voto de la villa.
¿Y es que alguien puede negar que nuestra sociedad ha nacido y ha crecido en una cultura cristiana? A veces mal entendida. ¡Ciertamente! Y a veces con una actitud prepotente por parte de la Iglesia. Solo hace falta recordar el nefasto nacional-catolicismo que hemos vivido durante 40 años de dictadura. Y también la actitud de ciertos cristianos, intolerantes y prepotentes, que no han ayudado nada a presentar el cristianismo como un hecho positivo, que da sentido a miles de ciudadanos. Sin menospreciar ni condenar otras manifestaciones religiosas. y respetando también el derecho de aquellos que no quieren creer en nada.
Los mismos cristianos hemos de reconocer el error de la inquisición y de tantas formas de intolerancia que, a lo largo de la historia, hemos apoyado o tolerado. Pero es evidente que el cristianismo (y las fiestas que celebremos) a pesar de los propios errores personales (y eso hace falta reconocerlo) no es una religión del odio ni de la confrontación. Precisamente el pasado domingo día 18 el Papa Francisco hablaba de la Navidad como una fiesta «de amor, de humildad, de ternura». Y eso ¿no se vive incluso por los no creyentes? O como Cáritas, que está en la primera línea en la defensa de la dignidad y de los derechos humanos de los inmigrantes y de los refugiados.
La periodista Pilar Rahola, que con buen humor dice que su artículo sobre la Navidad es como el turrón, que siempre vuelve por este tiempo navideño, hace una defensa de esta fiesta (de la Navidad católica, como dice ella) porqué «dos mil años de cultura no se pueden desperdiciar por decreto, ni se puede jugar con las tradiciones con tanta frivolidad».
En artículo reciente en el periódico La Vanguardia, Rahola, que no es precisamente ninguna beata, defiende la Navidad como un «un compendio de valores civiles que sería importante que nos inspiraran un poco más», ya que son «valores muy necesarios en plena crisis social». Y por eso dice, con toda la razón del mundo, que la Navidad «no es solo una fiesta religiosa», sino que es «también un homenaje a la familia y a los valores que engloba».
Feliz Navidad a todos. Desde la cordialidad y la amistad, desde el afecto y el respeto a los que piensan diferente. Feliz Navidad a los que estáis al pie del cañón durante todo el año haciendo posible Religión Digital y también a todos los lectores de este medio digital.