Esta fiesta de Navidad nos ayudará a crecer en esperanza, sabiendo que nuestra esperanza es dinámica, ella nos conduce a comprometernos por la construcción de un mundo mejor
(Miguel Á. Sebastián).- Queridos amigos: Ante todo, quisiera daros una noticia, que ya esperábamos desde hacía mucho tiempo: el Papa ha nombrado obispo de Doba al sacerdote Martin Waingué, vicario general de Laï. El año pasado os decía que había pedido eso al Papa en Bangui, y en la foto que os envío veis su respuesta: una bonita sonrisa, y ¡ya está! Pero al final el nombramiento ha llegado.
El sábado 18 de febrero, en Doba, el que ha sido mi principal colaborador durante muchos años será ordenado obispo. A partir de ese día, yo dejaré de administrar la diócesis de Doba, que tendrá su propio pastor, y me podré dedicar a tiempo lleno a la diócesis de Laï.
El año 2016 ha sido un año con momentos de gran alegría, como la última noticia pero también con ocasión de la ordenación de tres nuevos sacerdotes para Laï y dos para Doba. Este año, gracias al apoyo de muchos de vosotros y de vuestras organizaciones, hemos podido seguir curando a los enfermos y salvando muchas vidas en nuestros dos hospitales: Bebedja y Dono Manga, pero también gracias al apoyo del Estado chadiano, también el Presidente en persona.
Hemos podido seguir ocupándonos de más de dos mil enfermos de SIDA, con los test de despistaje y dándoles medicamentos, eso en las dos diócesis. También hemos podido distribuir víveres a unas 4.000 familias, y no olvidéis que la media aquí es de 6 personas por familia. A pesar de las huelgas de los funcionarios públicos, la mayor parte de nuestras escuelas ha podido funcionar; solo unas pocas han tenido que cerrar durante algún tiempo. También las otras obras sociales han funcionado normalmente.
Pero el año 2016 nos ha traído también momentos de sufrimiento. Las lluvias no fueron suficientes el año pasado y, como consecuencia, mucha gente no ha tenido suficiente comida este año; y de nuevo las lluvias no han sido suficientes en este año, causando el mismo problema en otras zonas de la diócesis.
Además de eso llevamos más de tres meses de huelga en la función pública y por eso las escuelas públicas aún no han empezado el curso escolar que tenía que haber empezado el 15 de septiembre; los centros de salud y hospitales no trabajan normalmente, a veces no hay ni un solo enfermero para ocuparse de los enfermos; incluso las cárceles están abarrotadas pues no hay juicios pues el personal de la magistratura también está en huelga.
Hemos tenido también los sucesos de Bologo (diócesis de Laï) y Miandoum-Bébédja (diócesis de Doba) que han causado 24 muertos y muchos heridos, además de la pérdida por parte de muchos agricultores de más de 700 bueyes y muchas hectáreas de cosechas, y todo eso a causa de un conflicto entre agricultores y ganaderos, y por la mala gestión del problema por parte de las autoridades administrativas.
Hoy la crisis económica y social en el Chad es grave. En nuestro mensaje de Navidad, los obispos hemos escrito:
«El contexto sociopolítico y económico en el que vamos a celebrar la fiesta de Navidad está marcado, por desgracia, por importantes razones para estar inquietos. En primer lugar está la controversia nacida en el momento de las últimas elecciones presidenciales, también los sueldos que no son pagados y las medidas de austeridad tomadas por el gobierno para terminar con la crisis económica y financiera. Pero están también los conflictos intercomunitarios, en particular los sangrantes conflictos entre ganaderos y agricultores que continúan causando pérdidas humanas y materiales en las familias».
Delante de esta situación no podemos más que volver nuestra mirada al Dios que se hizo hombre, al Emanuel. Esta fiesta de Navidad nos ayudará a crecer en esperanza, sabiendo que nuestra esperanza es dinámica, ella nos conduce a comprometernos por la construcción de un mundo mejor, de un país en donde la fraternidad, la justicia y la paz sean una realidad.
Es lo que hemos escrito en nuestro mensaje:
«Nuestra misión de pastores nos pone en contacto permanente con el pueblo y somos testigos de lo que éste vive cada día. Por eso no podemos callar lo que vemos y oímos, ni hacer silencio sobre los sufrimientos y el estado de desesperanza de nuestras poblaciones. Pero nuestro mensaje de Navidad de este año quiere ser, sobre todo, un mensaje de esperanza y una llamada a ponernos todos al trabajo para sacar nuestro país de la crisis actual que amenaza gravemente la paz social y compromete su futuro».
Que el Niño Dios os bendiga, bendiga vuestras familias, comunidades, organizaciones, y os conceda un feliz año nuevo. Gracias por todo lo que hacéis por nosotros.
Un muy cordial saludo,
+ Miguel Á. Sebastian