Sor Lucía Caram

Una manta grande y abrigada

"Que el 2017 nos encuentre a todos, sabiendo que Dios no tiene manos, porque tiene las nuestras"

Una manta grande y abrigada
Sor Lucía Caram, columnista

Que el 2017 nos traiga a todos las ganas de conseguir la manta grande y abrigada, que nos proteja del frío desamor de la indiferencia

(Sor Lucía Caram O.P).- ¿Qué les pides a los Reyes este año? ¿Ya escribiste la carta? «No la escribí aún, pero voy a pedirles una manta grande y muy abrigada, que no deje pasar el frío, para que nos tape a todos por las noches. »

Tiene 6 años, vive en Manresa y no pidió un juguete, ni la Play, ni un I-phone, ni todo lo que estamos acostumbrados a escuchar que piden hoy los niños de su edad o mayores de nuestro entorno y de nuestro satisfecho primer mundo. Pidió una manta, porque de noche no pueden dormir por el frío. Tiene 6 años y dos hermanitos de 4 y 2 respectivamente. Ah, y tiene a sus padres sin trabajo.

Esta carta no escrita pero deseada desde lo más profundo de su infancia arrebatada es el relato real y cotidiano de miles de familias con historias dramáticas, que seguramente no interesan a nadie y que son más frecuentes de lo que nos podemos imaginar. No las conocemos, pero existen. Son la carne y la sangre, la vida de personas que padecen la cruda y fría realidad y que son mucho más que las cifras o las estadísticas que unos utilizan para atacar a sus adversarios políticos y que otros ignoran para no asumir su fracaso.

Y en medio de este relato, hemos celebrado la Navidad, estamos cerrando un año y estrenando otro, que esperemos que sea nuevo y traiga esperanza, paz y trabajo. Un niño nos ha nacido, Dios se ha hecho pequeño y vulnerable, como Daniel, nuestro amigo de 6 años. Él vino en una noche fría, y nació en un pesebre, porque no había sitio para él. Jesús, la buena noticia de parte de Dios, nos dice que el poder se manifiesta en la debilidad, y desde ella reclama nuestro compromiso, nuestro deseo de cuidar la vida dándonos la oportunidad de ser justos y solidarios.

Contemplando el misterio de la Navidad, en el silencio del monasterio, me llegan noticias de la humanidad herida de muerte por las guerras, el desamor, el egoísmo acaparador, por el frío de la indiferencia. No puedo evitar sentir el eco de tantos hombres y mujeres que pueblan mis jornadas y que buscan un trabajo y una oportunidad, que luchan cada día por no sucumbir a la desesperación, porque para ellos no hay sitio en el mercado laboral, no hay un lugar donde pueda nacer su esperanza.

Que el 2017 nos traiga a todos las ganas de conseguir la manta grande y abrigada, que nos proteja del frío desamor de la indiferencia, y que de una vez por todas, todos tomemos partido por los pequeños, por los más vulnerables, y les acojamos preguntándonos qué podemos hacer por ellos y con ellos, y nos demos cuenta de que somos una gran familia -la humana- y que no podemos avanzar si no lo hacemos todos juntos cantando el don de la vida que merece ser vivida.

Que el 2017 nos encuentre a todos, sabiendo que Dios no tiene manos, porque tiene las nuestras para acoger, acariciar, bendecir y trabajar por el Reino que nos trajo Jesús y que nos toca construir.

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Autor

José Manuel Vidal

Periodista y teólogo, es conocido por su labor de información sobre la Iglesia Católica. Dirige Religión Digital.

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