La Iglesia pide que "ni la sociedad ni el gobierno pueden mirar para otro lado y cerrar los ojos ante esta realidad
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(José Luis Pinilla sj).- Ya lo decía Mario Benedetti :»Si cuarenta mil niños sucumben diariamente/ en el purgatorio del hambre y de la sed/ si la tortura de los pobres cuerpos/ envilece una a una a las almas/ y si el poder se ufana de sus cuarentenas/ o si los pobres de solemnidad/ son cada vez menos solemnes y más pobres/ ya es bastante grave/ que un solo hombre/ o una sola mujer/ contemplen distraídos el horizonte neutro/…pero en cambio es atroz/ sencillamente atroz/ si es la humanidad la que se encoge de hombros»
Ayer – como quien dice- el pequeño Aylan murió en el verano en una playa y hoy vuelve a morir en los helados campos europeos
Acabamos de recoger los Belenes en Navidad. He retirado el mío que estaba enmarcado con una enorme fotografía de las tiendas de refugiados en Lesbos. Ancladas en medio del paisaje y no precisamente la tradicional escena de montañas y el castillo de Herodes. Totalmente blanco y helado.
Delante de esa fotografía unas pequeñas tiendecitas de lona servían de portal a las figuras de José, Maria y Jesus en el pesebre, mientras el pequeño grupo de pastores se calentaba en otra tienda alrededor de una hoguera simulada. Me llamó la atención que – forzando un poco la situación – aquel Belén tenían también un pequeño rio donde junto a lavanderas y pescadores «navegaba» una barquita con pequeñas figuritas de personas simulando emigrantes en pateras. Y para que no faltara nada a la escena, las figuras de los tres reyes magos intentaban asaltar una alambrada fronteriza
Hasta aquí la representación navideña. Pero lo siguiente ni es representación, ni es un cuento Navideño: Me llegan crueles noticias y duras fotografías de estos días en los Balcanes. Numerosos emigrantes atrapados en las islas griegas, donde se hacinan en tiendas de campaña superpobladas. Y unos 2.000 jóvenes de Afganistán, Pakistán, Irak y Siria malviven y duermen en edificios abandonados en el centro de la ciudad de Belgrado o intentan aún cruzar la frontera de los Balcanes
La «música» – y no precisamente de villancicos- la pone la Organización Médicos sin Fronteras en un comunicado difundido en Suiza:
«La cínica negligencia de las políticas de los países comunitarios, unida al frío siberiano y la falta de preparación ante el invierno, han empeorado una situación ya de por sí insoportable para miles de hombres, entre ellos mujeres y niños que buscan protección en Europa. Varias personas han muerto ya por hipotermia en las fronteras de Serbia y Bulgaria y no podemos quedarnos de brazos cruzados».
O «la música» que han puesto los obispos españoles en su mensaje de la Jornada de este añ.
«Los gritos de dolor de estos pequeños, habitualmente se oyen muy poco en los medios de comunicación o en los Parlamentos. Alguien ha de gritar con ellos y en su nombre. Alguien ha de prestar su voz para que su situación llegue a oídos de quienes tienen la posibilidad de solucionar sus problemas». La Iglesia pide que «ni la sociedad ni el gobierno pueden mirar para otro lado y cerrar los ojos ante esta realidad».
Repito por si no habéis caído en la cuenta: «entre ellos muchos pequeños y niños».
Solo pido a los que mandan : Mirarlos a la cara. Porque es «sencillamente atroz si es la humanidad la que se encoge de hombros»
En el belén del que os hablaba al principio habían echado harina para simular la nieve. Pero la cruda realidad es otra. Dios hoy sigue – inocente – desprotegido- naciendo en los frios Balcanes.
O muriendo en los seis migrantes ahogados hoy en los mares frios del Estrecho. Quizás murieron por buscar un futuro mejor para sus hijos. Como haríamos tú y yo.