Tenemos a estos personajes que en momentos de incertidumbre se dejaron iluminar por su fe y generaron vida en medio de la desazón política y social de su época
(Lucio Nontol TOR).- Como no se sabe lo que pasará en futuro próximo ni se tiene certeza de lo que pueda ocurrir con las decisiones gubernamentales del nuevo presidente de los Estados Unidos, aparecen rumores que se perciben como amenazas por gran parte de la población. En los sectores más vulnerables de la sociedad genera incertidumbre que desestabiliza todos sus proyectos de un futuro mejor en este país.
Se podría decir que por ser las primeras semanas de gobierno, Trump está en su luna de miel política, que debería ser un momento de alegría, de gozo, de incentivar la mejora en todos los sectores del país. Sin embargo, parece que padeciera una cierta incapacidad para experimentar gozo y felicidad. Se pasa de saborear el momento a una serie de disputas desagradables.
Para el creyente estas situaciones no le asustan, ni debe temer la incertidumbre. Por el contrario, le dan vida porque le impulsan a buscar sentido a su actuar no desde promesas políticas, sino desde la fuente que alimenta y da sabor a la vida que es el Evangelio. Tenemos referentes que en contextos mucho más difíciles adoptaron actitudes constructivas y pacíficas.
Frente a la amenaza, a la destrucción y a la persecución Dietrich Bonhoeffer, un pastor luterano que vivió entre los años 1906-1945 se convirtió un disidente anti-nazi. Protestó contra la persecución a los judíos y sus acciones no-violentas cobraron sentido.
Si la amenaza es la corrupción, el escándalo, el favoritismo, tenemos a san Benito. Benito era un joven de Umbría que fue enviado a estudiar en Roma después de la caída del Imperio. Disgustado por la corrupción de todo, huyó al desierto y fundó comunidades monásticas en toda Europa. Si Roma iba a hundirse en la barbarie, entonces los benedictinos podrían llevar una vida sana y construir nuevas formas de comunidad lejos del centro en decadencia.
Si no hay entendimiento y la confrontación se torna esencial y áspera, tenemos a Ramón Llull, un personaje del siglo XIII, difícil de encasillar pero que supo mantener una cordial relación con los poderes temporales y espirituales. Se relacionó con «herejes», profesores, reyes, abades, etc., y siempre buscó el entendimiento y nunca la confrontación.
Tenemos a estos personajes que en momentos de incertidumbre se dejaron iluminar por su fe y generaron vida en medio de la desazón política y social de su época. Las épocas de incertidumbre son productivas y fuentes de vitalidad cuando nos hacemos cargo de la realidad. No se podría descubrir la profundidad «oculta» de la presencia amorosa de la acción de Dios sin un profundo compromiso con lo real. Eso fue lo que hicieron los personajes que hemos mencionado y es también lo que nos toca hacer a nosotros.