Tomás Muro Ugalde

El suicidio: Un grito de esperanza

"En los últimos 45 años, la porcentual del suicidio ha aumentado del 60%"

El suicidio: Un grito de esperanza
Tomas Muro Ugalde

Un suicido nos está hablando –gritando- de un vacío existencial difícil de llenar

(Tomás Muro Ugalde).- 1. Algunos datos sobre el suicidio. Apunte para una definición.

Suicidio es el acto por el que una persona se causa la muerte a sí misma directamente, con conocimiento y con libertad.

Otro tipo de problema es el de aquellas personas que se quitan la vida en estado de enajenación mental o que no pueden ser consideradas como responsables de sus actos.

Parece ser que la vivencia psíquica del suicidio por parte del suicida es percibida como un acto liberador de auto homicidio y en el inconsciente se percibe como una huida hacia un estado de descanso, de verse libre de un peso enorme, de una angustia opresora.

EL SUICIDIO COMO PATOLOGÍA

Lo menos que se puede afirmar es que el suicidio supone una crisis profunda en la persona y constituye una encrucijada de tensiones límite para quien la padece en su propia existencia, así como para la familia y la comunidad. Un suicidio es una tremenda cuestión para todo aquel que de una manera u otra, de lejos o de cerca lo contempla. Todo suicidio es una pregunta -¿por qué?-llena de cuestiones: ¿por qué quiere cesar en la existencia y no quiere ya vivir? ¿qué le hemos hecho o qué no le hemos hecho?

El suicidio y la conducta suicida es el resultado, el «punto final» de un largo proceso existencial, que se ha ido entretejiendo con no pocos factores sociales, educacionales, biológicos, psicológicos, religiosos, etc. Es muy raro, más bien «imposible», que un suicidio sea fruto de una existencia serena y sea una decisión simple y lógica.

La misericordia, la ayuda y la bondad de todo tipo han de acompañar siempre todo encuentro con una persona con tendencias suicidas, sin duda alguna. Sin embargo no podemos pretender edulcorar el problema hablando de una «normalidad democrática» del derecho a suicidarse, como si fuese una cuestión más de la vida.

El suicidio es patológico.

Por principio estamos llamados a la vida, amamos la vida. Cuando uno intenta o decide cesar en la existencia, eso no es un derecho, es una enfermedad. Para cuando a uno le ronda por la cabeza y el corazón la idea de poner fin a su vida ha tenido que para mucho y malo. Uno se suicida cuando le falta la base moral de la fortaleza, de la esperanza. Estas cosas no entran en el juego democrático sino en la intimidad de la frustración, de la desesperanza o desesperación; el «programa» de la vida se ha desestabilizado, lo cual nos asoma al balcón de la nada y del vacío.

Durante el último mes de su existencia terrena, muchas personas que atentan contra su vida han tenido un encuentro con un médico general o con algún otro que podía ayudarlas, incluida la Iglesia.

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Autor

José Manuel Vidal

Periodista y teólogo, es conocido por su labor de información sobre la Iglesia Católica. Dirige Religión Digital.

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