Tengo la impresión de que en el fondo el pensamiento de Ratzinger sigue siendo doceta, pues no asume las consecuencias de la encarnación de Dios, en plano personal y social
(Xabier Pikaza).- Esta famosa sentencia de Ratzinger (la filiación divina de Jesús no sufriría menoscabo si hubiese nacido de un matrimonio normal), tomada de su Introducción al Cristianismo, que cité con más detalle en la última postal, resulta por un lado positiva, pues supera el nivel biologista de la concepción de Jesús, pero, al mismo tiempo, en otro plano, me parece profundamente desafortunada, por dos razones principales que presentaré primero en resumen y que después desarrollaré en la línea del evangelio de Lucas.
La frase suena así en su original germano: «die Lehre vomGottsein Jesu würde nicht angetastet, wenn Jesus aus einer normalen menschlichen Ehe hervorgegangen wäre…» (Einf. in das Christentum, Kösel V., München 229). No hay equívoco en la traducción.
Pues bien, este juicio de Ratzinger resulta a mi entender desafortunado en su contexto y trasfondo teológico:
1. Porque va en contra del Grundaxiom de la teología trinitaria, formulado por K. Rahner y aceptado por el conjunto de la teología actual: La inmanencia (el ser profundo) de Dios se expresa en su economía salvadora (y viceversa). Pues bien, en contra de eso, conforme a la visión de Ratzinger, el ser divino de Jesús es independiente de su «encarnación» (de su forma de hacerse humano, de su mensaje y vida, y de su muerte).
Ratzinger sigue así una visión «alejandrina» de la Encarnación, que en el fondo no es tal, pues Dios no se hace radicalmente humano (en la línea de Jn 1, 14), sino que asume de alguna forma al hombre, en una línea que se acerca a la gnosis, rechazada por la Iglesia antigua. Lo que dice Ratzinger (que la encarnación no añade nada al ser divino del Hijo de Dios) nos parece, al menos, desafortunado.
2. Porque va en contra de la dignidad de la concepción y del nacimiento humano…, como si nacer de un modo «integral» (en un matrimonio normal, es decir, por el encuentro de amor hombre-mujer, es decir, de dos personas) fuera en el fondo secundario. En contra de eso, la Iglesia antigua (representada por Mateo y Lucas) ha sabido que el «nacimiento de Jesús» forma parte del despliegue de Dios.
En otro tiempo, eso se daba por supuesto al afirmar que «nació de María virgen» (es decir, del amor pleno de María, en cuerpo y alma, con lo que ello implica)… pero en la teología alejandrina y luego en cierto «idealismo» cristiano de tipo gnóstico o doceta ha tendido a olvidarse (como solía decir K.Rahner). Tengo la impresión de que en el fondo el pensamiento de Ratzinger sigue siendo doceta, pues no asume las consecuencias de la encarnación de Dios, en plano personal y social.
Estas afirmaciones deberían precisarse y discutirse de un modo mucho más profundo, pero las asumen casi todos los exegetas católicos y gran parte de los dogmáticos. Aquí no puedo desarrollar el tema. Por eso me limito a presentar una lectura abierta del evangelio de la infancia de Lucas, en línea de encarnación total del Hijo de Dios. Perdonen mi juicio que puede ser algo duro los amigos de J. Ratzinger, a quien considero un teólogo genial… pero un teólogo que debe ser repensado y superado desde el evangelio.
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