El tiempo cuaresmal es una invitación a buscar una mejor calidad de vida cristiana a través de una serie de ejercitaciones que nos ayudarán a ponernos en forma integralmente como personas y como cristianos
(Juan José Omella, arzobispo de Barcelona).- La Cuaresma es un tiempo fuerte del calendario cristiano dedicado a preparar las fiestas de la Pascua, la principal celebración de los cristianos, en que celebramos la Resurrección de Jesús.
La Cuaresma es un tiempo de purificación y de ejercitación cristiana y eso exige un esfuerzo. El mismo esfuerzo de quien prepara con cuidado e ilusión una fiesta, una excursión o una competición deportiva.
Los 40 días que dura la Cuaresma vienen del simbolismo de este número: los cuarenta años de la marcha del pueblo de Israel por el desierto, los cuarenta días de Moisés y de Elías en el monte, los cuarenta días de ayuno de Jesús en el desierto, donde supera las tentaciones y se prepara para salir a predicar la Buena Nueva del Reino.
Los 40 días indican que se trata de un tiempo largo que exige trabajo hasta conseguir llegar a la tierra prometida o hasta alcanzar el cambio, la conversión de la escalada hacia la libertad venciendo todos aquellos pecados o vicios que nos impiden alcanzar la libertad plena.
La llamada cuaresmal nos invita a vivir la conversión del corazón; nos invita a acercarnos más plenamente al espíritu evangélico viviendo más el abandono en las manos de Dios, a acercarnos más a la persona de Cristo, el amigo de los hombres, a acercarnos más a todos los hombres, nuestros hermanos.
El Miércoles de Ceniza marca el comienzo de la Cuaresma. La ceniza, en la Biblia, era signo de duelo y de dolor. Progresivamente fue signo de penitencia, de contrición del pecado y, al mismo tiempo, de esperanza en la misericordia de Dios. El gesto de marcar la frente con la ceniza recuerda a los creyentes su propia debilidad pero también la necesidad de convertirse para poder acoger a Jesucristo y su Evangelio con un corazón nuevo.
No se trata de hacer penitencia por hacer penitencia, sino de purificarse para estar más disponible para responder a las llamadas de Dios y de los hermanos.
Hoy en día encontramos a personas que quieren ponerse en forma, salir a correr, hacer deporte, ir al gimnasio, y se autoimponen toda una ascesis en el régimen de alimentación, con la supresión de sustancias nocivas para el cuerpo, todo ello con el objetivo de encontrarse mejor, de dar una buena imagen, de ser más felices. Pues bien, del mismo modo, el tiempo cuaresmal es una invitación a buscar una mejor calidad de vida cristiana a través de una serie de ejercitaciones que nos ayudarán a ponernos en forma integralmente como personas y como cristianos.
La próxima semana indicaré algunas prácticas concretas que podríamos realizar para seguir más plenamente a Cristo, el Hijo de Dios, Nuestro Señor y Salvador.
Queridos hermanos, que Dios os bendiga a todos.
+ Juan José Omella Omella
Arzobispo de Barcelona
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