Los gestos del Papa Francisco, en su viaje a Tierra Santa, ya fueron muy significativos y esperanzadores. Un viaje muy equilibrado políticamente. No fue igual en algún viaje anterior
(Cresol).- «El pueblo palestino está abandonado a su mala suerte, y el conflicto aburre a Occidente». José Luis Ferrando es un reconocido experto en el proceso de paz de Oriente Próximo. Ha vivido en Israel y Palestina, ha organizado muchos viajes y ha escrito diferentes libros y artículos sobre la problemática que nos ocupa. Le planteamos algunas cuestiones; hay otras que quedan en el tintero para futuras ocasiones.
Recientemente el Presidente del Estado palestino, Mahmud Abás, inauguraba la embajada de su gobierno ante la Santa Sede, en el marco de su visita oficial en la que fue recibido en audiencia por el Papa Francisco (14 de enero). ¿Qué repercusiones tiene este hecho? Sin duda es un reconocimiento decisivo desde el punto de vista político.
La equidistancia diplomática que la Santa Sede ha querido mantener se ha inclinado en algún momento del lado de Israel; con este gesto creemos que es una manera de equilibrar la balanza. Por otro lado para los cristianos palestinos, que viven en el territorio de Palestina o de Israel, es una gran satisfacción. Sin duda es un reconocimiento muy significativo para los cristianos de Tierra Santa, que a veces han tenido la sensación de un cierto abandono. Los gestos del Papa Francisco, en su viaje a Tierra Santa, ya fueron muy significativos y esperanzadores. Un viaje muy equilibrado políticamente. No fue igual en algún viaje anterior.
Mahmud Abás, clave para la paz. ¿Hombre de paz y artífice de paz?
Este hombre piensa que la fortaleza exterior le dará fuerza en el interior. Es posible que esta estrategia a medio plazo tenga éxito, pero de momento lo que único que tiene son muchos encuentros y fotos con reyes y príncipes, jefes de estado y primeros ministros. En esta línea tiene paralizadas las elecciones legislativas y presidenciales desde hace tiempo, por temor a que gane Hamas…No me cabe duda que Abás desea la paz, pero de momento no parece que tenga dentro los apoyos suficientes para garantizar a Israel una paz creíble. Hamás no se fía de él y viceversa. Israel tampoco se fía mientras no controle a Hamas
Has seguido el conflicto durante muchos años. ¿Eres pesimista en la «disputa por un Estado real» entre Israel y Palestina?
Más que pesimismo diría realismo. La administración Obama creó muchas expectativas, que con el paso del tiempo se han visto frustradas. La actual administración norteamericana se decantará de manera clara por apoyar a Israel y todas sus políticas. Europa no es significativa. Y el famoso cuarteto (Naciones Unidas, Estados Unidos, Rusia y la Unión Europea) que se ocupaba de auspiciar la paz, ni está, ni se le espera. Evidentemente con estos mimbres será complicado avanzar en un proceso de paz, que está paralizado desde hace años. En Palestina la gente malvive o sobrevive, en una especie de calma tensa. Antes, al menos me consta que había conversaciones secretas, ahora ni eso. El pueblo palestino está abandonado a su mala suerte, y el conflicto aburre a Occidente. Lo relevante, que es la represión y el control al que está sometido ese pueblo no es noticia. Unicamente cuando se supera un cierto umbral de violencia nos informan los medios, mientras tanto pasa el tiempo y el desengaño es notable entre las dos poblaciones.
La Conferencia para la Paz en Oriente Próximo celebrada el 15 de enero de 2017 en París hizo un llamamiento a la nueva Administración estadounidense de Donald Trump, en la perspectiva de los dos Estados. Derecho de dos Estados a existir y a disfrutar de paz y seguridad dentro de unos confines reconocidos internacionalmente. ¿Realmente cómo tendría que ser eso de los dos estados?
Lo de la Conferencia de París ha sido más de lo mismo, y con la ausencia de Israel, por lo tanto, poco relevante. El ideal para los dos Estados sería, como mínimo, una vuelta a las fronteras anteriores a la Guerra de los Seis días (1967), pero aquí topamos con la dificultad de los asentamientos. El territorio palestino está trufado de esas poblaciones, y por lo tanto, si no se levantan esos asentamientos, la discontinuidad territorial es tan palmaria, que convierten el posible Estado Palestino en inviable. De todos modos en la mesa de los negociadores ha estado siempre la solución final, incluso técnica, pero siempre ha faltado voluntad política para establecer unos plazos creíbles. La vuelta a la mesa de negociaciones es el único camino. Tampoco podemos olvidar el problema de los refugiados del 1948 y 1967, que se encuentran dispersos en campos en varios países de Medio Oriente. Eran propietarios de tierras y se les desposeyó ilegalmente de las mismas, ¿quién pagará la factura de las posibles indemnizaciones? Muchos tienen los títulos de propiedad de esas tierras de la época turca, en donde hoy se han construido todo lo que han querido, hasta pistas de tenis o urbanizaciones. Y el derecho al retorno: ¿Cómo se gestionará? Son muchos millones de palestinos exiliados. Este es otro problema, que no se puede soslayar…
¿Por qué ese es el camino más sensato a seguir?
Es evidente que sin diálogo, difícilmente se puede alumbrar una solución aceptable para las dos partes. El Estado Palestino no es una concesión de Israel, es un derecho del pueblo palestino a vivir en paz en su tierra. Se nos olvida con frecuencia esto. En este diálogo, lo realista, para salir del impasse, sería establecer, en una primera fase, el Estado Palestino en Cisjordania, y dejar la posible conexión con Gaza para un segundo momento. Evidentemente, puede surgir la tentación de abandono de esas tierras palestinas por parte del Estado Palestino y la emergencia de un Estado en Gaza. En cualquier caso hay dos hechos claros: de momento la Autoridad Nacional Palestina, no controla Gaza, y Hamás ejerce claramente el poder ejecutivo allí. Esta posible solución también podría acelerar la unión entre los palestinos. El problema es que este aislamiento obligado, aceptado por el Estado Palestino, supondría una mayor presión de Israel sobre Gaza y el deterioro de su vida cotidiana, con el aumento del proceso de empobrecimiento.
¡Una provocación el proyecto de trasladar la embajada estadounidense a Jerusalén! ¿Confías que se reconsidere esa idea?
No creo que se reconsidere. ¡Ojalá! En este preciso momento, no es solamente una provocación, sino una barbaridad, ya que puede conllevar un alto nivel de conflictividad política, social que podría sin duda alentar una nueva intifada. Es evidente que ambos Estados quieren que Jerusalén sea su capital, y la solución técnica, sin levantar alambradas por todas partes está contemplada, por eso este posicionamiento, ahora, puede ser letal. Lo sensato, aunque ésto es pedirle demasiado a Trump, es mantener el «status» hasta que los actores principales resuelvan sus problemas.
El primer ministro hebreo Benjamín Netanyahu, ¿cómo lo definirías?
Bibi, como le llaman allí, no es un ideólogo, es un político pragmático. Estoy convencido que él desea la paz, ya que el desgaste de la situación actual, sin la ayuda de los Estados Unidos, es insostenible. Pero él tiene un miedo terrible a Hamás. Eso le impide dar pasos hacia la paz, y por eso, en cada elección, agita el mismo fantasma, y acierta con la fibra del miedo de una gran parte de la población israelí.
Un conflicto que ha causado heridas difíciles de cerrar. Ciento veinte años de derramamiento de sangre, de odio y de animosidad. ¿Muchos fanáticos en ambos lados?
Es lamentablemente lógico, y además en dos sociedades en las que el sentimiento de perdón y olvido prácticamente no existen, predomina la venganza, incluso intemporal.
¿Cómo se podrían curar estos fanáticos?
No lo sé, es difícil, pero probablemente si se alumbrara un futuro igualitario y esperanzado para ellos y sus hijos, empezarían a cambiar.
Según las encuestas la mayoría de los israelíes y la mayoría de los palestinos son proclives a aceptar la solución de los dos estados. ¿Por qué sigue siendo tan imposible el diálogo entre las dos partes?
Porque predomina la desconfianza entre las dos partes. Israel piensa que crear esta plataforma sería suicida, dado que la actual Autoridad Palestina no controla su territorio, ni a su gente. Gaza va por su cuenta, las elecciones presidenciales y legislativas en Palestina están aplazadas indefinidamente. En definitiva son los datos que Israel valora negativamente. Por otro lado en Israel el radicalismo también avanza, algo muy preocupante…
¿En qué no están de acuerdo sobre el tema de Jerusalén?
Existe un dato muy claro. No se puede entender el Estado de Israel sin la capitalidad de Jerusalén, ni el el Estado Palestino, sin la capitalidad de Jerusalén. Esta es para ambos pueblos una premisa básica. Teniendo en cuenta esto, ¿cómo determinar los límites y las fronteras sin muros y alambradas, para que Jerusalén sea una ciudad abierta para todos, incluidos nosotros los cristianos? Este trabajo esta hecho, a falta de algunas finuras. Pero para dar estos pasos falta una clara y decidida voluntad política, por las razones anteriormente expresadas.
¿A qué tendría que renunciar cada uno en las líneas de partición de cada Estado?
Muchos israelíes son radicales en la ideología fundamentalista de que la Biblia es un documento notarial. La Biblia no acredita la propiedad jurídica de la tierra. Estos fanáticos piensan que Dios les ha dado la tierra sólo a ellos, porque la Biblia lo dice. Israel tiene que renunciar a esta ideología. En el lado palestino, deberán renunciar, a cambio de una indemnización, a la devolución de muchas tierras, que hoy se han convertido en edificios de viviendas o centros comerciales. Esto es realismo puro y duro. Pero, como decíamos a cambio de algo, no de una limosna. Nadie de nosotros, en las mismas circunstancias, estaría dispuesto al gratis et amore.
Hoy 600.000 colonos están establecidos en Cisjordania y Jerusalén Este. ¿Determinación para que cesen los asentamientos judíos iniciados en 1967?
De momento, por parte de Israel ninguna. Las presiones de los lobbies conservadores y fundamentalistas es muy fuerte. Prefieren posicionarse en las tierras bíblicas, de acuerdo con lo dicho anteriormente para hacer mas difícil la cesión de la tierra. En su día quisieron también quedarse en el Sinaí, hasta que con los acuerdos de Camp David, paulatinamente fue devuelto a Egipto. La retirada fue muy dura, pero no tendría nada que ver con una posible retirada de Cisjordania. Esto ni se contempla. Tendrá que ser una concesión de los palestinos. ¿ A cambio de qué…?
Hay quien dice que mientras Israel ocupa y oprime a los palestinos de Cisjordania, cientos de millones de fanáticos musulmanes llevan a cabo la destrucción de Israel. ¿Es así?
De momento no se ve por ninguna parte esa destrucción. En todo caso se preparan para ello, pero encontrarán a Israel siempre en guardia. Esa hipótesis, a día de hoy, es irreal. Sin duda alimenta el vano sueño de muchos fanáticos. Israel tiene derecho a un Estado. Está y permanecerá. Esto es incuestionable.
La ambigüedad del conflicto… más allá de percibirlo en blanco y negro, los buenos y los malos, ¿qué posición sensata es la que nos recomiendas mantener a los cristianos occidentales en los debates?
Ambos pueblos tiene derecho a vivir en paz dentro de unas fronteras seguras. La negación del derecho del otro es la continuación indefinida del conflicto. No se pueden imponer el uno al otro, esto es la perpetuación de una guerra más o menos ruidosa mediáticamente, pero siempre presente. Deben de respetarse mutuamente y neutralizar a los radicales.
Hacia el pueblo palestino, ¿hay que fomentar la asistencia económica de las personas europeas corrientes comprometidas con la paz?
No olvidemos que Palestina es la parte débil del conflicto. El pueblo palestino vive grandes carencias a todos los niveles, y por eso necesita nuestra ayuda humanitaria. Sin nuestro apoyo su vida se degrada, y sólo piensan en emigrar a otros países.
Sobre los santos lugares. Brevemente, ¿dónde están los principales problemas?
En cualquiera de los arreglos que se pueda producir, garantizar el libre acceso y la libertad para que todo el mundo pueda rezar en ellos. Judíos, cristianos y musulmanes tienen que ponerse de acuerdo para que los santos lugares en toda Tierra Santa sean accesibles y respetados por todo el mundo. Y que los animadores o guías de esos lugares puedan, previa autorización de sus responsables religiosos, acompañar a los grupos sin trabas y con libertad.
¿Qué contribución espera la sociedad del país que nos ocupa, de la comunidad cristiana?
Una contribución a la paz desde nuestra identidad evangélica. Probablemente introducir en el conflicto, de una manera clara y precisa, la categoría perdón y justicia, y desterrar el concepto de venganza.
¿Qué papel desean seguir en aquellas tierras los cristianos?
El de las primeras comunidades cristianas: ser testigos vivos del Resucitado en medio de un mundo de odio y violencia. Nosotros no podemos seguir las consignas de los radicales de ambos lados. El cristiano tiene que aportar a este conflicto la sensatez del mensaje cristiano.
¿Qué aspectos de la vida de aquellas comunidades católicas nos tienen que preocupar ahora y aquí?
Su presente y su futuro. El estado de Israel no mira a la minoría cristiana, sino al pueblo palestino. Y, por lo tanto sufren las mismas vicisitudes y carencias que los demás. No los distinguen.
¿La libertad religiosa?
Está relativamente garantizada, aunque siempre amenazada por los radicales de ambos lados.
¿Cómo es la sociedad civil en Tel Aviv?
Un dicho del lugar cuenta que : Jerusalén es para rezar, Haifa para trabajar y Tel Aviv para divertirse. Y así es. Es un sociedad plural y variopinta, descarada, profundamente mediterránea y americanizada al mismo tiempo. Solidaria con las grandes causas. Allí se producen las grandes manifestaciones en apoyo del mundo palestino. Ajena muchas veces a las cuitas políticas de Jerusalén, y más centrada en la economía del país.
¿Cuáles son sus demandas sociales más significativas?
Que les dejen tranquilos, ya que las fronteras palestinas están relativamente lejos para ellos. Y los palestinos más cercanos, los de Jaffa, desde hace décadas, conviven pacíficamente con sus habitantes. Les encanta la cultura, el arte, y la buena vida, en los bares y restaurantes junto al mar… A la ópera de Tel Aviv acuden las mejores compañías del mundo.
¿Será posible algún día en los países de Oriente Medio encontrar un modo de convivencia serena, ordenada y pacífica, acogiendo las diferencias y la alegría de ser hermanos en cuanto hijos de un único Dios?
Ojalá tuviera una respuesta a esta pregunta de diez. La utopía siempre mueve las grandes causas. No la enterremos antes de hora. Soñemos, aunque sea despiertos, con esta posibilidad. Más aún, hagámosla posible en la medida que podamos contribuir a ella.