Las hipótesis de los críticos que niegan la Resurrección siguen dos líneas fundamentales de investigación: afirmar que Jesús no murió realmente en la Cruz; o sostener que, aunque muriera en el Gólgota, no resucitó
(Laureano Benítez).- Resurrectio: el sepulcro vacío de Jesús de Nazaret es la segunda parte de Crucifixio: una investigación sobre los enigmas de la Pasión de Cristo, un libro publicado en 2016 en el que el autor investigaba desde la fe y desde la historia los misterios que rodearon la Pasión y Muerte de Jesús.
En la presente obra, se desarrolla una profunda indagación -desde la fe y desde las ciencias históricas- sobre los enigmas que envuelven la Resurrección de Cristo, con el fin de demostrar que, lejos de ser un mito, una fábula, una manipulación con la que se quiso alterar la cruda realidad de un predicador fracasado que terminó humillado en una cruz -como dicen los críticos laicistas- la Resurrección crística es un hecho luminoso producto de una realidad sobrenatural y divina que produjo un cambio decisivo en la historia de la humanidad.
Las hipótesis de los críticos que niegan la Resurrección siguen dos líneas fundamentales de investigación: afirmar que Jesús no murió realmente en la Cruz; o sostener que, aunque muriera en el Gólgota, no resucitó, ya que la supuesta Resurrección no fue tal, sino un fraude -perpetrado especialmente con el robo del cadáver por sus discípulos-, un producto patológico de imaginación y alucinación, o la cristalización de un mito. Al hilo de estas conjeturas sin fundamento, se han inventado historias fantasiosas sobre unas supuestas tumbas de Jesús: Cachemira, Rennes-le-Chateau, y Talpiot, cuya falsedad se demuestra en el libro.
Sin embargo, el fenómeno por el cual Jesús se levantó de entre los muertos presenta una serie de evidencias que demuestran su autenticidad, y su plena inserción en la historia.
En primer lugar, el hecho indiscutible del sepulcro vacío, cuya realidad fue innegable a los contemporáneos. Este sepulcro se encuentra en la Basílica del Santo Sepulcro de Jerusalén, como lo prueban las investigaciones arqueológicas.
Y en ese sepulcro vacío había un objeto arqueológico de primera magnitud, que puede considerarse como una evidencia científica de la Resurrección: la Sábana Santa, cuya autenticidad se demuestra en este libro sin ningún género de dudas, investigando aquellas características especialísimas de la Síndone que demuestran la Resurrección del cadáver que allí fue amortajado, y del que también se aportan pruebas que era Jesús de Nazaret.
Pero los primeros cristianos no sostuvieron su fe en la Resurrección solamente por el sepulcro vacío, ya que su creencia se fundamentó en la irrebatible realidad de las apariciones del resucitado, las cuales no se pueden descalificar tachándolas de alucinaciones
Estas experiencias de la resurrección de Jesús produjeron la evidencia histórica de la prodigiosa transformación que experimentaron los discípulos de Jesús, que de ser un grupo acobardado pasó a ser un arrollador movimiento misionero que cambió el mundo, lo cual demuestra corrobora que fueron impulsados por una poderosísima fuerza que les hizo capaces de arrostrar todos los peligros, y bajo cuyo impulso derrotaron al mayor imperio que jamás ha existido.
Además las primeras comunidades cristianas practicaron un modo de vida desconocido en la Antigüedad, basado en la fraternidad, una manera de vivir que llamó poderosamente la atención de sus coetáneos, que anticipaba el mundo nuevo que se proclamaba en el kerigma, que era la demostración palpable de que la resurrección de Cristo había inaugurado el Reino de Dios en la Tierra, de que esta Nueva Cración estaba allí, entre ellos, animada y sostenida por una poderosa energía, que emanaba de la presencia viva de Jesús, el Viviente, el Resucitado.
¿Quién movió la piedra en aquel amanecer del día 9 de abril del año 30? Responder esta pregunta es el principal objetivo de Resurrectio.