Antes existía la escuela confesional; ahora también los curas dan notas y títulos como vosotros y proponen a los chicos el Dios-dinero
(Grupo Milani).- 50 años sin responder una carta son muchos. O no era interesante y no merecía respuesta, o no se identificó al destinatario, o sólo usa el wasap…
Interesante sí era, ¡traducida a más de 60 lenguas occidentales, africanas y asiáticas! (en venta continua en España desde 1970).
Destinada a una profesora, pensaba en los licenciados que enseñan en la escuela media (12-14 años) y, según la carta, en una del instituto magistral (paralelo al bachillerato o liceo clásico y científico) que cuece los maestros de infantil y primaria. Apuntaba, pues, a la formación del profesorado. Inmune, hasta hoy, de todas nuestras reformas y leyes educativas.
¿Y qué decía la carta? Que la escuela colabora con el sistema del libre mercado y selecciona a los mejores; en vez de compensar a los pobres para igualar a todos. Una denuncia por clasismo en toda regla. Y añadía -pocos lo leyeron- que el mayor daño es para los triunfadores, por ocultarles mucha realidad.
Además, tendía la mano a «la maestra»: no te dejes utilizar y hazte cómplice de los últimos; solo les falta la Palabra y tienen cosas nuevas que decir, que ni Pierino se las sabe. Pensábamos que hablaba de los pueblerinos (ya menos en Italia y España al final de los 60), pero la carta aseguraba que eran «mayoría en la tierra», hermanos de toda África, Asia y América Latina (hoy tan inmigrantes). Así que, de una dimensión social y compasiva, saltaba a la gran política, de tantos muros por respuesta.
Pues bien, la formación seria del profesorado sigue sin respuesta, igual que las altas cifras de fracaso escolar y abandono precoz. Se mantiene la denuncia: la escuela (con sordina, por si suena a marxismo) es un arma en la «lucha de clases». El mercadeo escolar no se corta un pelo.
Las escuelas compiten entre ellas a ver quién da más; se anuncian hasta las concertadas, con eso del derecho de los padres a elegir. Lo avisó el Papa Francisco: «hoy la escuela huele a dinero». Y la carta decía en el 67: «antes existía la escuela confesional; ahora también los curas dan notas y títulos como vosotros y proponen a los chicos el Dios-dinero».
¡Ni los socialistas lucharon por la igualdad! Lo de una escuela única igual para todos (y encima hasta los 16 años) debió ser una escuela mejor para los últimos, porque «nada tan injusto como tratar igual a los desiguales».
Aquí celebramos el cumpleaños de carta a una maestra y no ocultamos críticas, más aún, avisamos de un enorme cambio acaecido: si los pobres necesitaban la Palabra, «la única que nos hace iguales», ya la tienen en esta aldea global de tantas redes… ¿No?