En las relaciones mercantiles el principio de gratuidad y la lógica del don, como expresiones de fraternidad, pueden y deben tener espacio en la actividad económica ordinaria
(Cáritas).- El arzobispo de Santiago de Compostela, monseñor Julián Barrio, ha presidido la sesión de apertura de las XVII Jornadas de Teología de la Caridad que organiza Cáritas en la capital gallega y que concluyen el próximo domingo.
«Les acogemos en la caridad -afirmó el prelado compostelano en su saludo a los 350 participantes que acuden a este evento- como los discípulos de Emaús acogieron a Jesús después de haber caminado en su compañía». «Desde esta ciudad, meta de peregrinación, expresamos el deseo de una sociedad donde la riqueza cultural, la economía y el bienestar social sean patrimonio al servicio de todos, revitalizando las raíces cristianas», añadió.
Haciéndose eco de la palabra orante que Dante ponía en boca de Beatriz dirigiéndose al Apóstol Santiago, monseñor Barrio declaró: «‘Haz que desde aquí resuene la esperanza’, sabiendo que Cristo Resucitado es la nueva esperanza sobrenatural que no anula la natural. El hombre no puede vivir sin esperanza: su vida condenada a la insignificancia, se convertiría en insoportable. El hombre espera en Dios y en él lo espera todo. Pero la esperanza es inseparable del amor solidario. La esperanza se convierte en fuente de amor y de servicio al prójimo».
«Al celebrar estas Jornadas sobre la Teología de la Caridad -añadió el arzobispo de Santiago- hago memoria de que la existencia ha de comprenderse como don y tarea para el hombre, en la que se defienda la dignidad de la persona como algo sagrado e inviolable, en la que el prójimo sea aquel de quien cada uno se hace responsable y en la que la vida de cada uno se ponga al servicio de los demás». «Como a los peregrinos, les digo Eultreia (Adelante) y Esuseia (Arriba). Bienvenidos», concluyó.
Mensaje de la CEPS
A continuación tomó la palabra su obispo auxiliar, monseñor Jesús Fernández, para dar lectura al mensaje enviado por la Comisión Episcopal de Pastoral Social a los participantes en el encuentro. «No se trata sólo de crear más riqueza y repartirla justamente -se afirma en uno de los párrafos-, sino de distribuirla racionalmente con una visión global que incluya, además de la instauración de una nueva mentalidad entre los hombres, los nuevos planteamientos sociales y culturales, la complementariedad, la comunicación, la austeridad, la participación y la solidaridad en el ámbito de la familia humana global».
Bienvenida del presidente de Cáritas Española
En su primera intervención pública como presidente de Cáritas Española desde su nombramiento el pasado mes de marzo, Manuel Bretón Romero subrayó que «el tema elegido para esta convocatoria, construcción de una economía solidaria, es uno de los temas eje estratégicos del trabajo confederal, junto con otros dos temas de gran trascendencia como son la movilidad humana y el cuidado de la creación».
Recorriendo el magisterio de los obispos españoles y de los últimos Papas (Pablo VI, Juan Pablo II, Benedicto XVI y Francisco) recordó «que las estructuras justas son, una condición indispensable para una sociedad justa, pero no nacen ni funcionan sin un consenso moral de la sociedad sobre los valores fundamentales y sobre la necesidad de vivir estos valores. Las estructuras justas han de buscarse y elaborarse a la luz de los valores fundamentales, con todo el empeño de la razón política, económica y social».
A la luz de los datos sociológicos conocidos, que confirman que durante la época de crisis 2 de cada 3 personas en situación de exclusión provienen de antes de la crisis, Bretón afirmó que estamos ante un «modelo socio económico frágil, incapaz de reducir históricamente la tasa de paro por debajo del 8% o de generar empleo con un alto valor añadido y que, lejos de reducir las desigualdades entre los pueblos y personas, ha contribuido a su aumento».
Apelando a los principios de la Doctrina Social de la Iglesia que fundamentan los principios éticos de la actividad económica en el mandato de la creación y la Encarnación y redención de Cristo, el presidente de Cáritas aseguró que «nos queda mucho camino por recorrer en la elaboración de una economía que esté verdaderamente al servicio de la persona humana. Por eso, en Cáritas estamos en camino, intentando recuperar palabras como bienestar, equidad, dignidad, desarrollo humano o derechos, que es lo que la opción por un modelo de economía solidaria supone para el conjunto de la confederación Cáritas Española».
«Nuestro modelo -subrayó- es por encima de todo la persona como el centro de la actividad económica a través de un empleo inclusivo que definimos como acceso a un empleo digno de las personas con más dificultades mediante itinerarios personalizados; una economía social con proyectos que apuestan por la generación de empleo y la creación de empresas de inserción, cooperativas o centros especializados de empleo; un comercio justo que protege y garantiza los derechos de los pequeños productores del Sur y buscan la justicia social en el comercio internacional; unas finanzas que incorporan sistemas de financiación con una dimensión ética, fondos de inversión ético y proyectos de banca ética; y una colaboración con las empresas como agentes de cambio y con propuesta para el cambio a ciudadanos, empresas y administración».
Manuel Bretón concluyó su intervención en la sesión inaugural explicando la óptica de economía solidaria defendida por Cáritas, que es la que «que permite mirar la economía de manera distinta, con objeto de articular un modelo intrínsecamente vinculado a los derechos humanos, donde la máxima sea el cuidado y respeto de la Creación, el uso sostenible de sus recursos y que defienda un consumo responsable y transformador».
Ponencia de Enrique Lluch
Bajo el título «Una economía basada en el crecimiento, ¿funciona?», el profesor de la Universidad San Pablo CEU de Valencia y miembro del Consejo Científico de la Fundación FOESSA (Fomento de Estudios Sociales y de Sociología Aplicada), Enrique Lluch, puso sobre la mesa la constatación de que «la Iglesia sostiene siempre que la actividad económica no debe considerarse antisocial. La Doctrina Social de la Iglesia sostiene que se pueden vivir relaciones auténticamente humanas, de amistad y de sociabilidad, de solidaridad y de reciprocidad, también dentro de la actividad económica y no solamente fuera o ‘después’ de ella».
En ese sentido, apuntó al hecho de que «el sector económico no es ni éticamente neutro ni inhumano o antisocial por naturaleza. Es una actividad del hombre y, precisamente porque es humana, debe ser articulada e institucionalizada éticamente«.
Para el profesor valenciano, «en las relaciones mercantiles, el principio de gratuidad y la lógica del don, como expresiones de fraternidad, pueden y deben tener espacio en la actividad económica ordinaria». «Esto es una exigencia del hombre en el momento actual, pero también de la razón económica misma. Una exigencia de la caridad y de la verdad al mismo tiempo«, sentenció.
Mensaje de la CEPS en las XVII Jornadas de Teología sobre la Caridad
Santiago de Compostela, 21 de abril de 2017
Recibid un cordial saludo, D. Manuel Bretón, Presidente de Cáritas Española (un recuerdo para el Presidente saliente, D. Rafael del Río), directivos de las Cáritas, y mi saludo a todos los participantes en estas Jornadas. Como bien sabéis, en la última Asamblea Plenaria de la CEE hubo renovación de cargos y nuestro recién nombrado Presidente, Mons. Atilano Rodríguez, me encarga os trasmita su más afectuoso saludo.
En este momento en el que la Iglesia necesita hacer presente, de manera más explícita, el amor de Dios en las nuevas situaciones que afligen a la humanidad, no cabe duda que uno de los ámbitos más relevantes para la vida de los pobres es el ámbito de la economía, pues la economía en muchas ocasiones pone al descubierto las lagunas y las omisiones de justicia que atentan con la dignidad de las personas y de los pueblos.
En este año que conmemoramos el 50 aniversario de la encíclica Populorum progressio, sabemos con la reflexión que nos hace este imprescindible documento para los que colaboramos con Cáritas, que ninguna respuesta social y económica puede cambiar de raíz los problemas que sufre la humanidad si no es desde la verdad y la fraternidad, desde el amor. Las soluciones no pueden ser sólo ni preferentemente técnicas. Sin verdad no hay auténtica actuación social. Por ello «el desarrollo, el bienestar social, una solución adecuada de los graves problemas socioeconómicos que afligen a la humanidad, necesitan esta verdad. Y necesitan aún más que se estime y dé testimonio de esta verdad. Sin verdad, sin confianza y amor por lo verdadero, no hay conciencia y responsabilidad social, y la actuación social se deja a merced de intereses privados y de lógicas de poder, con efectos disgregadores sobre la sociedad, tanto más en una sociedad en vías de globalización, en momentos difíciles como los actuales»1.
La solución no está únicamente en descargar la responsabilidad en los gobernantes o en proponer una solución paternalista movidos por una fuerza altruista y generosa, sino que a la vez hay que promover a largo plazo una conciencia de participación social de los ciudadanos que corresponda a una nueva mentalidad. Lo que en definitiva está en juego es la vida de millones de personas.
Una economía ordenada al bien común y abierta a la gratuidad y a la lógica del don
La economía debe estar ordenada al bien común. Se han dado errores en la actividad económica y en la política a la hora de programar la acción social por creerse autónomos del orden moral2; y por elevar a fines lo que sólo son medios e instrumentos al servicio de un desarrollo humano. Por ello hay que buscar responsabilidades en las personas y en las instituciones que han dirigido la acción económica y política.
En la sociedad económica de tipo liberal, y así se ha extendido en Europa, parecía que la lógica del don pertenecía bien al campo de la caridad bien al campo de un neocapitalismo o neoliberalismo de tipo paternalista que deseaba contentar a los utilitarios del mercado en orden a producir un mayor rendimiento o a la eliminación de los problemas sociales. Sin embargo, el Santo Padre Benedicto XVI viene a decirnos que la lógica del don pertenece al campo de las relaciones económicas en sí mismo consideradas y testigo de ello ha sido la Doctrina social de la Iglesia, la cual «no ha dejado nunca de subrayar la importancia de la justicia distributiva y de la justicia social para la economía de mercado, no sólo porque está dentro del contexto social y político más amplio, sino también por la trama de relaciones en que se desenvuelve»3. Es decir, la lógica de la fraternidad, presente en el desarrollo de la justicia social no se debe solo al cumplimiento de las políticas sociales sino que el mismo entramado de relaciones que la empresa y el mercado va creando dentro de la misma sociedad civil hace que ese intercambio de gratuidad sea una exigencia de la misma configuración de la sociedad civil en la que el mercado está enclavado.
«El sector económico no es ni éticamente neutro ni inhumano o antisocial por naturaleza. Es una actividad del hombre y, precisamente porque es humana, debe ser articulada e institucionalizada éticamente»4. La razón es antropológica ya que «la justicia afecta a todas las fases de la actividad económica, porque en todo momento tiene que ver con el hombre y con sus derechos»5 incluso esto debe aplicarse a todos los ámbitos producidos por la globalización e incluidos aquellos tipos de empresas modernas como la «responsabilidad social de empresa»6.
Hacia una nueva mentalidad, mentalidad solidaria
No se trata sólo de crear más riqueza y repartirla justamente, sino de distribuirla racionalmente con una visión global que incluya, además de la instauración de una nueva mentalidad entre los hombres, los nuevos planteamientos sociales y culturales, la complementariedad, la comunicación, la austeridad, la participación y la solidaridad en el ámbito de la familia humana global.
Una opción ética necesaria es decantarse por la fraternidad-solidaridad. Seguir este camino exige considerar a la persona humana en superioridad evidente sobre la economía. Sin esta solidaridad aumentarán las desigualdades y las injusticias, la opresión y otros males sociales como la miseria, el hambre y la muerte7. Hemos de caminar, por tanto, hacia una sociedad solidaria.
1 Cf. Benedicto XVI, Caritas in veritate, 5
2 Cf. Benedicto XVI, Caritas in veritate, 34
3 Benedicto XVI, Caritas in veritate, 35
4 Benedicto XVI, Caritas in veritate, 34
5 Benedicto XVI, Caritas in veritate, 37
6 Benedicto XVI, Caritas in veritate, 40
7 Juan Pablo II, SRS, 38-39