No olvidemos que nuestro ser europeo es un proyecto inacabado, como inacabado está nuestro mundo, para ser voz de los sin voz, de los olvidados, de los que se sitúan en las cunetas de la historia
(José Miguel Martínez Castelló).- En la historia de los pueblos y de cualquier organización humana se presentan acontecimientos y días históricos. Son puntos de inflexión en el calendario que provocan un cambio, una proyección única hacia el porvenir. Uno de esos días se ha presentado en colegio Sagrada Familia. Patronato de la Juventud Obrera (PJO) de Valencia.
Y se ha conseguido por la presentación de un proyecto educativo que ha unido a 7 países diferentes de Europa que han trabajado los diferentes tipos de amor: Europe in love.
Reparemos, por un momento, en las connotaciones actuales y políticas que conviven con dicho proyecto. En un momento donde proliferan las divisiones, los discursos de los muros y las fronteras, los brexits de turno y las victorias de los populismos tanto de derecha como de izquierda, este proyecto rompe moldes, ya que trata de recordar la esencia misma de Europa, de lo que fue desde la mitología griega pasando por las dos guerras mundiales. Europa es un proyecto de misión y aventura, de apertura y convivencia. Así lo han querido mostrar los colegios participantes a través de un cortometraje que alimenta la necesidad y la urgencia del amor.
El cortometraje se inicia con una pregunta que debería fundamentar todo proyecto económico, político y social: What we need in Europe to be together? Ese juntos se presenta como contra cultural. De alguna forma esta es la misión de la cultura y la educación. Ir más allá de los acontecimientos, de la actualidad, para comprender la naturaleza de los hechos históricos vividos.
El proyecto está enraizado en la filosofía del amor. Todos necesitamos amor. Es una expresión, una certeza que pronunciamos y pensamos a diario, que lo sabemos, que nos es necesaria, pero que olvidamos su plasmación real en muchos ámbitos de la vida. Millones de personas sufren las consecuencias de decisiones donde el amor no tiene presencia alguna.
Europe in love es heredero de nuestra historia como europeos. Nuestro continente vivió en sus carnes la fuerza de la barbarie, la violencia y el exterminio. Sin embargo, lo que idearon personalidades de la talla de Schumann, Adenauer o Di Gasperi después de la gran guerra nos trae al día de hoy. La Unión Europea que surgió del Tratado de Roma es un proyecto contra el nacionalismo y el particularismo.
Estamos ante una plataforma de universalidad, donde las diferencias por cuestión de condición social, económica, racial, de lengua o procedencia no importan. Esto es revolucionario, pendiente de plasmación histórica. Europa es una aventura inacabada. Sus valores y principios son transportables al mundo. Su salvación depende, en alguna medida, que los hagamos realidad.
¿Pero qué valores son esos? ¿Estamos afirmando algún tipo de eurocentrismo? Todo lo contrario. Europa, entre muchas razones, puede convertirse en un modelo a seguir por sus raíces cristianas. Si observamos con cierto detenimiento el fundamento de nuestras ideas y de nuestros valores, la clave la encontramos en el concepto de dignidad. Éste no es más que la traducción secular de la condición sagrada de toda persona. Estamos el proyecto que puede unir a la humanidad. Todavía en barbecho, requiere de cumplimiento y desarrollo. Traspasa a la humanidad entera porque es susceptible de universalidad. De ahí la fraternidad, el considerar a cada persona hermano nuestro, carne de nuestra misma carne. ¿Qué pasaría si la política se fundamentara desde esta certeza?
Recordemos las palabras del Papa Francisco en el Parlamento europeo sobre el papel que Europa tiene que cumplir en el mundo desde la plataforma ética y moral de la dignidad de todo ser humano: «¿Qué dignidad podrá encontrar una persona que no tiene qué comer o el mínimo necesario para vivir o, todavía peor, que no tiene el trabajo que le otorga dignidad? Ha llegado el momento de abandonar la idea de una Europa atemorizada y replegada sobre sí misma. Caminemos hacia una Europa que contempla el cielo y persigue ideales; la Europa que defiende y tutela al hombre como precioso punto de referencia para toda la humanidad».
No olvidemos que nuestro ser europeo es un proyecto inacabado, como inacabado está nuestro mundo, para ser voz de los sin voz, de los olvidados, de los que se sitúan en las cunetas de la historia.