Las vocaciones nativas se han duplicado en los últimos 28 años, pasando de las 46.932 a las 88.138 actuales, un crecimiento que la Iglesia califica de "espectacular"
(J. B.).- Mongolia es el país con la Iglesia católica más joven del mundo. Apenas 25 años de existencia permitida, desde que en 1992 se reconociera, por fin, la libertad religiosa en el país de la estepa, incrustado entre Rusia y China. Una Iglesia con apenas 1.222 católicos (el 0,04% de la población), y un único sacerdote nativo, el padre Enkh Baatar.
«Empujados por el Espíritu. Aquí estoy, envíame», es el lema de una doble jornada, que la Iglesia celebra este domingo. La jornada Mundial de Oración por las Vocaciones, y la Jornada de Vocaciones Nativas. Uno de los rincones más escondidos es Mongolia, donde trabaja Esperanza Becerra, misionera de la Consolata colombiana. «Celebramos 25 años de reinicio de la Iglesia católica en este lugar de cielo azul y grandes horizontes».
El padre Baatar debía estar esta mañana en la sede de OMP, pero «por problemas de visa, no ha podido llegar». Para la religiosa, el pueblo mongol «es un pueblo muy hospitalario. La vivienda mongola no tiene cerraduras. Cuando se entra en casa, lo primero es que te ofrecen la bienvenida y el té, y en un segundo momento se presentan», destacó la religiosa.
El ejemplo de Mongolia es paradigmático a la hora de hablar de las vocaciones nativas. En un territorio que es 3 veces más grande que España y donde hay poco más de 3 millones de habitantes, Esperanza siente que es necesaria «la ayuda de toda la Iglesia para que la fe siga creciendo en Mongolia».
En este enorme país, esta misionera de origen colombiano sigue «a Jesús resucitado que se quiere encontrar con todos y, sobre todo con cada uno de los habitantes de este país».
En la rueda de prensa se presentaron otros dos testimonios. Así, Beatriz García Comyn, religiosa juniora de los Sagrados Corazones, que había sido invitada por CONFER para ofrecer su testimonio, comenzó a plantearse su vocación desde sus estudios de Psicología. «La Psicología me ayuda a ser más yo, pero me di cuenta que el mejor yo brota de mí cuando miro desde Dios». En el encuentro con niños de familias desestructuradas, esta joven de 28 años de edad, sintió que no podía pasar indiferente. Hoy después de 9 años como religiosa, ratifica su deseo de «ir contracorriente, como iba Jesús».
Finalmente, la CEE pidió a Francisco Javier Peño Iglesias, seminarista del Seminario conciliar de Madrid, que compartiera también su vocación. Debido a una situación familiar y personal dolorosa, a los 19 años, Francisco Javier plantó cara a Dios y le dijo enfadado: «Ahí te quedas, como eres Dios ya volverás a mí». Después de trabajar en el equipo técnico del Rayo Vallecano y como periodista de información deportiva, cuando aparentemente «todo iba bien», efectivamente, «Dios volvió» a por él. Hoy, vive su vocación, «como una historia de amor que le hace feliz».
Según los datos, las vocaciones nativas, es decir, aquellas surgidas en los territorios donde acuden misioneros de todo el mundo –entre ellos, los 13.000 españoles– para anunciar el Evangelio, se han duplicado en los últimos 28 años, pasando de las 46.932 a las 88.138 actuales, un crecimiento que la Iglesia califica de «espectacular».
Estas vocaciones pueden surgir y preservarse gracias al apoyo económico de los católicos de todo el mundo que aportan ayudas que el Vaticano distribuye a través de su Obra de San Pedro Apóstol. En concreto, en 2016, se enviaron 20,9 millones de euros de los cuales 1,7 millones fueron aportados por España.