La adhesión de la Iglesia metodista a esta doctrina constituía "un don de Dios" y "uno de los principales éxitos del diálogo ecuménico"
(Pedro Langa).- La Declaración Conjunta sobre la Doctrina de la Justificación (=DJ) viene presidiendo los encuentros ecuménicos católico-luteranos con motivo del V Centenario de la Reforma en 2017. Citas, por otra parte, que ya son historia, dado que algunas tienen su referente cronológico en 2016, siendo así que la fecha del susodicho Centenario está por llegar, pues cae justamente el 31 de octubre de 2017.
Es como si la familia protestante del mundo entero hubiera querido llegar a ese futuro 31 de octubre con una copiosa cosecha de realizaciones a las espaldas. Todo ello, sin embargo, no es óbice para que destaquemos el singular protagonismo que en dichos encuentros ha tenido, como digo, la famosa DJ.
Un argumento, por lo demás, que, al poco tiempo de clausurado el Concilio Vaticano II, fue incorporado enseguida a los debates de la comisión mixta entre la Iglesia católica y la Federación Luterana Mundial (= FLM). Y es que, en el momento de la Reforma, allá en el siglo XVI, un punto fundamental de controversia fue precisamente este de la Justificación, es decir, cómo se vuelve efectiva en el pecador la gracia de Cristo, la salvación.
Con el fluir del diálogo entonces, católicos y luteranos cayeron pronto en la cuenta de que, en el fondo, tenían la misma visión de tal doctrina. Ello permitió a la FLM y a la Iglesia católica firmar el 31 de octubre de 1999 en Augsburgo la DJ. El texto de 1999 explica, entre otras cosas, que «Sólo por gracia mediante la fe en Cristo y su obra salvífica y no por algún mérito nuestro, somos aceptados por Dios y recibimos el Espíritu Santo que renueva nuestros corazones, capacitándonos y llamándonos a buenas obras». Todos los seres humanos somos llamados por Dios a la salvación en Cristo. «Sólo a través de Él somos justificados cuando recibimos esta salvación en fe».
Naturalmente que hubo sus más y sus menos, claro, y no todo el mundo se mostraba conforme con el acuerdo alcanzado, pero el paso estaba dado y sólo hacía falta pulir, matizar, perfeccionar, de ningún modo destruir ni echar a la papelera o por la borda. De hecho, ya el 9 de diciembre de 2005, al recibir a una delegación de la Conferencia Metodista Mundial (=CMM) -encabezada por su presidente, el obispo Sunday Mbang de Nigeria-, decía Benedicto XVI: «En caso de que la CMM exprese su intención de asociarse a la Declaración Conjunta (de Augsburgo 1999), contribuiría a la reconciliación que deseamos ardientemente y sería un paso significativo hacia la meta de la plena y visible unidad en la fe».
Así andaban por esos años con sus cosas luteranos y católicos hasta que al fin, en 2006, la Iglesia metodista se asoció a esta doctrina. La CMM, celebrada en Corea del Sur del 20 al 24 de julio de 2006, se adhirió a la DJ, firmada en Augsburgo el 31 de octubre de 1999 por la Iglesia católica y la FLM. El cardenal Walter Kasper, presidente del CPPUC, que participó en el evento, declaró que dicho gesto constituía «un don de Dios» y «uno de los principales éxitos del diálogo ecuménico».
Según el reverendo George H. Freeman, secretario del CMM, el acuerdo «abre la puerta a nuevas relaciones ecuménicas». También manifestó su aprecio por dicha adhesión la FLM. Su secretario general, el doctor Ishmael Noko, expresó el deseo de que otras comunidades cristianas, como las Iglesias reformadas, la Iglesia anglicana o la misma Iglesia ortodoxa, pudieran llegar a esta posición común.
Un paso más, ya con vistas al año 2017 que estamos celebrando, o conmemorando -ambos verbos son importantes y los dos encierran su aquél- se dio en 2013 con el documento Del conflicto a la comunión. Y así llegamos al viaje papal a Suecia en 2016, prólogo propiamente dicho del V Centenario. En Lund se firmó una Declaración común conocida ya como la Declaración conjunta de Lund. El Papa y los jefes de la FLM se atuvieron a un protocolo de encuentros y plegarias marcado por el espíritu Del conflicto a la comunión (a. 2013).
Había entre ambas partes puntos aún menesterosos de ulteriores debates y clarificaciones. Por ejemplo, fue preciso matizar bien qué se pretendía con incorporar el tema de la DJ al Octavario de 2017. Porque los organizadores tenían claro que el documento Del conflicto a la comunión, recogía un entendimiento básico, aunque fundamental, de la DJ capaz de convertirla en referente del material a utilizar durante la Semana de Oración por la Unidad de los Cristianos 2017. Lo que ya no estaba tan claro era qué alcance o calificativo había de darse al V Centenario dentro de dicha Semana de la Unidad 2017: ¿celebración, quizás, como la FLM quería, o más bien conmemoración, según terciaban los del PCPUC?
La Comisión Luterano-Católico Romana sobre la Unidad trabajó de lo lindo para ello. Y el informe Del conflicto a la comunión hizo el resto. Tras siglos de mutuas condenas y vilipendios, católicos y luteranos lograron conmemorar en 2017, ¡por primera vez juntos!, el comienzo de la Reforma.
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