Los radicales independentistas no ven, no escuchan ni leen más medios de comunicación que lo suyo, aquellos que son tan radicales como ellos mismos. Es mucho más fácil ignorar y negar que conocer y refutar con argumentos
(Manuel Mandianes).- Los catalanes, planificadores, combativos y reflexivos: el seny catalán es famoso en el mundo entero, están convencidos de que el rigor, la moderación y la seriedad les hacen distintos de otros pueblos de España.
El amor del pueblo catalán a su autonomía y a su cultura, muy concretamente a su lengua, es una cosa y la manipulación que los políticos hacen de ello otra muy distinta. Cataluña es una sociedad moderna, líquida, pluricultural, que ningún tópico puede definir. Como cualquier sociedad avanzada y abierta, Cataluña está tratando de recuperar tradiciones, fiestas y ritos que había dejado caer en desuso por poco acordes con los tiempos que corren.
La sociedad catalana es emprendedora, clasista, tradicionalista, poco reivindicativa. La tradición anarquista es la excepción que confirma la regla: una vía de escape. La burguesía, organizadora de partidos de izquierda para tener las riendas de los movimientos sociales en la mano, no perdonará jamás la osadía de un charnego que se atrevió a apearla de puestos de mando.
Sólo viviendo en Cataluña, o conociendo la intrahistoria de Cataluña, se puede dar la importancia que tiene a un hecho que aparentemente no la tiene. Hace unos días que TV3 criticó al Barça. «Esto no nos sorprendería si viniera de la caverna mediática de la capital de España pero es increíble que lo haya hecho uno de los nuestros», venía a decir el comunicado del Barça. Una pelea entre el Barça y TV3 es una prueba irrefutable de las peleas internas del catalanismo. «Esto es más imperdonable que lo que hizo Pujol», escuché decir.
Echaron a Núñez de la presidencia del Barça para convertir el club o en el buque insignia del nacionalismo. Los radicales independentistas no han perdonado a los directivos del Barça que hayan andado a la greña y se hayan despellejado. Atacar a Messi, símbolo de la pureza y excelencia del Barça era atacar a Cataluña. Muchos telespectadores del resto de España se admiraban y escandalizaban cuando veían y sentían a una multitud enfervorecida vitorear a Messi cuando salía de los juzgados en donde había tenido que sentarse por haber defraudado a Hacienda.
Pujol, a pesar de la corrupción de la que él y su familia han sido protagonistas, sigue siendo un símbolo, un mártir. El hecho de que Franco lo haya encarcelado durante algún tiempo, le dotó de una aureola de mártir que «además redimía a la burguesía catalana de la mala conciencia de haber prestado apoyo a Franco durante 40 años», dice Borrás Betriu. Buena parte del pueblo catalán sigue a sus líderes aunque sean caprichosos y arcaicos, aunque sus decisiones sean arbitrarias y agresivas, y sus mensajes sean de una simplicidad y pobreza de vergüenza. En Cataluña, como en otros muchos lugares, la impunidad fue uno de los privilegios que disfrutaron sus gobernantes. De ahí el escándalo y el rechazo que produjo el atrevimiento de parte de la sociedad civil cuando se levantó y se manifestó contra el discurso oficial independentista de sus lideres.
Monserrat es el otro símbolo intocable del catalanismo. El abad de este monasterio, para muchos catalanes además de un monje, es un símbolo y un abanderado del catalanismo por eso la jerarquía de la Iglesia en Cataluña no le dice nada cuando hace proclamas nacionalistas. Buena parte de la izquierda catalana es anticlerical y anti religiosa, como toda la izquierda española, pero tanto la izquierda como la derecha catalanas son devotas de la esencia del catalanismo que simboliza Monserrat y la Moreneta.
Cataluña tiene otros símbolos que trata de dar a conocer en todo el mundo, lo que es admirable, tales como la sardana, los castellers pero que se pueden considerar menores ante los demás. Y la bandera como todos los pueblos. Cataluña se convierte en defensora, y se apropia, de símbolos que le son comunes con pueblos «lejanos», por ejemplo la dieta mediterránea, y prohíbe otros que puedan acercarla e identificarla con pueblos de los que quiere distanciarse, por ejemplo los toros.
La sociedad debe de venerarlos y rendir tributo a estos símbolos. Si estos símbolos son personas, debe de imitarlos y, si llegará la hora, ser comprensiva con sus debilidades porque no pueden cometer errores. Atacar, criticar, ridiculizar a cualquier uno de ellos es atacar a Cataluña. El corruptor, el malvado es quien intenta juzgarlos. Vitorear a Messi cuando sale de los juzgados, disculpar a Pujol, estar de acuerdo y elogiar las declaraciones el Abad de Monserrat, aunque se sea ateo, es lógico y coherente porque no es más que defender a Cataluña y aquello que la diferencia del resto de España. Los símbolos y los mitos no se corrompen, no tienen que rendir cuentas.
Los catalanistas no pueden admitir ningún comentario irreverente sobre su identidad aunque sea agudo e hijo de una rabia justa. Los catalanes independentistas son como una familia, no critican ni permiten que nadie critique nada de aquello que ellos entienden que hace parte de lo que los identifica. Todo pueblo que busca independizarse necesita magnificar sus diferencias con los pueblos de los que quiere separarse y necesita reforzar su cohesión interna para defenderse de los ataques de sus enemigos, los pueblos que no les permiten ser independientes.
Se ríen y ridiculizan los símbolos» españoles» pero no permiten que nadie se ría, ridiculice o los ponga en el punto de mira los catalanes. Los escritores e intelectuales que se han atrevido a hacerlo se han ido o los han echado de Cataluña. Muchos intelectuales catalanes, si leen algo a sabiendas de que está en contra de su manera de pensar, lo hacen exclusivamente para denigrarlo no para confrontarse con otras ideas. Olvidan o hacen que olvidan que no es posible entender el mundo si se observa sólo desde un punto de vista. Tal vez se trata de un simple caso de intolerancia e incompatibilidad con el pensamiento libre. «La verdadera cuestión no es de dónde salen las ideas sino a dónde van», escribe Beatty.
«Cuando, viviendo en Cataluña, iba por el resto de España, todos me miraban con cara de besugo al decirles que lo del oasis catalán era un cuento», me dijo alguien. Es muy difícil hacer pedagogía en Cataluña. Los radicales independentistas no ven, no escuchan ni leen más medios de comunicación que lo suyo, aquellos que son tan radicales como ellos mismos. Es mucho más fácil ignorar y negar que conocer y refutar con argumentos. Simple y sencilla alergia a la tolerancia y al conocimiento.
Cuando los mecanismos de autodefensa no producen inmediatamente los efectos deseados, el pueblo que busca la independencia cae en el victimismo.