Tenemos que ir pensando en una economía que cambie el chip y en el que las personas, sus necesidades, su protagonismo, su dignidad sean tenidas en cuenta a la hora de producir y consumir, y donde los límites del planeta sean tenidos en cuenta
(HOAC).- Este miércoles, en rueda de prensa, se presentaron los cursos de verano que la HOAC organiza en la Universidad de la Mística de Ávila, hasta el próximo 6 de agosto, con el título «Otra manera de ser, estar y vivir en el mundo obrero».
En un acto ante los medios de comunicación, intervinieron Fefi Valerón y José Fernando Almazán, responsable de formación y presidente de la HOAC, respectivamente, junto con Pedro José Gómez Serrano, profesor de economía de la Universidad Complutense y del Instituto Superior de Pastoral de Madrid, quien realizó la primera ponencia con el título «Para construir una vida digna desde el trabajo decente, ¿qué economía es necesaria?».
Almazán explicó la finalidad de estos cursos, «abiertos a militantes de la organización, simpatizantes, amigos y compañeros interesados por nuestros planteamientos». Según comentó, «es un momento de formación pero también de convivencia, de recargar pilas, de tomar fuerzas, de aprender de las experiencias de los demás» que, como no puede ser de otra manera, está ligado a la campaña «Trabajo digno para una sociedad decente».
«Lo hemos querido dedicar a reflexionar de manera práctica sobre la economía que es necesario construir entre todos y todas para que el trabajo digno sea cada vez más posible para todas las personas, hecho que hoy está siendo sistemáticamente negado». Y denunció que la precariedad laboral se ha generalizado en los jóvenes.
Por su parte, Gómez Serrano comenzó su intervención señalando que «debemos hacer un esfuerzo para reconvertir lo que entendemos por buena vida, por una vida de éxito que expande los niveles materiales de la existencia, en un mundo donde el tamaño y la magnitud de la pobreza y en un momento en que estamos ya en los límites del planeta desde el punto de vista ecológico». En su opinión, «con los conceptos que manejamos estamos abocados a una terrible injusticia y gravísimos problemas planetarios».
«Uno puede pensar que es darse la vida padre», afirmó Gómez Serrano sobre el concepto dominante de «buena vida». Sin embargo, apuntó, el evangelista Juan habla de «vida en abundancia», que a su entender tiene la dimensión material, «necesidades que se cubren con recursos naturales, que debemos aspirar
a que sean cubiertas con lo suficiente pero sin que nadie se pase», pero también otras muchas necesidades, entre las que citó «el aprendizaje, el deporte, la cultura, las relaciones afectivas e interpersonales, la política, la espiritualidad, la oración…» Sobre estas dimensiones, aclaró que «pueden desarrollarse al máximo sin quitar recursos a otros, sin atentar contra la sostenibilidad».
Sistema económico imperante
El profesor reconoció que «no parece haber una alternativa global ni en el plano teórico ni el plano político, si bien el capitalismo, que tiene algunos efectos secundarios positivos, como el estímulo al trabajo, la iniciativa, la innovación, la aparición de nuevos productos, tiene otros efectos muy negativos».
Gómez Serrano insistió que nuestro comportamiento económico genera grandes desigualdades, problemas ecológicos y conflictos en todo el mundo, de ahí que defendiera «abrir brechas dignas, caminos por los que vaya emergiendo una lógica económica distinta que cada vez tenga más peso».
Así, realizando un símil médico, señaló que «el sistema capitalista es patológico. Tiene tres enfermedades oftalmológicas serias: el daltonismo, que solo ve el color del dinero y solo funciona a las necesidades humanas respaldadas por el dinero; pérdida de visión lateral, que estrecha su ángulo de visión y va muy rápido sin ver quién se queda en la cuneta del camino: los que están en paro, precarios, pobres… no tiene en cuenta a las víctimas, a los excluidos; y es miope, está obsesionado por el corto plazo y lo que es racional económicamente a corto plazo está siendo absurdo, suicida e incomprensible a largo plazo. De poco sirve en la economía decir no hagamos esto, porque dentro de 50 años no habrá recursos, tendremos que luchar y gastar todavía más contra el calentamiento global de lo que hoy nos ahorramos por no hacerlo ahora».
«Tenemos que ir pensando en una economía que cambie el chip y en el que las personas, sus necesidades, su protagonismo, su dignidad sean tenidas en cuenta a la hora de producir y consumir, y donde los límites del planeta sean tenidos en cuenta», insistió.
A pesar de reconocer que «vivimos en un sistema muy rígido», alertó de que «todas las decisiones económicas tienen alternativas cada vez que compramos, vendemos, ahorramos, invertimos, colaboramos con el Estado o cualquier otra actividad económica, y no todas tienen las mismas repercusiones sobre las personas y el planeta».
Por eso el profesor Gómez Serrano ve imprescindible hablar de «la emergencia de ideas nuevas», las «intuiciones» y las «propuestas» que «sin ser un modelo completo de cómo organizar la economía ni tener hoy la fuerza para cambiar todo un sistema», proporcionan «planteamientos distintos y experiencias prácticas
que pueden abrir nuevos caminos». En este sentido señaló a la economía del bien común, la economía del don, la economía social, la economía de la vida buena.
«Son intuiciones, como el decrecimiento, que sin ser un modelo completo de cómo organizar la economía o sin tener la fuerza para cambiar todo un sistema, proporcionan planteamientos distintos y experiencias prácticas que abrirán ese camino».
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