Juan Pablo Alonso Rolle es hoy nuestra buena noticia. Un acierto. Un sacerdote joven, buen amigo de todos, con ánimos y ansias de abrir caminos de evangelio
(Xaquín Campo Freire, sacerdote).- Cuando en una familia se producen noticias bien gozosas han de ser celebradas e incluso anunciadas al público. Agosto es tiempo de dispersión. Por eso aguardé el retorno a la vida normal de septiembre para dar la enhorabuena y las felicitaciones.
¡ENHORABUENA!, ¿POR QUÉ?
La Pastoral Penitenciaria acaba de entrar oficialmente en el organigrama de nuestra Pastoral Diocesana que vertebra y coordina las diversas especificaciones de la atención evangélica en las distintas necesidades del pueblo de Dios e incluso intenta ayudar a dar repuestas a los problemas de la ciudadanía.
No está colocada ahí como un figurante anónimo y sin función. Los Papas vienen urgiendo reiteradamente a las diócesis el cumplimiento de este particular mandato evangélico: «In carcere eram et venistis ad me». ( Mt 25, 36). Es todo un referente el Mensaje de Juan Pablo II en el Jubileo del año 2000. El Papa Francisco acaba de reordenar el encuadre orgánico de todas ellas en la iglesia universal.
Es esta una de esas pastorales llamadas pobres, de las más pobres, donde los hermanos y hermanas presos ven deteriorado socialmente incluso el propio nombre. Cuando pierdes el nombre, de ahí para bajo ya queda bien poco.
«Oís que entre vosotros a diario se os está repitiendo aquello de que se pudran en la cárcel». Pero yo os digo: «No será así entre vosotros». «Tratad a los presos como si vosotros mismos estuvieseis en las mismas cadenas, porque también vosotros tenéis un cuerpo». (Hb 13, 3).
Hoy la Pastoral Penitenciaria nace entre nosotros, (en nuestra diócesis de Mondoñedo-Ferrol), pequeñita. Pero ya irá creciendo como se merece.
Precisamente por eso: Porque «estamos llamados a dar razones de nuestra esperanza»: ¡ENHORABUENA!
¡FELICIDADES! ¿PARA QUIÉN?
El Sr. Obispo diocesano a acaba de nombrar al primer responsable de la PASTORAL PENITENCIARIA en la diócesis de Mondoñedo-Ferrol.
Alguien dice a veces: Es que no tenemos cárceles en la diócesis. No es exacto. Tenemos dos cárceles: Bonxe (Lugo) y Teixeiro (A Coruña). La gestión de las cárceles le pertenece a la sociedad y a las entidades civiles y no siguen los mismos límites que el mundo eclesiástico. Pero tenemos ahí nuestros presos. Muchos presos. Y esos sí son diocesanos nuestros: carne de nuestra misma carne y huesos de la misma osamenta de la que nosotros venimos ancestralmente formados. Y eso duele o nos debe doler.
A ejemplo de Pedro y Pablo también el funcionariado ha de recibir una palabra de aliento. No es fácil desempeñar una labor cargada de dificultades e incomprensiones. Y deben ser escuchados en sus ansias de ayuda al recluso.
Los internamientos penitenciarios de menores de edad están mucho peor que las cárceles. Son mucho más desconocidos, silenciados y olvidados. Hay ahí mucho maltrato ya denunciado ampliamente. Ojos que no ven corazón que no hace caso. Cabe preguntarse muy seriamente: Y de la rehabilitación y reinserción, ¿qué? Art. 25, § 2, de nuestra Constitución. Hay un libro de un sacerdote francés: «Ahí entran jovenzuelos y salen delincuentes».
Y están las familias y las víctimas que viven a diario a nuestro lado o incluso son familiares nuestros. Y las faltas de escuela, vivienda, sanidad, etc.
Y los que viven en la calle. Y los emigrantes, los no acogidos, «los traficados», etc.
También están ahí todo el mundo judicial, la abogacía y los diversos voluntariados colaboradores con quien tenemos que trabajar conjuntamente.
Y nuestros políticos. También ellos tienen derecho a que alguien les ponga delante la realidad no edulcorada ni silenciada. No todos son corruptos.
Y estamos toda la sociedad que hemos de crear una conciencia colectiva para una realidad nueva en nuestras comunidades de origen y de retorno. «No hay vida cristiana sin comunidad», escribió bien acertada y proféticamente Georges Michonneau ya en el 1964.
Juan Pablo Alonso Rolle es hoy nuestra buena noticia. Un acierto. Un sacerdote joven, buen amigo de todos, con ánimos y ansias de abrir caminos de evangelio: «Cada vez que atendisteis a uno de estos, hermanas o hermanos míos, de los más mínimos, fue por mí por quien bajasteis vuestras manos y en ellas pusisteis vuestro corazón». (Mt 25, 39-40) «Sólo se ve bien con el corazón. Lo esencial es invisible».
«Racharemos cadeas que nos prenden e faremos fuxir a treboada. Falaremos de amor coa nosa xente agardando convosco, (con todos), a mañán crara». (Fuxan os Ventos en Compañeira).
Bienvenido y ¡FELICIDADES!, AMIGO JUAN PABLO.