La hospitalidad es abrir la puerta de la casa al que viene de fuera aunque tú no lo conozcas, dejarle entrar y que se sienta en tu casa como en la suya
(Jesús Bastante).- Esta semana se ha celebrado en El Escorial el I Congreso Mundial de Bioética, organizado por la Orden Hospitalaria de San Juan de Dios. Su superior general, el español Jesús Etayo, reflexiona en esta entrevista con RD sobre la hospitalidad y la acogida como ejes del cristianos comprometido, y de que una auténtica bioética es la del cuidado de la vida en todos sus aspectos.
Acaba de concluir este I Congreso Mundial de Bioética organizado por la Orden. Todo un desafío, ¿no?
Sí, hace tiempo que queríamos hacer un encuentro de toda la orden para tratar temas de bioética, que se vienen trabajando desde hace ya muchos años. Ha sido posible ahora el hacerlo aquí, en este entorno tan precioso, y estamos muy contentos.
En su ponencia, hablaba de algunos términos que no suelen asociarse con la bioética, como la acogida o la hospitalidad. Desde fuera, tendemos a pensar que la biética es una cuestión más médica, y centrada en temas como el aborto o la eutanasia. ¿No es así?
Es mucho más amplio. La bioética se refiere a la ética de la vida, y en la vida no solamente estamos las personas. Estamos las personas y, evidentemente, en campos muy importantes como lo son la ética clínica o la etica biomédica. Pero nos referimos también al entorno y a cómo actuamos en nuestra vida. Es también fundamental, por ejemplo, cómo gestionamos los recursos medioambientales y también los económicos.
La bioética hace referencia a la responsabilidad social. Hablar hoy de bioética sin tener en cuenta los problemas sociales que estamos viviendo con tanta urgencia y gravedad en muchos aspectos, como el mundo de los sin techo, el de las migraciones o el de los refugiados, evidentemente sería una bioética coja, por decirlo de alguna manera.
¿Cómo se explica al mundo que la Orden de San Juan de Dios, en su carisma, también tiene la opción de trabajar por esa bioética amplia?
La Orden de San Juan de Dios tiene como misión lo que nosotros definimos como la hospitalidad; atender a las personas enfermas y necesitadas. Hospitalidad entendida como acogida a la persona en todos sus ámbitos.
Hay un filósofo y teólogo que va a hablar ahora en el congreso, Francesc Torralba, que dice: «la hospitalidad es abrir la puerta de la casa al que viene de fuera aunque tú no lo conozcas, dejarle entrar y que se sienta en tu casa como en la suya». Puede parecer un juego de palabras, pero realmente es una cuestión muy profunda.
Esa es nuestra misión: intentar acoger y atender a las personas con cualquier tipo de necesidad.
Normalmente nos hemos caracterizado por el mundo de los enfermos, pero también en el social por el mundo de los sin techo, de los pobres y de los encarcelados. Por lo tanto, se trata de practicar la hospitalidad como la he definido: con todas estas personas.
Dentro de nuestra misión hay muchos aspectos y muchas ventanas desde donde podemos mirar. Una podría ser la asistencial, la profesional y la humanitaria. Pero hay otra, que es la bioética. Y, en ese sentido, para nosotros la referencia ética, lo que debemos hacer para hacerlo bien y en coherencia con lo que es nuestra misión, es precisamente también la hospitalidad; comportarnos con los demás buscando siempre su bien. Esto tiene consecuencias muy profundas si nos ponemos a desarrollarlas. Imagínate ahora todo este tema de los refugiados, ¿qué significa eso?
Lo ha comentado en la inauguración: estamos hablando del cuidado de La Tierra y de las personas que vivimos en ella. Y hay algunos de los nuestros que han tenido la mala suerte de estar en el sitio donde les ha tocado vivir.
En el fondo, el mundo en el que vivimos es el que debemos cuidar. Es nuestra casa y la tenemos que cuidar. Y aunque sea nuestra no somos dueños, somo administradores; tenemos que cuidar de las personas, del medio ambiente y todos tenemos una responsabilidad importante que dejar para los que vienen detrás. La hospitalidad, para este punto de vista, significa mirar también la ética y la bioética.
Una Iglesia-casa de acogida-hospital de campaña, como nos está pidiendo continuamente el papa Francisco. Lo acaba de repetir en el viaje a Colombia. Como superior general, vive en Roma. ¿Cómo estáis viviendo este pontificado?
Prácticamente, desde el principio lo estoy viviendo con gozo y con expectativas. Pienso que el papa Francisco ha trasmitido frescura y aires nuevos, al menos en el sentido de la perspectiva. Es una persona muy cercana y al mismo tiempo muy firme, que está dando a la Iglesia otra posición: la posibilidad al mundo de que pueda ver a la Iglesia desde otra ventana.
He tenido la oportunidad de estar con él en alguna ocasión, y verdaderamente es una persona entrañable y sencilla con la que se puede hablar de todo. Esta es mi valoración. Aunque sé que hay otras posturas más críticas yo estoy, sinceramente, muy contento.
Hay gente, especialmente alejados de la Iglesia católica, que están acercándose al mensaje de Jesús a través de este Papa. Esto es, un poco también, lo que se está haciendo aquí: no es un congreso solo de hermanos de San Juan de Dios hablando de bioética, sino que además es un congreso donde participan muchos expertos que no son pertenecientes a la orden, que no son católicos, y supongo que algún no creyente.
Es un debate, el del tema de la bioética, muy interesante y además necesario, donde la Iglesia tiene que estar. Y la orden está.
El diálogo es fundamental, porque si cada uno nos mantenernos en nuestras posiciones, no podemos avanzar. Hablar de bioética es también hablar de diálogo, de escuchar y de buscar la mayor verdad posible entre todos. Es aportar lo que la Iglesia tiene, pero escuchando a los demás también.
Por eso, explicaba que la bioética es hoy un valor en alza no solo desde el punto de vista de institución religiosa, o católica como nosotros. Muchos filósofos, teólogos y pensadores que no son creyentes, están valorándolo desde ahí. Porque realmente, hoy, en cualquier tema que podamos coger ya sea social, médico, científico, etc., si no somos capaces de dialogar y buscar una línea de comunión, lo único que propiciamos es la confrontación.
Alguien dijo, hablando de hostilidad y de hospitalidad: «ante las realidades que vivimos en el mundo, al final, los conflictos vienen y, o nos confrontamos o somos capaces de trabajar en una misma línea». Por lo tanto, ante la pregunta de hospitalidad u hostilidad…
¿Es posible que triunfe la hospitalidad?
Yo creo que sí. Además, como creyente y como religioso no puedo tener otra opinión.
Está complicado pero, bueno, Cristo también murió en la cruz y siguió creyendo que la vida era la última palabra.
Y mira dónde estamos 2.000 años después. Y 500 años también después de San Juan de Dios, que es otro que también se dejó la vida ‘desvencijado’.
Sí, así lo describió su primer biógrafo: se desvencijó por los demás. No es fácil, la verdad, porque en la realidad que vivimos los seres humanos somos muy diferentes y a veces no todos vamos en la misma línea. Pero yo creo que el camino está por ahí, y espero que así será cuando sea. Y por eso tenemos que trabajar.