El director de "Converso" espera "que se pueda hablar de religión desde la normalidad"

David Arratibel: «Esta es una película sobre ausencias, vacíos, cariños y distancias. Es una película terapéutica»

"En la película, la religión es un motivo de conflicto; sería interesante que pudiéramos hablar"

David Arratibel: "Esta es una película sobre ausencias, vacíos, cariños y distancias. Es una película terapéutica"
David Arratibel, director de "Converso"

Quiero pensar que al público no creyente, agnóstico e incluso al más beligerante, la película le entra bien. Y estoy teniendo respuesta en ese sentido

(Jesús Bastante).- Hoy nos acompaña David Arratibel, cineasta y director de «Converso». Una película que narra el proceso de convivencia de una familia, la de Arratibel, agnóstico convencido, que se convierte al cristianismo, las dificultades y los silencios en torno a la fe. Y de vida, de mucha vida.

 

Tú no eres creyente pero has hecho una película sobre creyentes. Cuéntanos cuál es el motivo.

Quedaría muy bien decir que es una especie de voluntad de entenderlo y de acercarme al hecho religioso de mi familia, para conciliar un problema que había ahí latente. Pero tengo que reconocer que era una ambición como cineasta que creía que en este tema había una película.

Siempre que se quiere hacer este tipo de películas sobre conversiones o sobre gente creyente, o de diálogo creyente o no creyente, se hacen caricaturizando por un lado o con una óptica demasiado progre.

O muy militante. En este sentido yo tampoco sabía lo que iba a resultar. Lo que me interesa es que se pueda hablar del hecho religioso en la película, pero que no se convierta en una cinta proselitista.

Cada uno hará la película suya. El no creyente se quedará con la historia familiar, con la historia de conversaciones pendientes. De lo que tiene que ver con esa parte de la narración, que para mí es de lo que se trata: de una película sobre conversaciones pendientes con el trasfondo de unas conversiones a la fe. Y para los creyentes, lo que estoy descubriendo, es que es una película sobre conversiones con un trasfondo de un conflicto familiar.

 

 

¿Es la religión un factor de división y de conflicto, en la película y en la vida?

En la película es el motivo previo para abordar la historia y resolver el conflicto. Es evidente en ella que la religión es un motivo de enfrentamiento. Y lo que descubro es, que sería interesante que pudiéramos hablar del hecho religioso y de la vivencia religiosa de cada cual. Desde la voluntad de entenderle y no desde la voluntad de convencerle, que ese era el problema de mi hermana; ese entusiasmo empalagoso -que dice ella- con una voluntad evangelizadora continua.

Es un poco lo que les ocurre a los conversos protagonistas de la historia, a diferencia de la gente, de los que viven la religión desde un óptica alejada o los que han tenido la fe desde siempre como algo normalizado, un poco más militante.

Sí, la fe del converso. Sobre todo, el entusiasmo del que ha descubierto algo y tiene como una especie de exaltación que resulta empalagosa. Mi hermana, en la película, cuando lo reconoce, reflexiona y dice: «quizá nos sobró soberbia».

No sé si es la palabra soberbia la adecuada, pero sí que es una exaltación que, al que no está en esa vivencia le hace de menos. Pienso que es algo que hay moderar, sobre todo si quieres calar con el mensaje y simpatizar con el de al lado.

Más allá de la religión, que está presente, es una historia de familias, donde se habla de muchas cosas y, entre ellas, la religión es un un factor importante.

Sí, pero en las familias es lo típico que, cuando llegan estas cenas de celebración, es mejor, para evitar enfrentamientos, no hablar de religión ni de política. Y en algunas de fútbol, según cómo se lo tomen de en serio.

La idea es que se pueda hablar de ello. Que exista la capacidad de hablar de religión desde la normalidad.

 

 

¿Es tan difícil, en un país como el nuestro en el que la religión ha tenido mucho impacto en la historia, hablar de religión con cierta normalidad entre personalidades opuestas?

No es solo entre personalidades opuestas. En la película se ve cómo entre ellos no habían hablado de su proceso. Pienso que la vivencia religiosa está en un terreno muy íntimo. Parece que el hecho de hablar de religión con el contrario, o con alguien que no comparte tu vivencia, va a ocasionar un enfrentamiento. Pero en la película se descubre que ellos de su vivencia no habían hablado nada, y son todos creyentes: que mi hermana pequeña se escondía de mi madre cuando rezaba y la mayor nunca le había preguntado por ello.

Sabiendo todos que los demás son creyentes.

Y que van a misa los domingos juntos. Pero no habían hablado de su proceso de conversión nunca. Pienso que, al estar en el terreno más íntimo de la persona, hay un bloqueo para hablar de eso entre iguales. No sé si entre vosotros, los creyentes, habláis de cuánto tenéis de creyentes, de vuestras dudas de fe.

La cuestión, al menos en mi caso, es que como la fe es una parte que entra dentro de mi vida, la tengo normalizada. No me la quito cuando entro en un sitio. Entiendo que puedes vivir y ser relativamente normal, igual que si eres de un partido político. La militancia, en mi opinión, siempre es mala. Porque la religión, entre otras coas, es una cuestión de diálogo con Dios, contigo mismo y con un mundo al que se supone que tienes que cambiar conforme a unos valores.

En el entorno familiar, ¿ha supuesto una catarsis esta película? Por eso que decías de que, incluso, ni ellos conocían la conversión del otro.

Sí, en ese sentido es una película muy sanadora. En algún momento, un amigo me dijo que es una película sobre ausencias, vacíos, cariños y distancias. Y todo ello se ha sanado. Es una película terapéutica, absolutamente.

 

 

¿Cómo vives tu yo agnóstico en una familia tan religiosa?

Ahora, bien. Después de hacer la película y de comprender su vivencia. Y, sobre todo, de que ellos me respeten a mí, también. Ahora nos reímos del tema y lo compartimos. Hay una normalidad que se echaba de menos, desde luego.

Normalmente, este tipo de películas hablan de gente que se ha convertido y cuenta su proceso, desde una perspectiva como de parte implicada. En tu caso y por lo que cuentas, no es así: no has sufrido un proceso de conversión.

No. Creo que para los creyentes, lo que puede tener de interesante es eso, porque estas películas siempre se hacen desde dentro de la Iglesia, para más gloria de la cuestión. El que alguien, desde fuera, ofrezca una visión más distanciada dentro de lo que cabe, es una rara avis, porque ves personas hablando de religión desde fuera de la fe.

Estas películas, además, tienen normalmente poco recorrido, porque se las encapsula en un determinado tipo de cine. Sin embargo, «Converso» está teniendo bastante éxito de crítica.

Sí, desde lo que es la crítica especializada, están haciendo muy buenas críticas; el otro día en Cinemanía nos hicieron una crítica maravillosa. Y en los festivales está teniendo una acogida muy buena. Esa parte, la cinematográfica, está conseguida.

Ahora, hay una parte comercial, que yo ni en mis mejores sueños imaginé: que esta película pudiera llegar a las salas, porque es un tipo de cine que se queda en los festivales. Ayer hicimos el pre-estreno con «Días de cine» en una sala comercial, y olía a palomitas. Una gozada, porque este tipo de cine documental de autor, es difícil.

El cine que a mí me motiva es el de los festivales; que igual no llega al gran público pero que estaría muy bien que lo hiciera. Y que lo consiga me parece muy interesante.

¿Has tenido la experiencia, o la quieres tener, de ir a ver esa película con tu familia, o con un público al que se le escuche cuchichear después?

En el primer festival que estuvimos me puse en las primeras filas, pero cuando iba a empezar la peli me agobié porque sentía en la nuca la mirada del público. Pensé en salirme, pero salí por un puerta y entré por otra. Me coloqué al lado de un grupo que no tenía pinta de parroquianos, y me gustó escuchar sus comentarios. Estaban flipando en algunos momentos, en los que había afirmaciones muy fuertes de mi cuñado, de convicción. Y cuando terminó, aplaudieron. Uno se dio la vuelta y me preguntó: pero, ¿tú te has convertido? Yo le dije: no. Vale, gracias -contestó-. Bien, bien, bien…

Él, estaba contento porque la película le había gustado, pero preocupado de que me hubiera convertido yo también.

Quiero pensar que al público no creyente, agnóstico e incluso al más beligerante, la película le entra bien. Y estoy teniendo respuesta en ese sentido. Quizá, las personas más contrarias a las posiciones creyentes se quedan con que les gusta la película formalmente, pero piensan que se lo he puesto en bandeja a la Iglesia. Pero a mí no me parece que sea cuestionable.

¿Qué le dirías a nuestros lectores para que fueran a ver la película? ¿Y dónde pueden verla?

Hay una web donde salen todas las salas en las que se estrena a partir del 29 de septiembre. Animaría a ver la película porque al público creyente le conmueve mucho y, sobre todo, hay una propuesta de cómo conversar con la gente que quieres y con la gente que no opina como tú, que yo creo que es interesante.

 

 

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Autor

Jesús Bastante

Escritor, periodista y maratoniano. Es subdirector de Religión Digital.

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