La independencia es un ideal que se consigue utilizando las leyes hasta donde éstas se dejan. En adelante, saltándoselas y culpando de nazi a quien quiere impedírselo, y demonizando el pasado para justificar lo que quieren
(Manuel Mandianes).- Los del no ridiculizan a los independentistas, los independentistas ridiculizan a los del no. La diferencia de ideas no tiene porqué llevar al enfrentamiento. Las heridas en el amor propio son muy difíciles de curar. Con los fanáticos es inútil razonar porque se rige por creencias, ajenas por completo a las razones de la razón.
La fuente de las diferencias es la interpretación individual y colectiva de los hechos. Cada individuo y cada grupo los interpreta desde su mundo que está configurado por la historia de los intérpretes. De aquí el dicho: no hay hechos sino interpretaciones. Hay grupos que, conscientemente, «arriman la brasa a su sardina». De aquí la importancia del control de los contenidos de la enseñanza y de los medios de comunicación para imponer su interpretación sobre el pasado y el presente. Cuanto menos filosofía sepa la gente, más importancia tendrá este control. Los diferentes grupos en litigio provocado por la historia no llegarán a un entendimiento ridiculizándose mutuamente sino tomándose en serio. Lo importante para la vida del grupo y del individuo es el acontecimiento que viene a ser el significado del hecho.
La Generalitat no puede hacer nada que exceda sus competencias; organizar un referéndum, aunque se lo pida parte del pueblo catalán, las excede. Por lo tanto, el Estado Español está tratando de impedir que la Generalitat cometa una ilegalidad. La única salida que queda los organizadores es seguir adelante y quedar como mártires. Su comportamiento es de manual. El revolucionario se sirve de la ley hasta donde puede y luego se la salta. Pero necesita hacer creer al mundo que quiénes no se lo dejan hacer son fascistas.
La independencia es un ideal que se consigue utilizando las leyes hasta donde éstas se dejan. En adelante, saltándoselas y culpando de nazi a quien quiere impedírselo, y demonizando el pasado para justificar lo que quieren. Los independentistas son revolucionarios porque quieren romper el estatus quo. De ahí: España nos roba, el Estado español es corrupto. Para el revolucionario, sólo es valido el cambio y la renovación. Para el revolucionario el tiempo, a veces, se concentra en un instante, al que los griegos llamaban el kairos, el momento propicio, que ha de ser aprehendido con precisión. porque «el tiempo es escaso» y todo le parece lento. Por ello, a veces o casi siempre, las revoluciones son aceleraciones sangrientas de la historia. Los catalanes saben perfectamente que el Estatut y las leyes aprobadas por el Parlament están sometidas a la Constitución pero también saben que nunca conseguirán la independencia respetando la Constitución.
Cuando la interpretación de la historia lleva a dos bandos al conflicto, la aplicación de la ley es el único instrumento para evitar el caos y preservar la democracia. Siempre habrá un grupo cuya interpretación vaya contra la ley vigente, si éste es el mas fuerte logrará imponer su parecer y reformar la ley. Si por el contrario, el más fuerte es quien quiere preservar el orden establecido, aplicará la ley. En un Estado de Derecho, la ley debe de prevalecer siempre hasta que la ley se reforme.
La relación entre los independentistas y el Estado que hasta ahora era dialéctica, paso a ser de fuerza. A este nivel no gana el que mejor habla ni el que más miente sino el que más fuerza tiene. Los independentistas siguen queriendo ganar con la palabra porque por la fuerza no pueden enfrentarse al Estado. Todo lo que haga éste le parecerá desproporcionado porque todo aquello a lo que no podemos hacerle frente es, en realidad, desproporcionado para nosotros. Esto no quiere decir que sea desproporcionado en si mismo. El más fuerte no debe abusar de la debilidad del más débil pero éste no debe de jugar con fuego sabiendo.
La única solución de muchos problemas es aceptar convivir con el problema.