No se puede hacer una revolución para tener una democracia; se debe alcanzar la democracia para hacer la revolución necesaria en lo económico, cultural y social
Más información
(Francisco Gómez García Fidalgo).- La madre Tierra, quien pese a los malos tratos, nos regala flores, roturada, arada, esponjada, abonada y cultivada tiene la energía necesaria para generar toda semilla o plantación que en ella pone el diligente labrador y percibir sus frutos. De igual manera las opciones políticas de un territorio habitado, abonan el camino para ofrecer unos frutos dulces y ubérrimos o la cizaña y agrazones; pero la negligencia política e inseguridad jurídica, se convierten en cizaña para el progreso y la convivencia.
Cuando errónea e irresponsablemente buena parte de ciudadanos, a la hora de elegir por representantes los mejores gestores de los intereses generales de la Nación, se dejan llevar por los cuatro aventureros que sorprenden con la palabrería, apostamos, por el todo vale, todos son iguales, el vamos a probar o toca cambio, nos deslizamos por la corriente, sin darnos cuenta de que el precipicio está a un paso. Esa mediocridad, manifestada con el voto electoral, al final, lleva a esos votantes ignorantes a no sentirse responsables de los fracasos de su voto electoral, pero nos avocan al precipicio, afirma el eurodiputado y escritor italiano del siglo XX Alberto Morovia.
El vacío cerebral, sacrificado en aras del sentimiento populista, entusiasmo pasajero o la euforia de no servir a los imperativos de la sensatez y la prudencia, sabias, de lo que funciona y no es mejorable todavía, lleva dirá Francois Voltaire, filósofo y escritor francés de los siglos XVII y XVIII, a creerse con la razón, cuando a todas luces uno se ha equivocado. Esa conclusión de fanatismo sea político, social o religioso, es muy arriesgada y peligrosa, concluye. O cuando Jules Renard, agudo escritor sobre las costumbres de los humanos, Francés de los siglos XIX y XX, afirma que: El arte de mentir te impide decir de vez en cuando la verdad, para que a uno le crean o al menos duden de sus palabras cuando miente, educa para la transparencia y verdad.
El arte de la política, desde sus orígenes, sea con el Rey sumerio, ilustrado Hammurabi, siglo XVIII a. C, sea con Aristocles Platón, filósofo griego de los siglos IV y III a. C, o con Aristóteles de Estagira, filósofo griego y discípulo de Platón del siglo IV a. C, tiene como finalidad defender la idea de que si los hombres son iguales en dignidad, lo son en todo y merecen ser administrados por igual.
Según este principio, las democracias están hechas para fomentar la igualdad entre los humanos, unidos, según principios de legalidad en convivencia cultural, libertad, progreso y responsabilidad, compartidas, y no para dividir a los ciudadanos y tratarles de forma desigual. En otras palabras, no se puede hacer una revolución para tener una democracia; se debe alcanzar la democracia para hacer la revolución necesaria en lo económico, cultural y social, afirma Gilbert K. Chestertón, escritor británico, de los siglos XIX y XX. Por su parte, Indira Gandhi, 1917, estadista india, asesinada en 1984, afirma que la fuerza de la democracia en una Nación, cuando ésta es consciente colectivamente de serlo, depende de lo que puede hacer por su cuenta, no de la ayuda prestada, con devolución o sin ella.
Llegados a este punto, señalemos algunas causas del fracaso de las democracias hoy, pues la mentira dice Martín Lutero, el alemán reformador, en los siglos XV y XVI: Es como una bola de nieve, montaña abajo; cuanto más rueda, mayor se hace. El Evangelio de Jesús, cultura dirigida a todos los Pueblos de la tierra asevera: Si una Nación se divide en bandos, se destruye así misma igual que una familia dividida, desaparece, Lc 11, 17 y añade: Si un ciego, guía a otro, ambos van al precipicio, Mt 15, 14.
Causas de la voladura democrática española:
1. El reconocimiento jurídico, no debido, a formaciones políticas anti sistema, con vocación anarquista de rebelión y desestabilización de la Nación. La joven democracia ateniense del siglo VI a. C. se protegió contra estos agresores y sus votantes.
2. La falta de un marco legal para la selección, formación y adiestramiento, académicos, de personas con perfiles específicos, concurrentes al servicio político o de gobierno público.
3. La carencia de mecanismos y de garantías legales que incorporen a los ciudadanos a la responsabilidad política, con acceso participativo y no representativo como hoy.
4. La vejación de legalidad constitucional y la no aplicación puntual de los mecanismos constitucionales, existentes, pero no aplicados, porque entre bomberos, se dice, no se pisan la manguera.
5. La falta de unidad de criterio jurídico entre jueces y su dependencia del poder ejecutivo.
6. Los aforamientos políticos que rompen el principio de igual ciudadana ante la ley.
7. La idolatría reiterada de Presidentes del Gobierno central, autonómico y alcaldes, considerados absolutos, quienes, pese a la independencia judicial, marcan la hoja de ruta, en muchos casos, a los Jueces.
8. El uso y abuso de la mentira en política, de responsables de la gobernabilidad de la Nación, en aras de la confusión y descalificación del adversario y de sus electores tratados, a estas alturas, como paletos analfabetos.
9. El aumento de paro y la pobreza, insoportables, con el enriquecimiento de la clase alta a falta de imposición contributiva a las tecnologías modernas en la producción.
10. La corrupción generalizada de partidos, parte de sus políticos y gobernantes abonados, si llegan, a cárcel gratuita y sin devolución al erario público, de lo robado a manos llenas.
11. Los diversos caladeros de medios de comunicación a favor de pesebres políticos, quienes lejos de elevar la cultura y desmantelar la corrupción, la ocultan y desgarran toda verdad.
Para no cansar al lector dejo el análisis de las consecuencias de la quiebra del Estado democrático para otra reflexión próxima.