El cuidado es un elemento fundamental, que debería estar entre las máximas prioridades que tenemos en las Iglesia. No hay que confundir la capacidad de cuidado, que todos tenemos y que forma parte del proyecto proyecto del Evangelio, con la participación
(Jesús Bastante).- Los próximos 11 y 12 de noviembre, se celebran las XV Jornadas de la Asociación de Teólogas Españolas. Silvia Martínez Cano, entre otras muchas cosas, forma parte de la Asociación de Teólogas Españolas, una asociación ecuménica y por ende, con una perspectiva amplia de los problemas que afectan a las mujeres dentro de las distintas Iglesias.
De esta visión resulta una imagen-espejo bastante fiel de las sociedades en general, en las que las mujeres resultan infravaloradas, a pesar de ejercer funciones y responsabilidades similares a las de los hombres.
Y en estos reflejos resultantes, la Iglesia católica se ve algo más desfavorecida, por su anacronismo por un lado, respecto de las Iglesias protestantes en lo que se refiere a la mujer, y por su alejamiento del Evangelio por otro, ya que en el gran libro-guía del cristianismo la mujer está contemplada respecto al hombre como una igual, cosa que la institución católica parece ignorar aunque, con el actual pontífice, se van dando pasos.
Para avanzar como Iglesia es imprescindible avanzar en conjunto, y para ello la Asociación de Teólogas Españolas ha organizado estas jornadas, para animar a la reflexión sobre el papel que ocupa la mujer en las distintas Iglesias, y partiendo del análisis de la situación real, proyectar una situación ideal y ajustada a los tiempos, actualizada.
Hablaremos de Reforma, reformas, visibilidad, estructura eclesial, responsabilidad, participación, pluralidad, consciencia, concreción y actuación. Porque, como dice Silvia, «cuando se habla de la mujer, se generaliza tanto que al final no se sabe de qué se está hablando»
Tenemos un noviembre repleto de actos eclesiales, que acabaremos con el Papa en Myanmar y Bangladesh. Nosotros vamos a arrancarlo desde más cerca, con Silvia Martínez Cano, que nos va a hablar de la XV Jornadas de la Asociación de Teólogas Españolas “Reforma y reformas en la Iglesia. Jornadas críticas de las mujeres cristianas”.
Empezamos por el título: “Reforma y reformas”.
Es una expresión que estamos utilizando mucho. Sobre todo la utilizan las Iglesias Reformadas. Es para distinguir entre el concepto de Reforma por un lado, donde existen matices en las maneras de entenderla, y las reformas, que se concretan en acciones que nosotros podemos realizar sobre la Iglesia, o la Iglesias en general, en sus distintas formas de ser Iglesia.
Este año, en el que estamos conmemorando el quinto centenario de La Reforma, es buen momento para hablar de los cambios, las reformas que son necesarias en nuestra Iglesia y supongo que en todas.
Sí. Somos una asociación ecuménica, por lo que contamos con teólogas reformadas. Y para nosotras, es muy importante el ver que los problemas que tenemos las mujeres en el mundo católico, también los tienen las mujeres creyentes que participan en otras Iglesias.
Esta jornada quiere compartir estas problemáticas, y también las inquietudes: qué queremos como mujeres creyentes, qué acciones queremos que nuestras Iglesias realicen y desarrollen, y hasta qué punto estamos implicadas en esas reformas. O si se nos da visibilidad en esas reformas.
¿Qué queremos las mujeres de las Iglesias cristianas?
La verdad es que normalmente coincidimos, las teólogas protestantes y las teólogas católicas, en que hay un elemento fundamental que es la eclesiología, y que debe ser revisada. Todo el tema de la organización de las Iglesias es un tema para nosotras importantísimo, porque de eso depende también nuestra participación.
¿Te refieres a un cambio en la estructura?
Hablamos de la estructura, porque conlleva un funcionamiento diferente. Evidentemente, en eso hay diferencias, pero las sensaciones son muy parecidas. Como la exclusión de las mujeres creyentes y las responsabilidades que nos ofrecen y conceden, que a veces significan problemas y discriminación.
Desde la Iglesia católica se suele ver a algunas Iglesias Reformadas como más avanzadas que nosotros, porque vemos que hay clérigos mujeres, y hasta algún intento de mujeres obispos. Pero no solamente es por el cargo, sino por lo que comporta el cambio de estructura y de mentalidad.
La posibilidad de acceso al ministerio es una acción concreta, que está muy bien porque ayuda a otro tipo de estructura. Pero, y por eso lo de “reforma”, se trata de reflexionar también sobre qué tipo de Iglesia estamos buscando o soñando, y desde ahí, cómo nos situamos.
Hablabas de la visibilización. ¿Cómo visibilizar a la mujer en una institución tan machista como la Iglesia?
Tiene que ver también con valorar determinados trabajos. Venimos de una herencia católica donde la autoridad es un elemento muy fuerte, y donde el poder está muy centrado en el ministro ordenado.
Lo que vamos descubriendo -yo creo que el Vaticano II está en esa línea y en la situación en la que nos encontramos ahora mismo en este pontificado- es que las responsabilidades y la autoridad no tienen que estar siempre centradas en el ministerio ordenado, sino que los laicos también tienen una participación en esa responsabilidad, que pueden desarrollar con total normalidad, incluidas las mujeres. De esa forma se visibiliza un trabajo, que no es solo en cuestiones de cuidado o cuestiones de catequética (donde el porcentaje de mujeres catequistas es elevadísimo), sino en otras responsabilidades, por ejemplo en la parroquia, donde podrían participar y ser ellas.
Cuando se habla del papel de la mujer en la Iglesia, la respuesta pseudo-oficial es la de que hay más mujeres que hombres en la iglesia, que las mujeres están por encima de los hombres en las prácticas sacramentales, y el papel de la mujer como cuidadora, de la ternura… ¿Cómo lleváis esto? Esos adjetivos que son tan hermosos pero que, primero, no debían ser exclusivos de la mujer, y segundo, que os constriñen demasiado en un ser como más achuchable que con capacidad de mando. Perdona que te lo diga así.
Yo creo que no hay que confundir la capacidad de cuidado, que todos tenemos y que forma parte del proyecto proyecto del Evangelio, con la participación. Cuando se habla de la participación de las mujeres y de dar visibilidad a este hecho…, bueno, es que las mujeres ya participan. Y lo hacen, como tú decías, en un 80-90% de las cosas que se hacen en la Iglesia. La cuestión es en qué lugares participan.
Hace nada salía una encuesta de liturgia, y el 97% decían participar en la Iglesia. Y de esa cifra más de dos tercios era cantando. Es una forma de participar, pero…, no sé.
El lugar es muy importante, porque eso determina un estado dentro de la propia comunidad. Entonces, ¿por qué siempre estar en el mismo lugar, y no en función de los dones que uno tiene? Porque dependiendo de sus dones, puede desempeñar un papel u otro.
Pero ese debate, que es real, ¿es factible hacerlo hoy en la Iglesia, con resultados? Más allá del sempiterno caso de si las mujeres pueden o no ser sacerdotes, ¿ese dato se puede dar hoy en la Iglesia?
Yo creo que sí. Pero pienso que hay que hacer un esfuerzo y sentarnos a diseñar cómo queremos que sean nuestras parroquias o nuestras diócesis. Hacer un esfuerzo de decir quiénes estamos aquí, cómo queremos ser, de qué manera nos queremos presentar ante nosotros y ante la sociedad, y quiénes vamos a participar en esto y de qué manera. Pero esto es algo que en muchas ocasiones no se hace. La dinámica es que hay un grupo de gente, que normalmente coincide con la jerarquía, que organiza la diócesis, la parroquia o los distintos ámbitos, a distintos niveles.
No hay una reflexión conjunta. En la medida que las hagamos, estaremos cambiando la dinámica. Y ahí pueden entrar hombres, mujeres, laicos, clérigos, religiosos… Es una dinámica diferente, que incluye y nos permite decir: “yo tengo estas capacidades. Yo puedo liderar esto, yo no puedo esto pero sí esto otro”.
No se trata de que solo las mujeres estén en los puestos de liderazgo, sino que puedan participar, siendo reconocidas en le trabajo.
Sí, porque no es un trabajo solo de mujeres, sino de un papel. De equilibrar en función de los talentos, la presencia de los creyentes: mujeres, laicos que no sean mujeres, sacerdotes, religiosos, etc.
Y sin quitar el cuidado, como decías antes. Es un elemento fundamental, que debería estar entre las máximas prioridades que tenemos en las Iglesia. Y lo podemos hacer todos. No dudo que hay hombres que tienen una capacidad de cuidado elevadísma.
Y de hecho, Francisco, una de las primeras cosas que hizo fue hablar de la custodia. Y “Laudato si” es un gran encíclica sobre la custodia y el cuidado de la creación en el más amplio sentido de la palabra. Entendiéndonos a nosotros mismos y a nuestros entornos como comunidades también, dentro de ese cuidado.
Pienso que abre una puerta, que a lo mejor no estaba tan clara, cuando habla de la justicia intergeneracional. De cómo para nosotros es muy importante recuperar esta idea de que la transmisión de la fe debe ser de generación en generación, y que esas generaciones hay que cuidarlas. De mirar mucho a las generaciones que vienen detrás y de decir qué tipo de Iglesia queremos para esta gente que está creciendo.
Porque si esperamos a que sean adultos para darles el libro de recetas, igual ya les hemos perdido.
“Miradas críticas de las mujeres cristianas”. Aquí hay muchos términos interesantes. La forma crítica de mirar de mujeres creyentes… ¿Qué factor?
Te desgloso un poco el subtítulo, porque para nosotras es bastante importante que vaya acompañando al título de las jornadas.
“Miradas” porque entendemos que tenemos diferentes miradas: a veces, cuando se habla de “la mujer”, se generaliza tanto, que al final no se sabe de qué se está hablando. Y además, en muchas Iglesias, no solo en la católica, nos vamos encontrando con que podemos trabajar juntas siendo de Iglesias diferentes, pues nuestras miradas son diferentes. Entender el plural como una riqueza, para nosotras es importante. Y, evidentemente, una mirada crítica desde una situación, desde tocar tierra y decir: “esta es la situación que tenemos. Y es una situación que queremos mejorar”.
Y lo de “mujeres cristianas”, porque a veces parece que es una reivindicación externa a la Iglesia y no es así. Quienes hacen esta reivindicación son las mujeres que son creyentes, que están implicadas en las parroquias, que tienen vida comunitaria y que participan en la liturgia. Son mujeres que desean una Iglesia diferente.
Ellas están construyendo Iglesia desde dentro. No son personas que se dediquen a criticar a una institución desde fuera.
No es algo externo, sino interno. Es un deseo interno que se materializa en un grito.
Esta sensación de pertenencia para hombres y para mujeres, para todo creyente, te hace más responsable. Es muy fácil criticar instituciones de las que no formas parte o, en el caso de la política, de cosas que nos pillan más o menos lejos o de las que no tenemos responsabilidad. Pero en este caso, mujeres cristianas con una mirada crítica implica que formas parte de esa institución a la que criticas. Eso, ¿hasta qué punto te hace más consciente y responsable del futuro y de la propia Iglesia?
Por lo menos nosotras, como asociación, entendemos que en la medida que hacemos un trabajo de reflexión sobre esto, hacemos contribución a la Iglesia. Y esto es una responsabilidad, porque aparte de la posible reflexión teológica que hagamos, cada una estamos insertadas en nuestra propia comunidad. Y ahí es donde vemos los problemas, que nos generan unas preguntas que compartimos juntas, y luego intentamos dar respuesta. Con lo cual, en el fondo es una opción por una Iglesia más santa. Y lo que estamos haciendo es seguir la tradición: buscar una Iglesia que siempre está en reforma, siempre revisándose. Que siempre se mira con ojos de pecadora, pero viendo un horizonte de santidad que, en realidad, es el proyecto del Reino: generar una santidad mayor, también en este mundo.
Una “Ecclesia semper reformanda”, que también está hablando de cómo la Iglesia se tiene no solo que adaptar a los tiempos, sino saber vivir el Reino y construirlo en cada momento, como decías hace un momento refiriéndote a las generaciones que vienen detrás.
Y en ese momento cultural será de una manera, y tendremos que dar respuesta desde las distintas Iglesias. Por eso nuestro interés en que sea ecuménico: entendemos que eso nos da fortaleza y perspectiva; hablar desde Iglesias diferentes.
A mí, oír a las compañeras protestantes me ayuda a definirme a mí misma como mujer dentro de la Iglesia católica, y a saber qué quiero para mi Iglesia. Y ese esfuerzo repercute, también, en la riqueza de mi Iglesia.
Y en el propio trabajo como unión, que no siempre debe ser el intento del convencer al otro o insertarle en tu realidad. Y el saber convivir como hermanos intentando alcanzar esa comunión, de corazón y efectiva.
Las XV Jornadas de la Asociación de Teólogas Españolas son el 11 y el 12 de noviembre, en el Chaminade.
Sí. En el Chaminade. Estación de metro: Metropolitano. Calle Juan XXIII, 9. En la página de la Asociación hay un enlace con el programa y también una inscripción a través de un formulario digital donde se puede uno apuntar
Son dos días. Promete divertido. En vuestros años de trabajo en esta asociación, en la que participan distintas confesiones cristianas, ¿cómo veis vuestro trabajo de cara a esa perspectiva de unidad en la que el Papa, por ejemplo, está muy comprometido? Estamos en pleno año Lutero, ¿se pueda trabajar de verdad para que todos seamos uno, con nuestras peculiaridades?
Yo creo que sí: nosotras lo hacemos y llevamos años haciéndolo. Entendemos que la diversidad es riqueza.
¿Es menos difícil de lo que parece?
Es complejo, porque hay que entender al otro en su diferencia y quererle en su diferencia. Pero cuando uno se acostumbra a que el otro no tiene por qué ser como yo sino que lo que me aporta me hace crecer, es más fácil y mucho más creativo; hay muchas más posibilidades de hacer las cosas.
En las anteriores jornadas estuvo presente el cardenal de Madrid, don Carlos Osoro. ¿Cómo es vuestra relación con don Carlos, y con la jerarquía en general?
Somo una asociación independiente, por lo que no pertenecemos a la estructura eclesial. Pero es verdad que la presencia de don Carlos nos hace sentir que estamos colaborando con la Iglesia a nivel local.
Y en situaciones todavía más locales, como diócesis más pequeñas o cuando vamos a eventos, nos sentimos muy integradas, por lo que te digo de que la mayoría de nosotras participamos en las diócesis.
Es un trabajo recíproco; lo que vivimos lo trasladamos a la asociación, y la asociación vuelca en las diócesis.
Vamos a trabajar en el éxito de estas jornadas, donde también colaboran Verbo Divino y la Fundación Federico Fliedner. El 11 y 12 de noviembre, las XV Jornadas de la Asociación de Teólogas Españolas.
Y no hemos dicho que este año es nuestro 25º aniversario.
Un cuarto de siglo ya, trabajando.
Sí, mucho tiempo.
La tarde del sábado tendremos una especie de encuentro festivo-oracional con Ain Karem.
Tiene muy buena pinta. Que sea un éxito. Disfrutad y contádnoslo.
Será un placer.
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