Y al señor bloguero, le insto a la seriedad informativa. Es más, le invito a dejar su comodidad en España y venir a misionar en la Costa Atlántica
(Israel González Espinoza).- Durante casi cinco años me he desempeñado como periodista de temas socio-religiosos. Primero en el periódico nacional de mayor influencia e impacto de mi país, La Prensa, y luego recalé en Religión Digital.
Solía decir un antiguo docente mío que una de las claves para ser buen periodista es confirmar si el hecho que vamos a reportar realmente sucedió, tratando de ser lo más fieles a la verdad. Veracidad informativa pues.
Entiendo que para algunos blogueros del mundo virtual, se hace un poco difícil hablar con propiedad de países lejanos. Sin embargo, en ésta época dorada de la información a través del internet, lo mínimo que puede hacer alguien que intenta escribir sobre un país que no es el suyo es investigar para saber hacer las aseveraciones correctas.
Hoy, haciendo monitoreo que a diario realizo de todos los medios de comunicación en materia socio-religiosa que hay en la red, me he encontrado un triste artículo de un bloguero conservador en el que asegura que el catolicismo en Nicaragua está «derrumbe», y para hacer semejante afirmación utiliza como base los datos que proporcionó el bolletino de la Santa Sede para crear dos nuevas Diócesis en la Costa Atlántica de Nicaragua.
Como no podía ser de otro modo, el bloguero y el medio de comunicación digital dónde le publican sus palabras están en contra de todo lo que hace el Papa. Aunque aseguran maliciosamente que Papa Francisco no es responsable del hundimiento aseguran que su línea pastoral no ayuda en nada a detener la supuesta sangría de feligreses que vive la Costa Atlántica.
Ahora iré por partes, desmintiendo lo que dice este blog. Un privilegio que me da ser un periodista que lleva residiendo en Nicaragua desde que nació, y también tener conocimiento de primera mano de la Iglesia nicaragüense.
En primer lugar, éste bloguero afirma -utilizando como base los datos de la Santa Sede-, que la nueva Diócesis de Bluefields cuenta con 457 mil habitantes de los cuáles 260 mil son católicos. La recién creada Diócesis de Siuna cuenta con 536 mil habitantes, y una población católica de 363 mil bautizados.
Los datos los tilda de «catástrofe» y apunta (al parecer) a los obispos de la Costa Atlántica, Monseñor Pablo Smith y Monseñor David Zywiec Sidor de hacer un trabajo «enormemente mal».
Lo cierto es que son números al alza. Pero positivos. Si el bloguero se hubiera tomado la molestia (y el tiempo, que se tiene de sobra por su edad) de leer un poquito de historia de Nicaragua, sabría que la Costa Atlántica fue colonizada por piratas al servicio de la corona británica en el siglo XVII y XVIII. La católica corona española nunca ejerció de manera plena la soberanía sobre esta zona, pese a los intentos de misioneros católicos de ingresar por la zona selvática detrás de las montañas de los departamentos de Jinotega y Matagalpa -en la zona central del país-, y a los intentos de llegar por vía marítima para hacer efectivo el dominio español.
Como tal, la Costa Atlántica nicaragüense tuvo un desarrollo poblacional, étnico, religioso y cultural distinto al resto de Nicaragua. Gracias a la influencia inglesa, se arraigó el uso del inglés. Se asentaron misioneros moravos y anglicanos que evangelizaron a los pueblos indígenas de la zona, entre ellos miskitos, sumos, ramas y garífonas.
El protectorado británico duró hasta finales del siglo XIX, cuando el presidente nacionalista liberal nicaragüense José Santos Zelaya decidió en 1897 invadir la denominada Reserva Mosquitia y ocupar militarmente Bluefields, expulsando al jefe mosco títere de los ingleses e imponiendo la soberanía nacional sobre aquella vasta zona.
El hecho se conoce hasta el día de hoy como la reincorporación de la Mosquitia. Así lo estudian los niños en los textos de historia de Nicaragua.
En 1902, Pio X decidió erigir la arquidiócesis de Managua, desmembrando Nicaragua de la mitra de Guatemala y partiendo el país en cuatro zonas pastorales: Managua, León, Granada y el Vicariato Apostólico de Bluefields.
Los Vicariatos son, según la Iglesia, territorios de misión que dependen directamente de la Santa Sede. El de Bluefields fue encomendado a los frailes capuchinos estadounidenses, por la facilidad del idioma inglés y las particularidades del lugar.
Desde entonces ha habido cinco obispos en la Costa Atlántica. Un lugar especial merece en esta cuenta monseñor Salvador Schlaefer Berg (obispo de 1970-1993), conocido como el Moisés de los miskitos, por su arduo papel evangelizador y su defensa de los derechos humanos de los indígenas durante la dictadura militar de Somoza y la Revolución nicaragüense.
El actual obispo de Bluefields es Monseñor Pablo Smith, vicepresidente del Episcopado. Lo acompaña desde 2001 David Zywiec como su auxiliar. La Iglesia nicaragüense había pedido desde hace casi una década que la Santa Sede partiera el Vicariato para poder organizar mejor el trabajo pastoral.
«Lo que está diciendo el Papa a través de la creación de estas dos diócesis es que la Iglesia católica en el Caribe después de cien años tiene una cierta madurez para subir de nivel, porque puede ser más autónoma económica, administrativa y pastoralmente, y cuenta con un clero nativo y con unos laicos comprometidos», dijo al periódico El Nuevo Diario el sacerdote franciscano y poeta Berman Bans, actual párroco de El Rama, en la nueva Diócesis de Bluefields.
Lo que dice el Padre Bans es la más absoluta verdad. Luego de 104 años, el Papa Francisco ha hecho que la Iglesia de la Costa Atlántica pueda seguir atendiendo a la población local de una mejor manera. Ha nombrado como sus primeros obispos a David Zywiec y Pablo Smith para dar continuidad al apostolado que han realizado durante estos años en canoas, en botes, en lomo de semovientes.
Aún la Costa sigue siendo tierra de misión en el mejor sentido de la palabra. Es la zona con la densidad poblacional más baja del país (10%), la pobreza ronda el 90%, faltan servicios básicos en muchas comunidades y la ayuda de la Iglesia espiritual y material llega hoy dónde el gobierno de Managua no puede -o no ha querido-, entrar. También es zona dónde campea el diálogo entre las diversas iglesias. Saben los líderes religiosos, que unidos -como pide Jesús-, son más fuertes.
Esta fortaleza se ha demostrado efectiva para promover la paz y bajar las tensiones políticas, tal y como sucedió en Puerto Cabezas, tras las elecciones municipales del 5 de noviembre.
Le auguro muchos éxitos a las nuevas Diócesis de Bluefields y Siuna. Y al señor bloguero, le insto a la seriedad informativa. Es más, le invito a dejar su comodidad en España y venir a misionar en la Costa Atlántica. Eso sí… no hay conexión a internet. Creo sus lectores deberán esperar un mes para leer sus palabras. Le haría bien venir al tercer mundo, Chico.