Este pequeño libro quiere recordar la necesidad de un laicado que trabaje en la misión en el mundo, conforme a las enseñanzas de la Iglesia
(P. Patxi Loidi).- Recientemente el Sr. Arzobispo de San Salvador ha publicado una estupenda carta pastoral, que aborda el problema de la violencia en nuestro pequeño país. La carta es clara, fluida y, además de la información y explicaciones que nos da, nos ofrece unas cuantas páginas verdaderamente proféticas.
Nos recuerdan al Beato Romero. Y creo que merecen figurar entre los documentos sociales de la Iglesia aplicados a El Salvador. La lectura del documento me convenció de que, para llevar a cabo esa misión, la Iglesia necesita un capital humano convertido -como puede estarlo un catequista, predicador o conductor de una comunidad cristiana-, que haya asumido como propia la misión de la Iglesia en el mundo desde el mundo.
Pronto me di cuenta de que en la Iglesia no tenemos ese capital misionero. Los laicos que están al servicio de la Iglesia se dedican, prácticamente en su totalidad, a tareas intraeclesiales. No conozco un grupo o movimiento laical que haya tomado como tarea propia la misión de la Iglesia en el mundo.
Quisiera recordar a este respecto que la misión de la Iglesia es una -como vemos claramente en Jesús-, pero que tiene dos vertientes: la religiosa y la civil. Sin separarlas, hoy se hace necesario dedicar expresamente, con la debida preparación, a una buena parte de los laicos a la misión en el mundo.
De lo contrario, esa misión solo existe en los documentos y pronunciamientos de la jerarquía y el clero. La dedicación al mundo desde la Iglesia no lo va a transformar.
Está ocurriendo sobre todo con gente progresista que ha roto moldes eclesiales, pero sigue trabajando desde el ámbito eclesial. Me parece que ni los mejores documentos y discursos del Papa, la jerarquía y el clero van a cambiar nuestro mundo.
El mundo moderno ha creado en los últimos siglos toda una cultura civil, con instrumentos de todo tipo para su desarrollo y mejoramiento; y es ahí donde han de estar los laicos convertidos para realizar la misión civil de la Iglesia. El mundo se transforma desde las propias instancias del mundo.
Este pequeño libro quiere recordar la necesidad de un laicado que trabaje en la misión en el mundo, conforme a las enseñanzas de la Iglesia.
– Patxi Loidi
Antiguo Cuscatlán
15 de agosto de 2017, fiesta de la Asunción de María
y aniversario del Beato Romero
Francisco Loidi, presbítero
Oficialmente se llama Francisco, pero le llaman Patxi, que es el mismo nombre en su idioma materno. Procede del País Vasco (España). Fue hermano marista y ejerció de profesor de filosofía y lenguas clásicas, después de graduarse. A la vez trabajó en la formación de grupos juveniles, con los cuales apoyaba los domingos a gente de escasos recursos en la construcción de casas.
El Concilio (1962-65) lo marcó fuertemente, provocándole un cambio de rumbo. Se incorporó por varios años a un equipo de agentes pastorales, dedicados a explicar el contenido del Concilio por toda la geografía española.
Con el empujón del concilio, inició la formación de pequeñas comunidades de seglares y laicos consagrados, a las que se incorporó con algunos compañeros, con aprobación de la Iglesia.
En 1995 viaja por primera vez a América Latina, donde experimenta un gran impacto, al visitar las zonas empobrecidas. Funda la ONG Círculo Solidario. Y con los voluntarios de las comunidades, emprende una acción enérgica en las zonas marginales, para promover becas y crear servicios básicos. Al calor de la acción, ha escritos varios libros, entre ellos, Mar Rojo, Creer como adultos, Subiendo a Jericó, Evangelio en directo, etc.
Al filo de los setenta y un años, fue ordenado sacerdote, influido por peticiones de la gente empobrecida. Como él mismo dice: «Vine a América para hacer trabajo social, y los pobres me han llevado al sacerdocio».