Cristóbal López, sdb, tomará posesión de la diócesis de Rabat en marzo

«Me llamo Cristóbal e intento ser, como mi nombre significa, ‘Portador de Cristo'»

"Soy una persona cristiana salesiana, tres dimensiones que para mí van en un mismo pack"

"Me llamo Cristóbal e intento ser, como mi nombre significa, 'Portador de Cristo'"
Cristóbal López, sdb, nuevo arzobispo de Rabat

El Espíritu no está encerrado en los límites eclesiásticos... ¡Gracias a Dios tiene la libertad de soplar donde quiere y como quiere! Seguramente también en el Islam...

(José M. Vidal).- «Me impactó la definición que de sí mismo dio el Papa Francisco: ‘Yo soy un pecador’. ¿Qué otra cosa podría decir yo?» El salesiano español Cristóbal López tiene una sola prioridad en su nuevo encargo como arzobispo de Rabat (Marruecos): «Amar a la gente». Misión que, para él, consiste en vivir «la fraternidad entre cristianos y musulmanes y atender a los más pobres y necesitados, que en este momento y allí son los migrantes».

¿Qué sintió por dentro, cuando le comunicaron su nombramiento?

Sentí temor y temblor, pero no metafóricamente, sino temblor de piernas literalmente.

Me sentí en el dilema de decir sí o no a la llamada que Dios me hacía a través de la Iglesia.

Sentí también el peso de la responsabilidad y el vértigo de la incapacidad.
La palabra de Dios, que en esos días resonó varias veces con un «no temas, Yo estoy contigo», me ayudó a dar la única respuesta coherente con mi opción de vida ante un Dios que me ama.

¿Se esperaba el nombramiento?

Después de siete años fuera de Marruecos, el que alguien se haya acordado de mí y haya pensado en mí para este servicio, estando ya en otro de gran responsabilidad, me ha resultado sorprendente, inesperado e inaudito.

¿Se lo comunicó el Nuncio de Madrid o el de Rabat?

Es el Nuncio Apostólico en Marruecos quien corre con toda la responsabilidad en relación a la preparación del nombramiento de obispos para ese país. Todavía no tengo el gusto de conocerle personalmente, pero por teléfono, por Whatsapp y por email nos hemos relacionado abundantemente desde que él tomó contacto conmigo poniéndome sobre aviso de lo que podía suceder y finalmente sucedió.

¿Cómo se definiría a sí mismo?

Me sorprendió e impactó la definición que de sí mismo dio el Papa Francisco: «Yo soy un pecador». ¿Qué otra cosa podría decir yo? Yo soy un pecador, pero, como el mismo Francisco añade, un pecador salvado, perdonado hasta el punto de ser, nada más y nada menos, que «hijo de Dios».

Soy una persona cristiana salesiana, tres dimensiones de mi ser que para mí van en un mismo pack, porque en las tres crecí al mismo tiempo de la mano de Don Bosco y de María Auxiliadora.

Finalmente, me llamo Cristóbal e intento ser, como mi nombre significa, «Portador de Cristo». Hijo de Dios, Portador de Cristo… ¿Puede haber títulos mayores? ¿Qué es ser obispo, sacerdote, provincial o lo que sea al lado de eso? Me produce risa quienes me felicitan por el «ascenso» o por la «promoción»… ¿Se puede ser algo más alto y más promocionado que ser hijo de Dios?

¿Los largos años de misionero en Paraguay y en Bolivia le marcaron para siempre?

Indudablemente, 18 años en Paraguay, 8 en Marruecos y 3 en Bolivia son 29 años que han hecho posible experimentar la verdad de un lema que siempre me ha inspirado: «Mi casa es el mundo; mi familia, la humanidad». Fraternidad universal, catolicidad, sentido de que todos somos uno… Todo eso viene de ahí.

En América Latina descubrí el valor de la religiosidad popular, viví en una Iglesia comprometida y solidaria con el pueblo, experimenté hasta qué punto mi sacerdocio era útil a las personas, en especial a los jóvenes…

La experiencia de Iglesia en Marruecos también me marcó profundamente, pero en otros aspectos inéditos algunos de ellos para mí. En la Iglesia que está en Marruecos viví mi fe durante casi ocho años: allí aprendí a apreciar lo pequeño e insignificante (¡pero muy significativo!) de la comunidad cristiana, a no valorar las cosas por las cantidades y los números, a descubrir la gratuidad de nuestro amor a ejemplo del de Dios, a evangelizar desde el silencio y el testimonio, a ver la Iglesia como el signo y el instrumento del Reino, pero sabiendo que el fin y el objetivo no es ella sino ese Reino de paz y de justicia.

Marruecos me ayudó a ir a lo esencial: la pasión por Cristo y por el pueblo, en este caso el marroquí. Me sentí acogido y acogí. El testimonio de oración de los musulmanes me estimuló a rezar más y mejor, considerándome, con todos los demás cristianos, «orantes en medio de un pueblo de orantes».

Hice experiencia, hermosa y fecunda, de diálogo interreligioso a través de la amistad y el compartir la vida con muchísimos musulmanes; sufrí con ellos el desastre de la violencia proveniente de sedicentes cristianos y musulmanes, con víctimas cristianas y musulmanas; padecí con ellos los desastres naturales de inundaciones y terremotos; celebré las fiestas musulmanas con ellos y ellos con nosotros las cristianas. No por nada la Iglesia de Marruecos se define como una «Iglesia del encuentro».

En fin, vi con mis ojos y palpé con mis manos los brotes verdes del Reino que crece en todas las latitudes, también en Marruecos, más allá de lo grande o pequeña que sea la Iglesia, de los sacramentos que se administren o de las estadísticas eclesiásticas.

Por todo ello me da alegría volver a Marruecos y reencontrarme con esa realidad, con ese país donde el dolor se amasa con la alegría, la pobreza con la dignidad y el ser extranjero con la hospitalidad. (En cursiva unos párrafos de la carta que escribí a mis hermanos salesianos y amigos en general).

Es usted periodista (algo raro en el episcopado) y fundo la asociación de comunicadores católicos de Paraguay. ¿Sigue ejerciendo la profesión, aunque sólo sea en sus ratos libres?

Ejercí mucho el periodismo en España (revistas juveniles J20 y En Marcha y oficina salesiana de prensa) y en Paraguay, donde fui director del Boletín Salesiano durante 9 años y director de Radio Cáritas (¡la primera emisora católica del continente americano y la radio generalista de mayor prestigio en Paraguay en ese momento!) durante cuatro años, además de colaborar frecuentemente en varios medios escritos, radiales y televisivos.

Mi ida a Marruecos me puso en dique seco (¡difícil ser periodista en una lengua en la que uno empieza balbuceando!), y mi responsabilidad como provincial en Bolivia y España, también.

Pero esté donde esté y haga lo que haga, me siento comunicador (más que periodista); creo que todo educador y todo evangelizador debe intentar ser un buen comunicador. Monseñor Agrelo, arzobispo de Tánger, no es periodista que yo sepa, pero es un gran y buen comunicador. Me gustaría poder hacer algo semejante a lo que él está haciendo.

¿Qué le aconsejaría a sus hermanos obispos en su relación (siempre distante y, a menudo conlfictiva) con los informadores?

Si resultare cierto lo que afirmas en el paréntesis, que no lo sé, es una pena. En Paraguay escribí una especie de decálogo justamente para los obispos, para orientar su relación con el mundo del periodismo. Sería largo recrearlo aquí y ahora, pero aconsejaría no sólo a los obispos sino a todos los párrocos y agentes de pastoral:

-Que pierdan el miedo, porque, en general, los periodistas no muerden.

-Que se adelanten a comunicar sin esperar a que vengan a interesarse por nuestras cosas: «Brille así vuestra luz delante de los hombres para que, viendo vuestras buenas obras, den gloria a Dios que está en el cielo» (Mateo 5).

-Que estén disponibles para informar y comunicar, para responder cuando se les requiere. Como director de radio, quise hacer una entrevista sobre la Virgen de Fatima en el día de su fiesta. Siete sacerdotes, cuyas parroquias estaban dedicadas a la dicha advocación, se me negaron. Tuve que buscar un periodista que me hiciese la entrevista a mí para poder informar y orientar al pueblo cristiano sobre un tema que preocupaba en ese momento en torno al llamado tercer secreto de Fátima…

-Que tengan claro el mensaje que quieren transmitir… y lo hagan con palabras sencillas y al alcance de todos. El periodista puede preguntar lo que quiera, pero el que responde también puede decir lo que desea…, sobre todo si lo lleva pensado y preparado.

-En fin, que pensemos todos que Cristo es el Comunicador del Padre, y que la comunicación es el instrumento ineludible para crear comunión. ¿Cómo no participar nosotros de la misión comunicadora de Cristo? (¿Se nota que he sido profesor de Pastoral de la Comunicación?)


¿En qué consistía su último cargo como inspector salesiano de la provincia española de María Auxiliadora?

En animar y gobernar las 75 casas salesianas de la provincia, a los 400 religiosos que la componen y a los miles de laicos corresponsables con nosotros de la misión salesiana en favor de los jóvenes.

Pero ese animar y gobernar es imposible sin amar. Por eso mi tarea principal era (y lo será ahora en Rabat con todo el pueblo de Dios) amar a mis hermanos. «He venido para amarles», les decía a los bolivianos al llegar… y se lo repetiré ahora a los marroquíes y a los cristianos de Marruecos.

¿Cómo es su nueva archidiócesis de Rabat? ¿La conoce?

He vivido en ella casi ocho años. He sido párroco allí y he pertenecido a su Consejo Presbiteral y al Consejo de Educación Católica. Conozco a la mitad de los sacerdotes y religiosos (que no pasan de 40) y a una buena cantidad de religiosas (que son aproximadamente un centenar).

Geográficamente su extensión es casi como toda España. En habitantes, más de 30 millones. En cristianos católicos… quizás unos 30.000, todos extranjeros, sean europeos o subsaharianos, aunque también hay algunos asiáticos.

Gestiona 15 escuelas católicas con unos 15.000 alumnos (todos musulmanes prácticamente) y numerosas obras sociales, especialmente a través de Cáritas. Se atiende mucho y muy bien a los migrantes que intentan llegar a Europa…

La diócesis lleva adelante una importante tarea evangelizadora y catequética entre los jóvenes universitarios subsaharianos, que son muchos y son el sustento de bastantes de las pequeñas comunidades cristianas dispersas por el enorme territorio diocesano.

Se vive el diálogo interreligioso a todos los niveles, pero sobre todo en el de la vida cotidiana, en la amistad y el encuentro entre personas.

Impulsa, junto con los cristianos protestantes, un Instituto Ecuménico de Formación Teológica y Pastoral llamado Al Muwafaka («Juntos»), especializado en el diálogo interreligioso y en el conocimiento del Islam. Una experiencia original e inédita, creo, en toda la Iglesia.

¿Diálogo interreligioso y emigración, son dos de los retos más importantes que le esperan?

Seguramente. Pero el desafío más importante es amar a la gente; y por amor, se vive la fraternidad entre cristianos y musulmanes y se atiende a los más pobres y necesitados, que en este momento y allí son los migrantes.

¿Al Islam le haría falta un ‘Concilio Vaticano II’?

No soy yo quién para decir lo que le hace falta al Islam, pero puedo constatar que hay pensadores musulmanes que, a todos los niveles, están llevando a cabo una tarea similar a la que muchos teólogos hicieron en la primera mitad del siglo XX preparando el terreno a lo que después fue el Concilio Vaticano II.

El Espíritu no está encerrado en los límites eclesiásticos… ¡Gracias a Dios tiene la libertad de soplar donde quiere y como quiere! Seguramente también en el Islam…

¿Qué opina de la labor de defensa de los emigrantes que, desde la archidiócesis de Tánger, viene haciendo, desde hace años, monseñor Agrelo?

La conozco sólo indirectamente, por sus escritos y por informaciones periodísticas. Es encomiable. Pero seguro que monseñor Agrelo diría que no es una tarea suya, aunque él la impulse, la encabece y se comprometa personalmente: es toda la diócesis de Tánger, y también la de Rabat en otra forma, quienes están concretando la misericordia de Dios en la persona de tantos hermanos nuestros que se encuentran en necesidad.

¿La ‘revolución’ de Francisco en la Iglesia puede calificarse de ‘evangélica’?

¿Revolución?, ¿evolución?, ¿renovación?… Sea lo que fuere, ciertamente el Papa Francisco nos está ayudando a volver al Evangelio, a descubrir la «Alegría del Evangelio», a vivir la fe y a comunicarla como buena noticia, a experimentar el amor de Dios en nuestra vida y a volcarlo en los más pobres practicando la misericordia. Evangelio puro y duro. Al que no le guste o le moleste, que se lo haga mirar…

Otros titulares:

Después de siete años fuera de Marruecos, el que alguien se haya acordado de mí y haya pensado en mí para este servicio… me ha resultado sorprendente, inesperado e inaudito

Me sorprendió e impactó la definición que de sí mismo dio el Papa Francisco: «Yo soy un pecador». ¿Qué otra cosa podría decir yo?

18 años en Paraguay, 8 en Marruecos y 3 en Bolivia son 29 años que han hecho posible experimentar la verdad del lema: «Mi casa es el mundo; mi familia, la humanidad»

En América Latina descubrí el valor de la religiosidad popular, viví en una Iglesia comprometida y solidaria con el pueblo

Esté donde esté y haga lo que haga, me siento comunicador; creo que todo educador y todo evangelizador debe intentar ser un buen comunicador

Monseñor Agrelo, arzobispo de Tánger, no es periodista que yo sepa, pero es un gran y buen comunicador. Me gustaría poder hacer algo semejante a lo que él está haciendo

Aconsejaría no sólo a los obispos sino a todos los párrocos y agentes de pastoral: Que pierdan el miedo a los informadores, porque, en general, los periodistas no muerden

Mi tarea será ahora, en Rabat, con todo el pueblo de Dios, amar a mis hermanos

En la diócesis de Rabat se atiende mucho y muy bien a los migrantes que intentan llegar a Europa

En Rabat se vive el diálogo interreligioso a todos los niveles, pero sobre todo en el de la vida cotidiana, en la amistad y el encuentro entre personas

El desafío más importante en Rabat es amar a la gente

Ciertamente el Papa Francisco nos está ayudando a volver al Evangelio, a descubrir la «alegría del Evangelio»

[El Papa nos está ayudando] a vivir la fe y a comunicarla como buena noticia, a experimentar el amor de Dios en nuestra vida y a volcarlo en los más pobres practicando la misericordia. Evangelio puro y duro. Al que no le guste o le moleste, que se lo haga mirar…


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Autor

José Manuel Vidal

Periodista y teólogo, es conocido por su labor de información sobre la Iglesia Católica. Dirige Religión Digital.

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