Las religiosas abandonarán el centro el próximo 15 de enero

Urrezko Adina toma el relevo a las Hermanitas de los Pobres en Vitoria

Sor Elena: "La falta de vocaciones hacía inviable atender a los ancianos como queremos"

Urrezko Adina toma el relevo a las Hermanitas de los Pobres en Vitoria
Residencia de las Hermanitas de los Pobres en Vitoria Agencias

Ya no estará la imagen de la fundadora, ni en la capilla ni en los azulejos de la puerta principal, ni en el jardín de la entrada. Solo queda, y ojalá sea por siempre, el nombre de la Plaza Juana Jugán

(Txenti García).- La empresa francesa que pasa a hacerse cargo de la residencia de ancianos de la Plaza Juana Jugán firmará el 10 de enero con las Hermanitas de los Pobres el acuerdo que pondrá el cierre a 140 años de servicio de estas religiosas a los ancianos de Vitoria-Gasteiz, y abre una nueva etapa bajo el nombre de Urrezko Adina.

La Madre Provincial, Sor Elena, ha pasado estos últimos días acompañando a la comunidad en la Residencia, y con ella hemos mantenido la siguiente entrevista:

 

P.- Las Hermanitas de los Pobres dejan este mes en manos de una empresa francesa la Residencia de Vitoria, pero no este el único caso en el que la Congregación se ve obligada a renunciar a continuar su labor.

Cierto que no es la primera pero tampoco es un hecho que estemos viviendo puntualmente. La Congregación celebró hace pocos años los 150 años de presencia en España y a lo largo de este siglo y medio hemos ido abriendo y cerrando casas. Lo que sí es cierto es que tanto la última que se dejó en Valladolid, hace tres años, como esta de Vitoria, los motivos son similares, y fundamentalmente el descenso de vocaciones.

 

P.- ¿Y no se han barajado otras opciones que les permitiese mantener al menos la gestión de las casas?

No somos gestoras de una cadena de residencias de ancianos. El espíritu y el carisma de nuestra Congregación nos llevan a que la vida en nuestras casas sea una vida en familia y una atención muy cercana de las hermanitas con los ancianos. Es nuestro sello y si ese modelo de atención familiar y cercana no podemos llevarlo a cabo, para nosotras no es viable mantenernos ahí, y eso es lo que ha sucedido en Vitoria. No se trata de mantener el nombre en la fachada del edificio. La identidad de nuestras casas lo marca la vida que se hace dentro de ellas. Y si no podemos hacerlo en 50 casas pues lo haremos en 20. Hoy las circunstancias nos demandan que agrupemos fuerzas y atendamos a los ancianos en nuestras casas con el espíritu que marcó nuestra fundadora.

 

P.- Una pregunta que surge ante su marcha de nuestra ciudad es ¿Por qué la casa de Vitoria? ¿Por qué no se enviaron más hermanitas a la comunidad de Vitoria?

Pues en el caso de Vitoria ha sido determinante para nuestra continuidad la construcción de la casa, el edificio, su diseño arquitectónico. Cinco plantas que a su vez se dividen en dos alas. Para nuestra forma de entender el servicio esta casa precisaría de un mínimo de 10 hermanas para que cada una atendiese cada una de las zonas de la casa. Esas mismas diez hermanitas en otra casa con otra configuración arquitectónica nos permite poder atender mejor y a más ancianos incluso. Al final es un tema de aprovechamiento de recursos humanos.

 

 

 

P.- ¿Y, cuando las Hermanitas se vayan, en manos de quienes quedaran las casas, los ancianos?

La casa de Valladolid quedó en manos de otra congregación religiosa, la Congregación de Marta y María. De hecho acudimos a ellas en primer lugar pero al final la falta de vocaciones nos afecta a todos. En el caso de Vitoria, de entre todas las propuestas que nos llegaron hemos optado por una empresa francesa que se ha constituido en España bajo el nombre de Urrezko Adina, Edad de Oro sería la traducción del euskera. Esta empresa gestiona ya otras residencias en Francia. Esta sería la primera en España, aunque sabemos que tienen otro proyecto ya en marcha también en España. El director general, Don Pierre Alexis, se presentó en estos días de Navidad tanto a los residentes y sus familias como a los empleados de la casa.

 

P.- Siempre han insistido que antes de partir garantizarían que quien viniese respetase la situación tanto de residentes como del personal. Satisfechas con el acuerdo.

Yo diría que sí. Que satisfechas en todos los aspectos. Es nuestro primer objetivo cuando decidimos dejar una casa. Nosotras seguimos nuestro camino, no nos vamos al paro. Pero tenemos que pensar tanto en los ancianos como en las personas que trabajan con nosotras en esta tarea. Precisamente por eso siempre desde el primer momento damos la opción a los ancianos y a sus familias a trasladarse a otra de nuestras casas en el entorno más cercano. Así por ejemplo en Vitoria hemos ofrecido la posibilidad de ir a Bilbao o a Pamplona y cuatro residentes han optado por ir a estas casas. Pero en Valladolid fueron unos 30 los que quisieron esta alternativa. Todos estos detalles los hemos tenido en cuenta tanto para cerrar los acuerdos con los nuevos responsables de la casa como para el resto de detalles en el traspaso de la residencia. Somos conscientes de que no es lo mismo coger un edificio vacío que un edificio en funcionamiento con sus residentes y personal, y aceptar mantener y respetar las condiciones da cada uno de ellos. En el caso de los trabajadores la empresa los asume con sus antigüedades y condiciones pactadas hasta el momento. Otra cosa es la gente que se incorpore a partir de ahora. Pero el que ha llegado hasta aquí sabe de primera mano ya que su situación va a poder permanecer igual si desea seguir en la casa.

 

P.- Sería oportuno recordar que ustedes han mantenido esta casa sin ayudas ni subvenciones institucionales de ningún tipo. Solo por la caridad de los benefactores y la aportación de aproximadamente un 80% de la pensión de cada anciano.

Sí, ese es otro trabajo que hemos ido adelantando en estos últimos meses. Nosotras, por criterio de nuestra orden, renunciamos a cualquier tipo de ayuda, incluida la que se otorga a través de la ley de dependencia a cada anciano. Por eso hablamos con las instituciones y en estos meses han ido realizando las valoraciones de dependencia a cada anciano para que la empresa que venga pueda beneficiarse de esas aportaciones públicas.

 

P.- Hoy día las instituciones públicas y sus servicios sociales procuran llegar a todas las personas necesitadas. Pero no obstante la labor de las Hermanitas de los Pobres ha tenido siempre su singularidad. Ahora que se van ¿quién cogerá el relevo?

El relevo como tal creo que quedará sin pasar. No obstante nos consta que tanto los servicios sociales como la empresa que viene tienen la intención de caminar juntos y llevarán a cabo sus acuerdos y eso permitirá que los menos favorecidos sigan teniendo también un hueco en esta casa.

 

P.- Además de las hermanitas, los residentes y sus familias, los trabajadores, y los benefactores, hay otra figura que ha sido muy importante en esta casa: los voluntarios. ¿Qué va a pasar con los voluntarios?

Yo también he pensado estos días en ellos y, Don Pierre Alexis, el gerente de Urrezko Adina se refirió a ellos expresamente el otro día diciendo que no iban a cerrar las puertas a estas personas que quieran seguir colaborando. Las hermanitas les ofrecieron una comida a los voluntarios estos días para agradecerles tantos años de servicio y se les pudo trasladar la postura de la empresa.

 

 

 

P.- De entre los benefactores, además de personas particulares, han contado con empresas. Por ejemplo tantas bodegas de la Rioja que una o dos veces al año tenían en su calendario las campañas solidarias con las Hermanitas de los Pobres. ¿Qué les han dicho, van a seguir colaborando?

Hace tiempo que se les ha escrito una carta de agradecimiento, anunciando nuestra marcha y ofertándoles la posibilidad de seguir colaborando con nuestras casas bien de Bilbao o de Pamplona que son las más próximas para ellos. Las Hermanitas no desaparecemos, seguimos sirviendo a los ancianos en otras casas. Para nosotras es evidente que su ayuda es crucial porque vivimos de la caridad; ahora bien también somos testigos de cómo esa ayuda se les revierte. Nuestra visión evangélica nos hace ver que ningún vaso queda sin recompensa, y de la ayuda que aportan nuestros benefactores son ellos los primeros beneficiados.

 

P.- Nos decía al comienzo de esta entrevista que la falta de vocaciones ha sido uno de los factores determinantes para su partida de Vitoria. Dónde cree que está la clave que explique este descenso vocacional en su Congregación y en la Iglesia en General.

No creo que sea justo hablar de una crisis de vocaciones, creo que es más correcto hablar de una crisis de valores, una crisis de la familia, punto de partida de toda vocación. La llamada de Dios no está en crisis, y por añadir un punto de esperanza, nosotras, en la provincia, tenemos cuatro nuevas vocaciones dos de ellas están en Francia para aprender francés, y las otras dos partirán en breve. Pero es cierto que el déficit de vocaciones hoy no nos permite cubrir las necesidades de hermanas que precisan las casas que tenemos.

 

P.- Para ir terminando quiero pedirle una reflexión sobre la siguiente cuestión: El cuidado a los ancianos ha pasado de ser una tarea que quedaba en la familia o en manos de instituciones como la suya a ser un negocio floreciente. Son grandes grupos empresariales los que llevan un tiempo ya adquiriendo residencias de ancianos con problemas de continuidad y apuestan por ellas como valor seguro. ¿Qué reflexión le sugiere este hecho?

Creo que es una consecuencia lógica relacionada con el incremento del nivel de vida y la prolongación de la misma. Antes nuestros ancianos eran de 70 años y celebrar un centenario era todo un acontecimiento. Hoy, no digo todos los meses, pero sí todos los años tenemos más de un centenario en nuestras casas. Por lo tanto ha crecido la población anciana y se ha convertido en un colectivo importante que precisa de atención, cuidado, afecto. Por lo tanto hay un mercado al que dar respuesta y algunas empresas han encontrado un filón de crecimiento para ellas.

¿Tienen fijada ya una fecha concreta para la partida de las hermanas?

Si todo discurre según lo previsto el 10 de enero se procederá a la firma de las escrituras. Para el día 13 de enero ya hemos fijado con el obispo una misa de Acción de Gracias y despedida a las 11:30, y sería el 15 de enero cuando definitivamente abandonaríamos la casa y las hermanitas que quedan saldrían para sus nuevos destinos.

 

P.- Y la última pregunta. ¿Se deja la puerta abierta para el regreso de las Hermanitas de los Pobres a Vitoria?

¡Por qué no! Es un hecho que estamos cerrando casas en España, en Europa, pero también es un hecho que estamos abriendo casas en otros países. La sociedad es cambiante y las circunstancias también. Si mañana otro día hay hermanitas suficientes como para regresar a Vitoria, claro que lo haríamos. El tiempo y Dios lo dirán.

 

 

Historia de las Hermanitas de los Pobres en Vitoria.

El edificio que hoy dejan las Hermanitas de los Pobres, ubicado en la Plaza que lleva el nombre de Juana Jugán su fundadora, fue inaugurado en enero de 1978. Pero la Historia de la presencia de estas religiosas en Vitoria se remonta a junio 1878, cuando la primera comunidad compuesta por cinco monjas se instaló en La Casa del Cordón, propiedad entonces de Telesforo de Monzón y Zurbano. Gestionó su establecimiento Francisca Jáuregui y la nueva casa fue bendecida con el título de «Nuestra Señora de las Victorias» por el Obispo de entonces, monseñor Sebastián Herrero y Espinosa de los Monteros.

Esta primera ubicación se quedó pronto insuficiente para las necesidades que tenían que hacer frente las hermanas. Tres años más tarde, el quince de mayo de 1881, era bendecida por el Obispo Mariano Miguel Gómez la primera piedra del edificio que se levantó en la calle Portal de Urbina, luego de Villarreal y, actualmente, de Legutiano. El lugar exacto coincide hoy con lo que es el Parque del Norte en la zona que linda con la Plaza de Bilbao. La inauguración tuvo lugar el 24 de septiembre de 1882. Los terrenos habían sido fruto de donaciones, principalmente de Abdón Goiti. A la muerte de éste le fue dedicada una lápida colocada en el vestíbulo que desapareció con la demolición del edificio.

En 1977 se trasladaron al nuevo edificio en el que han permanecido los últimos 40 años de su historia en Vitoria.

En España continuarán su labor en las 27 casas que mantienen abiertas y atendiendo a cerca de 2500 ancianos. En el mundo están presentes en 32 países de los cinco continentes y las cerca de 2800 hermanas se encargan de las 200 residencias que tiene la Obra iniciada en Francia por Santa Juana Jugán.

 

Non solum sed etiam

La historia de las Hermanitas de los Pobres en Vitoria está llena de pequeñas historias, como la de mi madre que fallecía en esta casa, su último hogar, la mañana del 13 de septiembre de este año. Le habían dado de desayunar en la habitación y colocado en su butaca mientras le hacían la cama. Un suspiro e inclinó la cabeza. Rodeada de quienes habían sido también su familia en el último año. Solo tengo palabras de agradecimiento por todo el cariño y la atención que recibió mi madre en esta casa. Historias como esta las hay muchas más. Pero también hay historias hermosas con los familiares de los residentes, con el personal sanitario y las cuidadoras de cada día; con los voluntarios y hasta con algunos jóvenes como los que el pasado día 28 de diciembre, atendiendo a una llamada hecha desde el Colegio de San Viator, se animaron a compartir unas horas con las hermanitas y los ancianos. Ellos y ellas quedaron impresionados y las monjas les dijeron en varios momentos: «no dejéis de venir a visitar a los ancianos». Esta llamada seguía resonando en la cabeza de algunos de los jóvenes que habían experimentado la paciencia que se necesita para dar de comer a un anciano con un grado alto de dependencia. Quizá alguno se haya encontrado con su futura vocación personal y profesional. Historias como la de un profesor de religión que recuerda nítidamente la imagen de las monjas cuando atendían a los pobres y ancianos en la casa ubicada en lo que hoy es el Parque del Norte.

El próximo 13 de enero el obispo presidirá una eucaristía de Acción de gracias a las 11:30 en la capilla de la residencia, que seguirá en funcionamiento y para la que el obispado mantendrá el nombramiento de un capellán. Ya no estará la imagen de la fundadora, ni en la capilla ni en los azulejos de la puerta principal, ni en el jardín de la entrada. Solo queda, y ojalá sea por siempre, el nombre de la Plaza Juana Jugán, fundadora de las Hermanitas de los Pobres, y el panteón en el cementerio de Santa Isabel. El resto de los recuerdos en las hemerotecas y sobre todo en los corazones de muchas personas.
Y como ellas no cierran la puerta a volver, si Dios así lo quiere, no es un adiós, es un hasta siempre.

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Autor

Jesús Bastante

Escritor, periodista y maratoniano. Es subdirector de Religión Digital.

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